Rebelde espera recompensa

Rebelde de las FARC que mató a su jefe espera recompensa
Bogotá.- Un rebelde que mató a uno de los líderes de las FARC dijo que espera el pago de una jugosa recompensa ofrecida por el Estado colombiano a cambio de información sobre comandantes insurgentes, mientras abogados y juristas debaten sobre si debe o no cobrar el botín.
El Ministerio de Defensa ha dicho que Pablo Montoya, alias ¨Rojas¨era el jefe de seguridad de Manuel Jesús Muñoz, alias ¨Iván Ríos¨, de 46 años, uno de los siete comandantes de la jefatura de las rebeldes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Según la versión oficial, Rojas se entregó al ejército el jueves y para probar que había matado a su jefe y que realmente se trataba del comandante insurgente cortó y entregó a los militares la mano derecha de Ríos.
Según el ministerio, el rebelde dijo que tomó la decisión de matar a su jefe porque buscaba aliviar la presión a la que estaban sometidos por las tropas, supuestamente detrás de la pista de Ríos y su bloque rebelde desde mediados de febrero en el departamento de Caldas, unos 180 kilómetros al noroeste de Bogotá, dejando entrever que con el comandante rebelde muerto, el ejército detendría su operativo en la región.
«Creo que sí porque es una política del Estado», dijo Rojas en una entrevista exclusiva publicada el lunes por el diario El Tiempo que le preguntó si creía que le debían pagar el botín.
Rojas ha declinado dar detalles sobre cómo mató a su jefe, cuyo cadáver exhibido por las autoridades el fin de semana muestra al menos un tiro en la frente, y qué ocurrió en las filas de la cuadrilla que comandaba Ríos tras su muerte.
Abogados y juristas consultados telefónicamente por la AP indicaron que el Estado enfrenta un dilema en cuanto al pago de la recompensa de 5.000 millones de pesos (unos 2,6 millones de dólares) -ofrecida por la policía y el Ministerio de Defensa por información, sin mencionar la palabra muerte, a cambio de jefes rebeldes- a Rojas porque si la paga «se salta el estado de derecho y sino la paga se cae el prestigio de la recompensa», indicó León Valencia, analista político y ex rebelde del ya pacificado grupo Movimiento 19 de Abril (M-19).
Los abogados indicaron que quizá el Estado puede encontrar una formula intermedia en que enjuicie a Rojas por homicidio, delito castigado aquí con una pena mínima de 13 años de cárcel, y a la vez pague la recompensa, una política calificada de «guerrerista».
El enjuiciar o no a Rojas, tanto como negociar una pena menor a cambio de entregar información, es una decisión exclusiva de la Fiscalía General, que a su vez no tiene ninguna injerencia en la decisión de pagar o no el botín, competencia de la policía o del ministerio de Defensa.
Alfonso Gómez Méndez, quien fue el Fiscal General colombiano a fines de los 90, dijo que en el país parece existir un ambiente «de que todo se justifica por acabar con las FARC…que se puede sacrificar todo por una mano derecha».
«Pero la recompensa es por información», dijo Gómez. «No es una recompensa al estilo del viejo oeste para el que entregue vivo o muerto».
«Si la persona cumple debe entregársele el pago, el Estado no puede decir que no, no es una cuestión de en algunos casos si pago y en otros no…pero el caso no es sencillo, tiene aristas políticas, jurídicas y éticas», dijo Eduardo Carreño, director del grupo no gubernamental Colectivo de Abogados. «El problema es que la recompensa es por información y aquí se fue más allá y se cometió un homicidio porque es una política (la de ofrecer recompensas) para la guerra, no para la paz».
En un país donde no existe la pena de muerte, abolida en Colombia a comienzos del siglo XX, «remunerar la muerte de una persona es una cosa muy compleja desde el punto de vista ético, pero además coloca al estado en el dilema que sino paga, queda como un Estado que no cumple», dijo el abogado Miguel Garzón, de la Universidad de los Andes. «Pero si paga estamos en la época del salvajismo…porque quien comete un delito debe pagar por ello», agregó.

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