Alianza de ESU con la comunidad

 

Uno de los programas es denominado “alarma comunitaria”. Consiste en la integración mediante dispositivos tecnológicos de los habitantes organizados de  una zona  de  la ciudad,  los organismos  de  seguridad  y las autoridades administrativas. El programa se activa cuando las comunidades crean un Frente de Seguridad Local. Con los representantes de esta organización, los expertos de ESU hacen una auditoría de la zona a cubrir y se diseña un sistema a la medida de las necesidades locales.

Enlaalarmacomunitaria,laactivacióndelasemergenciasesresponsabilidad de los líderes de la localidad. Para ello reciben cursos de entrenamiento impartidos por facilitadores de la empresa municipal. Hasta ahora, el sistema ha sido instalado en 547 áreas de la ciudad. 12Incluye dispositivos de videovigilancia, botones de pánico y sistemas de radiocomunicaciones con la central única de emergencia.

ESU es, por supuesto, una herramienta más de la política de seguridad ciudadana  diseñada  por  la administración  municipal.  La estrategia incluye también una intervención masiva de otros organismos del Estado en las zonas que tradicionalmente han sido excluidas, y en las que la ausencia de los organismos oficiales era suplida tradicionalmente por los planes de caridad desarrollados por los líderes de las organizaciones criminales, para facilitarse una base social. Estas acciones, que comenzaron con la saturación de los espacios mediante la presencia de efectivos militares y policiales, ahora se ha asentado mediante la construcción de Centros de Atención Inmediata que, para el año 2006, ya habían treinta de estas edificaciones listas.13

La estrategia en la ciudad ha probado ser correcta en lo referido a la disminución de la violencia armada. En 2002, Medellín tenía una proporción de 184 homicidios por cada 100.000 habitantes. A partir de ese momento, comenzó una desaceleración de la violencia. Para 2007, la estadística era de 26 homicidios por la misma cantidad de pobladores.

Para 2003, el diario El Universo reconoció que la vigilancia electrónica había incidido en la disminución de la violencia. La red de cámaras instalada en toda la ciudad (más de 400), cuando no sirve como disuasivo, capta las imágenes que orientaban a las autoridades en la búsqueda de los criminales. Así ocurrió, por ejemplo, durante las pesquisas sobre un atentado con un coche-bomba contra la sede de la Fiscalía de esa ciudad, en enero de 2003. Este hecho dejó cinco muertos. El sistema de videovigilancia captó el momento en que un sujeto de 21 años de edad abandonó el vehículo que posteriormente estalló. Al ser identificado y capturado, confesó y delató a los demás integrantes del grupo que planificó y ejecutó el atentado.

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