Abu Nidal (25 de agosto al 1 de septiembre 2006)

El 6 de septiembre se cumplen 20 años del ataque con ametralladoras y granadas contra los feligreses que acudían a la sinagoga Neve Shalom de Estambul, Turkía. En aquella oportunidad, hubo 22 muertos y 6 heridos.
Según el historiador del terrorismo Bruce Hoffman, los responsables de este atentado fueron miembros de la Organización Abu Nidal “como represalia por un reciente bombardeo israelí de una base que este grupo armado tenía en el sur del Líbano”. No obstante, el hecho sorprendió pues Turkía era tenido como un país neutral con respecto al conflicto del Medio Oriente. Esto significaba que las partes en pugna se abstendrían de ejecutar operaciones en este territorio.
Si alguna regla tiene el terrorismo es que, tarde o temprano, alguno de los sectores en pugna rompe las reglas tenidas hasta ese momento como válidas para ocasionar el mayor daño, tanto físico como moral, en la otra parte. En 1986, la organización liderada por Abu Nidal (nombre de guerra del palestino Sabri al-Banna) era vista como una de las más importantes amenazas para la seguridad mundial, aún cuando sus ataques eran perpetrados generalmente contra objetivos vinculados a Israel y su aliado más importante, Estados Unidos.
Para la fecha de su muerte, en 2002, Abu Nidal (Padre de la Pelea, en idioma árabe) era el responsable de un millar de muertes en 20 países, ubicados en tres continentes. Comenzó siendo un abanderado de la causa palestina. En los años setentas fue embajador de Al Fattah, el grupo liderado por Yasser Arafat, en Sudán e Irak. Según el rotativo The Econosmist, fue la influencia de Saddam Hussein la que llevó a Sabri al-Banna a separarse de Arafat, con el argumento de que se había separado del objetivo original, que era la “liberación total” del pueblo palestino, mediante la eliminación del Estado judío.
Abu Nidal fue el primer terrorista conocido en llevar a cabo operaciones simultáneas en varios países, como los atentados con bombas contra los puestos de líneas israelíes en los aeropuertos de Roma y Viena, en 1985. Un ejemplo seguido posteriormente con eficacia por Osama bin Laden.
Su organización fue un claro ejemplo de los efectos que puede tener el auspicio de algunos estados al terrorismo internacional. En este caso se trataba de los gobierno de Siria, Libia y, en algún momento, Irak. Según Hoffman, llegó a contar con 500 militantes y una fortuna acumulada de 400 millones de dólares, producto de algunos actos que podríamos denominar “sicariato”, pero en gran escala, como el derribamiento de un vuelo de TWA entre Israel y Grecia, que dejó 88 personas fallecidas.
Con el pasar de los años, Abu Nidal fue perdiendo el foco de sus acciones. A 10 años de al espectacular incursión de Septiembre Negro en las olimpíadas de Munich, el terrorista se había alejado definitivamente de Arafat, y se convirtió en uno de sus mortales enemigos. Vinieron importantes atentados contra miembros de la Organización para la Liberación de Palestina, como el que finalizó con la muerte de Abu Iyyad, lugarteniente de Arafat. Lo errático de sus campañas dio pie a la conseja de que Abu Nidal trabajó en ocasiones como brazo ejecutor del Mossad, el servicio de inteligencia de Israel. Esta tesis cobró fureza tras la publicación de una biografía no autorizada, escrita por el periodista británico Patrick Seale.
El intento de asesinato del embajador israelí en Londres, Shlomo Argov, en 1982, fue el acto ejecutado por el grupo de Abu Nidal con mayores repercusiones en el mundo. El gobierno de Menagem Begin lo tomó como un acto de agresión por parte de la Organización para la Liberación de Palestina, aún cuando para ese momento ya era evidente el enfrentamiento entre Arafat y Sabri al-Banna. Poco después del atentado, las Fuerzas de Defensa de Israel invadieron el sur del Líbano con la intención declarada de “golpear” el cuartel de Arafat.
Aún después de 4 años, la muerte de Abu Nidal continúa rodeada de misterio. El líder terrorista falleció en la vivienda que ocupaba en Bagdad, cuando era buscado por agentes del servicio de inteligencia de Hussein. ¿Fue un disparo en la boca, como señaló un vocero irakí, o el hombre fue acribillado? ¿Se suicidó al saber que tenía cáncer o para impedir que lo atraparan, o murió al resistirse al arresto? Las versiones abundan. Quizá, con el paso del tiempo conoceremos la verdad.

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