Eficacia personal en seguridad

El 11 de septiembre de del 2001, dejó en la sociedad americana una huella imborrable que a su vez transmitió un mensaje al resto del mundo: a partir de ese momento, la seguridad no sería la misma. En estos casi 16 años trascurridos, el interés de los Estados se ha visto traducido en inversiones para investigación, desarrollo, implementación, seguimiento y mejora permanente de nuevas herramientas y sistemas que han permitido prevenir y en algunos casos neutralizar, amenazas de diversa naturaleza.
Pero la gestión eficiente de las tecnologías, las infraestructuras y las políticas de seguridad, no es posible, de no atender con el mismo énfasis al recurso humano de la industria. Los requerimientos y perspectivas hacen de la seguridad un campo de interés para aquellos que deseen incursionar en la misma. Por ejemplo, sólo en Estados Unidos se proyecta que para el 2020 y tras un período de cinco años, se genere un incremento del 22% de profesionales con responsabilidades de seguridad en tecnologías de la información (IT). Por otra parte, en el mismo lapso de tiempo, se estima un incremento del 21% aproximadamente en el número de investigadores y detectives privados.
Atender la formación técnica es importante pero no es suficiente, como lo indica la propuesta del perfil de competencias para un profesional de seguridad globalmente competitivo, desarrollado entre otros, por la Universidad de Phoenix, el para entonces CSO Roundtable y la ASIS Foundation. Existen habilidades que los responsables de la seguridad de las organizaciones, deben tener presentes para mantener niveles de eficacia personal acordes con las exigencias de entornos cambiantes, en los que el factor común y prioritario es el ser humano. A continuación, algunas de ellas.
Autenticidad. Adoptar las personalidades de terceros, no permite desarrollar una identidad propia, esa marca o sello personal que, como líder de seguridad, debe caracterizarle. Permear sus creencias, valores y principios en la estructura de la organización, requiere de un comportamiento natural que transmita credibilidad.
Delegación. Muy atrás quedó esa nociva práctica de centralizar la toma de decisiones y no creer en sus colaboradores. La única forma de hacer equipos de trabajo empoderados, es transmitirles confianza en sus capacidades, lo que se evidencia cuando la delegación no es un acto excepcional.
Flexibilidad. Cada vez estamos expuestos a un mayor número de cambios que se suceden con acelerada frecuencia. Para poder adaptarse a los mismos, es necesario ser flexible y demostrar la capacidad de poder adecuarse sin pérdida de tiempo, a las nuevas circunstancias.
Positivismo. El término es aplicado al sistema filosófico que, entre otros, rechaza todo concepto absoluto y universal. El líder de seguridad no debe dar por cierto todo conocimiento, ya que esa capacidad de cuestionar y revalorar supuestos, le permite generar nuevas posturas más eficientes que las anteriores.
Visión. La gestión de la seguridad eficiente, exige prever situaciones que pudieran generarse, para lo cual la visión acompañada de una alta capacidad de análisis, es fundamental. La diferencia entre donde se encuentran hoy los niveles de vulnerabilidad de su organización y donde pueden estar en un período de tiempo determinado, dependen de su habilidad para recrear entornos, escenarios posibles y acciones factibles.
Optimismo. El líder de seguridad exitoso mantiene una actitud positiva que le facilita enfrentar eficientemente los riesgos de su entorno. Cuando se piensa de manera optimista, se incrementa la capacidad de percibir el mundo como fuente de oportunidades que nos permitirán fortalecernos ante las amenazas.
Congruencia. Si bien es cierto que todos los líderes de una organización no deben descuidar el modelaje en sus actuaciones, quien tiene a su cargo la seguridad tiene que prestarle especial atención. No sólo se trata de “parecer”, sino que se debe “ser”. Un grave error es el subestimar la capacidad de observación de quienes le rodean y el creer que la falta de coherencia no sería detectada. Recuerde que las ideas y las acciones deben estar alineadas.
El mundo en el que se desenvuelve el profesional de la seguridad ciertamente solicita que éste domine los conocimientos técnicos y funcionales de la industria, pero lo que marca realmente la diferencia entre uno u otro candidato, es la actitud positiva a atender y desarrollar permanentemente sus habilidades blandas. Negarse a aceptar esta realidad influye a corto plazo, reduciendo las posibilidades de una dilatada y exitosa trayectoria profesional.
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