Presos olvidados (7 al 14 de marzo 2003)

 

El informe anual de la organización HumanRights Watch correspondiente al año 2002 confirma lo que desde estos espacioshemos señalado en varias oportunidades: las primeras perdedoras en la cruzada contra el terrorismo han sido laslibertades ciudadanas.

 

No en balde uno de los capítulos más extensosdel reporte -cuyo enlace está incluido al final de este comentario- se refierea las violaciones a los derechos humanos cometidas por el gobierno de EstadosUnidos, principal ejecutor de la campaña internacional contra lasorganizaciones que han escogido a la violencia como forma de promover cambiosen lo político o religioso.

 

Dos aspectos preocupan a la asociación nogubernamental con respecto a la principal potencia del planeta:  la permanencia de la pena de muerte y eltratamiento que están recibiendo los detenidos en diversas partes del mundocomo consecuencia de las averiguaciones por los atentados del 11 de septiembredel 2001.  El tema de la pena de muerteen Estados Unidos ya se ha transformado en una suerte de ritornello.  Pero siempre es necesario recordar lanecesidad de una revisión en ese punto, pues la pena de muerte ni es justa nies efectiva en cuanto que no logra una disminución de los índices de criminalidaden los estados donde está vigente. comunidad internacional.

 

Por otro lado, el tratamiento a los detenidospor la campaña contra el terrorismo debe llamar a la reflexión a la comunidadinternacional. Hasta el momento la actitud ha sido de un discreto silencio,mientras más de un millar de personas espera un juicio en la cárcel militar deGuantánamo (Cuba) y en otros lugares desconocidos sin la menor garantía deimparcialidad.  Así describe lasituación la institución estadounidense de derechos humanos:  “Human Rights Watch documentó el maltrato a los extranjeros en lainvestigación del 11 de septiembre, incluyendo: interrogaciones bajo custodiasin acceso a un abogado, detenciones prolongadas sin cargos, invalidación deórdenes judiciales para dar libertad bajo fianza a detenidos durante losprocedimientos de inmigración, y las condiciones innecesariamente restrictivas—incluyendo reclusión solitaria— bajo las cuales varios detenidos de»interés especial» fueron encarcelados. Algunos detenidos recibieronabuso físico y verbal por su nacionalidad o religión”.

 

Hay aquí una evidente paradoja:  una campaña iniciada en nombre de lalibertad y la democracia, con el pretexto de la retaliación por los ataques del11 de septiembre, ha derivado en una violación sistemática a los derechoshumanos de un grupo de personas quienes, por su condición étnica, religiosa opolítica, se han visto envueltas en un problema del que quizá no tienenresponsabilidad… Porque en los regímenes de derecho la presunción de inocenciaes un principio fundamental.

 

¿Quién es capaz de levantar la voz por lospresos de Guantánamo?  ¿Algún cristianoverdadero podría salir en defensa de los musulmanes?  Es curioso el tratamiento que están recibiendo los detenidos porlas fuerzas militares estadounidenses. Sobre ellos no recaerá ninguna corte marcial, pero de hecho tienen elestatus de unos presos de guerra. Esto nos demuestra que, aún en cuestiones dederechos humanos, en todas partes se cuecen habas.

 

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