No sorprende lacuarentena impuesta por 30 países, entre ellos los del área americana, a lasimportaciones de carne procedente de Estados Unidos. Esto debe entenderse como una medida lógicade contención a la encefalopatía espongiforme bovina (EEB), mejor conocida comoel mal de las “vacas locas”.
En materia desalubridad nunca sobran las precauciones. Los propios estadounidenses han hecho lo mismo en otras oportunidades,cuando han detectado brotes de esta enfermedad en países como Gran Bretaña, unode sus tradicionales socios políticos y comerciales.
Las “vacas locas”parecieran poner a prueba los procesos de apertura comercial que sonadelantados tanto en las américas como en Europa. Seguridad versus libre comercio, parecieraser el dilema. La lógica más elementalindica que el mayor énfasis debería ser puesto en el origen, en la granja o entodo caso en el matadero, pero cuando la res todavía está viva. Una prueba de despistaje a cada animalcostaría 3 centavos por cada libra de carne. De manera que el costo total de esta iniciativa podría ser calculado simultiplicamos el peso promedio del ganado en libras por 3 y luego por 40millones, cifra de cabezas beneficiadas por año. Si el resultado parece astronómico entoncesno estamos siendo proactivos. ¿Cuántosmillardos de dólares y cuántas vidas humanas costaría atajar luego una epidemiade EEB?
En este plano hacertodo lo posible para impedir que el mal se extienda es responsabilidad básicade los gobiernos y de las empresas agroindustriales. Creemos con laConfederación Española de Organizaciones de Amas de
Casa, Consumidores y Usuarios que “la protección de la salud yla seguridad de los consumidores deben anteponerse a cualquier otro interés”.
EEB fue detectado por primera vez en Gran Bretaña en1986. Su origen es desconocido, pero sesabe que afecta primordialmente a vacas lecheras mayores de dos años. El nombre coloquial deriva de los cambios enel comportamiento de los animales enfermos. El mal, indica el portal Consumaseguridad.com, se extendió debido a lacomercialización de harinas elaboradas con reses afectadas. Los humanos se contagian cuando ingieren lacarne de alguna “vaca loca”. A estavariante se le conoce con el apellido de sus descubridores: Creutzfeldt-Jacob.
Voceros de la Organización Panamericana de la Salud comoAlbino Belloto señalaron que a pesar del caso detectado en Estados Unidosdurante el mes de diciembre de 2003 hay “herramientas suficientes paracontrolar la situación y eliminar cualquier posibilidad de riesgo». Pero la Organización de Naciones Unidasadvirtió después que los gobiernos y la industria deben llevar a cabo cuantoantes evaluaciones de riesgo y eliminar de la cadena alimentaria a cualquieranimal sobre el que recaiga la más mínima sospecha de estar afectado porEEB. Llama la atención que estainstitución multinacional se haga eco de reportes elaborados por el Guardian de Londres, según los cuales laindustria estadounidense no ha reaccionado debidamente frente al caso detectadoen Washington. Estas empresas, indica la ONU, movilizan alrededor de 40 millardosde dólares al año.
Lo aconsejable es entonces no desmayar en loscontroles. Pero en el plano personaltambién es necesario adoptar medidas mínimas de salubridad, aunque sinescándalos ni aspavientos. En fin decuentas parece más fácil morir de salmonela o e-coli que de EEB.
En muchos países americanos las dificultades económicasalejan la carne de las mesas de las mayorías. Pero siempre cabe la posibilidad de ingerir derivados de ella, y en talescircunstancias se hace más probable adquirir la enfermedad. Por lo tanto al comer carne es preferible quesea de origen conocido, y si es posible bien cocida. Y si todavía quedan dudas, entonces mejor escomer pollo.
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