Violencia doméstica en el noviazgo, cuando hay que actuar con urgencia

La violencia doméstica afecta a todos por igual. Y aunque mueren más mujeres a manos de hombres, jóvenes homosexuales, lesbianas, bisexuales y transexuales son, también, víctimas de abuso violento, hostigamiento y discriminación durante el noviazgo. Miami-Dade afronta el fenómeno de la violencia entre adolescentes en el noviazgo (TDV, Teen Dating Violence) de forma diferente debido a la destacada presencia de indocumentado e inmigrantes.
En sus campañas de prevención de la violencia durante el noviazgo los especialistas recuerdan a los jóvenes que aunque no es fácil hablar sobre la violencia de género hay que denunciar los abusos de todo tipo.
Ivon Mesa, directora de la División de Intervención y Prevención de la Violencia del Departamento de Acción Comunitaria y Servicios Humanos del Condado Miami-Dade (CAHSD).
“Los jóvenes están en una sociedad donde los patrones de conducta no están claramente identificados y establecidos. Muchas veces cuando los adolescentes y jóvenes empiezan a ser víctimas no son conscientes de lo que les está pasando”, afirma Ivon Mesa, directora de la División de Intervención y Prevención de la Violencia del Departamento de Acción Comunitaria y Servicios Humanos del Condado Miami-Dade (CAHSD).
Los padres dicen no saber si sus hijos sufren violencia durante el noviazgo, según datos facilitados por Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés).
Casi 1.5 millones de estudiantes de la escuela secundaria experiencia a nivel nacional el abuso físico de novio-a en un solo año, según Love is respect.org, una organización sin ánimo de lucro que ayuda a lo jóvenes a prevenir y poner fin a las relaciones abusivas.
“La violencia de género es un crimen que pasa de generación en generación. No es sorprendente saber que el número de jóvenes involucrados en la violencia doméstica va a ser un espejo del número de víctimas que existe. Es una conducta aprendida. Los niños aprenden los patrones de la relación en casa y los imitan durante el noviazgo y más tarde durante el matrimonio”, explica Mesa.
Uno de cada tres adolescentes en EEUU es víctima de abuso físico, sexual, emocional o verbal por parte de su pareja durante la etapa del noviazgo, una cifra que supera con creces las tasas de otros tipos de violencia juvenil, según el CDC.
Las niñas y las jóvenes entre 16 y 24 años sufren la tasa más alta de violencia a manos de su pareja. Es casi el triple del promedio nacional. Uno de cada 10 estudiantes de la escuela ha sido intencionadamente golpeado, abofeteado o lastimado físicamente por un novio o novia.
Según indica la encuesta Youth Risk Behavior Survey (YRBS), aproximadamente el 10 por ciento de los estudiantes de secundaria reportan ser víctimas de violencia física en los últimos 12 meses.
“Esta cifra se ha mantenido relativamente estable durante más de una década. Sin embargo, la adición de una pregunta sobre violencia sexual en la encuesta YRBS da una imagen más completa del TDV a escala nacional”, asegura Phyllis Holditch Niolon, PhD, de la División Prevención de la Violencia del CDC. “Si bien las tasas de TDV física no se mantienen relativamente estables, el número de estudiantes que han sido víctimas de TDV indica que este es un problema frecuente y alarmante que afecta a nuestros jóvenes”.
Mesa, con más de 25 años de experiencia en violencia de género, asegura que “el condado de Miami-Dade no es diferente al resto de la nación. Y sí puedo decir definitivamente que hay casos en abundancia. No estamos hablando de un tema que está desapareciendo”.
La gran presencia de indocumentados e inmigrantes en el condado de Miami Dade también es crucial a la hora de afrontar la violencia doméstica.
La directora del CAHSD explica que en muchos de los países de origen, como Cuba, no hay leyes al respecto. “Entonces esos cubanos que vienen con su cultura y costumbres, vienen de países donde la violencia doméstica todavía no se ha tipificado como crimen y esto es un comportamiento que se aprende, altamente peligroso y común en la sociedad”.
Como medida de prevención e intervención, la comisionada Rebeca Sosa presentó el pasado diciembre a la comisión de Miami-Dade una ordenanza sobre la violencia doméstica para la juventud con el fin de implementar clases de capacitación respecto a este fenómeno en las escuelas primarias, intermedias y secundarias del condado.
“Antes de acabar este año esperamos que ya haya algún tipo de programa sistemático en las escuelas de Miami-Dade porque hasta ahora el director de cada escuela tiene en sus manos la decisión de si se van a dar clases de violencia doméstica en sus escuelas o no”, adelanta Mesa.
Todavía no se ha especificado cómo se va a llevar a cabo este programa, aunque sí se sabe que “será una ley obligatoria en Miami-Dade y ya no dependerá de la voluntad o criterio del director de la escuela el ofrecer estas clases”, afirma Mesa. “En esas clases muchos van a entender y sentirse identificados con la violencia y los vamos a poder ayudar”.
Los adolescentes comienzan a mostrar comportamientos violentos entre los 12 y 18 años. Alrededor de un 72 por ciento de los estudiantes de octavo y noveno grados están en un “noviazgo”.
La mayoría de los jóvenes víctimas de violencia excusan a sus parejas por no saber cómo es una relación de pareja sana. “Utilizan adjetivos como que es muy apasionado; es muy celoso; él me quiere mucho; es muy protector; no quiere que me pase nada”, cuenta Mesa. “Una relación en la que una persona no tenga decisión sobre su libre albedrío ya es una persona víctima de violencia doméstica, aunque no haya violencia física y se haya quedado en violencia verbal”.
Las burlas y los insultos son un claro ejemplo de conductas habituales tóxicas para los jóvenes. Son comportamientos aceptados por los adolescentes en una relación que no deberían considerar normales como “controlar la forma de vestir de la pareja, las personas con las que su pareja se relaciona, la manera en la que escoge su carrera universitaria y sus estudios o cómo ella trata a sus padres y se conduce en general”, describe Mesa.
Según datos del YRBS, en Miami-Dade el 8.7 por ciento de estudiantes informaron sobre violencia física durante el noviazgo durante el último año y el 9.4 dijo sufrir violencia sexual. En Broward, el 7.6 por ciento de los estudiantes reportaron violencia física en el noviazgo y el 9.5 por ciento violencia sexual. En ambos condados, las niñas eran más propensas que los niños a informar.
Los adolescentes y jóvenes homosexuales que no han expresado abiertamente su sexualidad son más vulnerables a la presión de control y coacción para amedrentar a la pareja, al igual que las mujeres indocumentadas.
“A los gays los chantajean con contárselo a sus padres y a ellas con que no les van a dar los papeles. Son diferentes maneras de ejercer control, pero al final la estrategia es la misma, solo cambia la situación”, reflexiona Mesa.
Es difícil dar cifras con exactitud respecto a los jóvenes heterosexuales, homosexuales, transexuales o lesbianas involucrados en violencia doméstica en Miami-Dade porque “nuestras agencias no están haciendo esa pregunta y los datos que tenemos no están diferenciados. Una vez ya tengamos un sistema escolar con sus clases al respecto se van a implementar este tipo de preguntas. Ahora, por mucho que las escuelas pregunten, no tienen una respuesta para abordar el tema”, aclara Mesa.
Un cuarto de todos los estudiantes preuniversitarios han sido víctimas de abuso físico o sexual. Aproximadamente un 70 por ciento de estudiantes universitarios aseguran haber sido coaccionados sexualmente.
Según la encuesta Youth Risk Behavior Survey, que incluye el estudio Dating Violence Among Latino Adolescents (DAVILA), los hispanos estudiantes de secundaria son un 17.2 por ciento más propensos que los blancos –un 14.5 por ciento– a reportar ser víctimas de violencia física y/o sexual de la pareja en los últimos 12 meses.
El tema de la violencia en el hogar es familiar y privado. “Es un tema tabú, que avergüenza y nadie quiere hablar para que no se enteren muchas personas. Va más allá del asunto de los latinos, abarca a otros grupos étnicos también”, afirma Mesa.
Desde el CDC, Holditch Niolon apunta que “la prevalencia de la violencia de pareja sexual en el noviazgo fue mayor entre las mujeres estudiantes (14.4 por ciento) que entre los hombres (6.2 por ciento); mayor entre las mujeres estudiantes blancas (14.6 por ciento) y mujeres hispanas (16 por ciento) que entre los hombres blancos (4.8 por ciento) y los hombres hispanos (6.7 por ciento). Las muchachas hispanas eran más propensas a reportar ser víctimas de TDV sexual en los últimos 12 meses que los muchachos hispanos”.
El machismo persiste
El problema de la cultura latina sigue siendo el machismo. “Los hombres tienen la percepción de que ellos tienen más derecho a tomar las decisiones en una relación sentimental. Pero también existe en otras poblaciones de EEUU, lo que pasa es que cuando hacemos una comparación local se da más en los latinos”, destaca la directora del CAHSD.
Un porcentaje de la intimidación en los adolescentes durante el noviazgo está relacionado con factores culturales, según el estudio de Rosa M. González-Guarda, PhD licenciada en enfermería por la Universidad de Georgetown, que trabaja con la oficina de violencia doméstica en Miami- Dade (Office of Violence Against Woman Demonstration Initiative), destinada a prevenir homicidios de violencia doméstica.
“Descubrimos que la cultura latina igual tiene factores que protegen a la víctima, como factores que la exponen más a la violencia domestica. Tenemos patrones muy fuertes de familia donde los padres se inmiscuyen en los asuntos de los hijos más que las familias anglosajonas. Esa unión en la familia puede crear un efecto positivo en caso de violencia doméstica”, añadió Mesa, quien está colaborando en este estudio todavía en proceso.
Según el estudio de González-Guarda, uno de cada cuatro adolescentes reporta TDV, pero muchos no lo hacen porque tienen miedo a decírselo a los amigos y a los padres. Mujeres y hombres víctimas de violencia afrontan los mismos miedos: el ser juzgados por la sociedad.
“Tenemos que desarrollar una cultura de no tolerancia de tal forma que una víctima entienda que, al contarlo o reportarlo, su imagen no va a sufrir. Hay que crear conciencia para que sea el agresor el que se siente avergonzado y no la víctima”, insiste Mesa. “Hay que preocuparse más de que los hijos no vean la violencia en el hogar”.
Para los hispanos, la violencia doméstica siempre se ha visto como un tema privado. “Los padres no están preparados para abordar el tema de los hijos con violencia domestica durante el noviazgo, independientemente de que seas latino o no. Ese tema no se habla”, repite Mesa.
Muchas mujeres son amenazadas por sus agresores con golpear a sus hijos. Según las estadísticas, más del 8 por ciento de los adolescentes entre 13 y 17 años que están en la cárcel por homicidio han atentado contra la vida del abusador de su madre.
“A menudo, con mujeres que dependen económicamente del abusador, les digo que están contribuyendo a que su hijo vaya a la cárcel si pierde el control y mata a su padre”, advierte Mesa.
Los jóvenes con problemas de autoestima tienen más probabilidad de estar en una relación abusiva. Una mentalidad abusiva se encarga de que la víctima piense que si la pareja las abandona, nadie las va a querer.
Dating Matters, iniciativa del CDC para erradicar la violencia de género en los jóvenes, dispone de programas de ayuda dirigidos a estudiantes, padres y educadores para promover las relaciones saludables.
La violencia de pareja es un problema generalizado que tiene graves consecuencias a corto plazo y largo plazo para la salud y el bienestar. “Los jóvenes que son víctimas son más propensos a experimentar síntomas de depresión y ansiedad, a participar en conductas no saludables como el conusmo de tabaco, drogas y alcohol o exhibir comportamientos antisociales y pensar en el suicidio. Los jóvenes que son víctimas de la violencia de pareja en la escuela secundaria están en mayor riesgo de ser víctimas durante la universidad”, advierte Holditch Niolon.
Cualquiera corre el riesgo de sufrir violencia doméstica, incluso si no la ha padecido en el seno de su familia. “Los seres humanos podemos carecer de la suficiente autoestima para darnos cuenta de que nuestra pareja no nos quiere y ejerce un control sobre nosotros”, afirma Mesa.
La violencia doméstica ha dejado de tener género. “No establece diferencia entre parejas homosexuales, heterosexuales, jóvenes o mayores. Todo es control y poder. Lo único que cambia es la edad, pero es la misma situación. Si no acabamos con la violencia doméstica de los padres, no vamos a acabar con la violencia domestica de los jóvenes”, concluye Mesa.
Fuente: elnuevoherald.com