2005 continuará siendo un año de conflictos para los países del área andina. Cualquier prospectiva relacionada con esa región debe empezar tomando en cuenta que, contra todo pronóstico, el teniente coronel retirado Hugo Chávez sobrevivió al proceso revocatorio y logró mantenerse en el poder.
La oposición venezolana, presa de sus divisiones internas, no supo transformar en acciones de calle la sensación generalizada de fraude que siguió a la divulgación de los resultados de la consulta electoral, efectuada a las 4 am del 16 de agosto. El aval otorgado a Chávez por los representantes del Centro Carter y de la Organización de Estados Americanos en los días siguientes al referendo parecía cerrar el capítulo de la conflictividad política en ese país. Algo totalmente distinto a lo sucedido en las elecciones presidenciales de Ucrania, donde el liderazgo político opositor reaccionó antes de que fuesen oficializados los resultados fraudulentos, y mediante una decisión tribunalicia aseguró la posibilidad de una reedición de los comicios.
Pero en Venezuela había una concentración total de poderes en torno al Ejecutivo que cerró la posibilidad de generar situaciones como las vistas a fin de año en el país europeo. Este cuadro se acentuó luego del referéndum con la selección en la Asamblea Nacional –dominada por el oficialismo- de los nuevos magistrados del Tribunal Supremo de Justicia.
La ausencia de un balance político en los poderes públicos venezolanos indica que cualquier actividad opositora deberá realizarse en las calles, con el riesgo creciente de repetir situaciones como las vistas el 16 de agosto, cuando pistoleros ligados al oficialismo mataron a una mujer e hirieron a otras 8 (incluyendo a un parlamentario) personas que protestaban por los resultados del referéndum revocatorio presidencial, informados apenas horas antes. Las acciones de tipo terrorista, efectuadas tanto por fuerzas del Estado como por sectores radicalizados que adversan al Gobierno, podrían verse en lo sucesivo en las grandes ciudades venezolanas.
En Colombia, por el contrario, 2004 fue un año positivo para el proceso pacificador. Más del 20% del pie de fuerza de las Autodefensas Unidas de Colombia (organización señalada como uno de los más importantes factores de violencia) depuso sus armas. Uno de los líderes de este grupo, Salvatore Mancuso, explicó que esto era posible pues el Gobierno había retomado su presencia en lugares que había abandonado al control de la guerrilla. Para este año se anuncian nuevas desmovilizaciones. En este esquema, la insistencia de Estados Unidos en extraditar a los más prominentes representantes del paramilitarismo podría convertirse en una traba. Esta situación deberá ser manejada por el gobierno de Alvaro Uribe a través de canales diplomáticos.
Con la guerrilla, en cambio, el gobierno colombiano ha demostrado poco interés de negociar otra cosa que no sea la rendición. Aunque los resultados del Plan Colombia en cuanto al control de los cultivos ilícitos son discutibles (las hectáreas sembradas no han disminuido más de 10%), sí se ha logrado la captura de numerosos líderes subversivos. Este proceso fue coronado por las detenciones de Ricardo Palmera, alias Simón Trinidad, y el “canciller” Rodrigo Granda, importantes líderes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.
La estrategia de descabezar a los grupos guerrilleros seguramente continuará en 2005. El ELN, y sobre todo las FARC, intentarán consolidar su dominio en las áreas fronterizas con Ecuador y Venezuela, donde controlan la producción y el procesamiento de la coca y la amapola, y llevarán a cabo acciones puntuales de tipo terrorista en las grandes ciudades neogranadinas, tal y como sucedió durante el año pasado.
Bolivia y Perú cerraron el año en medio de señales inquietantes. En el primer país el Movimiento al Socialismo liderado por el líder cocalero Evo Morales se consolidó como la segunda fuerza política y ha ganado un creciente apoyo de organizaciones de izquierda, lo que promete poner en mayores aprietos al gobierno provisorio de Carlos Mesa, especialmente con acciones de huelga en sectores controlados por sus seguidores, entre los cuales figuran el transporte y el campesinado. En Perú se grupo maoista Sendero Luminoso ha dado señales de reorganizarse en los sectores rurales. Tendrán éxito en la medida en que se profundice la crisis del liderazgo del presidente Alejandro Toledo. Llama la atención que el país haya finalizado 2004 con el alzamiento de un grupo de oficiales y reservistas retirados que se hacen llamar movimiento Etnocentrista. ¿Militares aborígenes? Esa noción ya fue manejada por Lucio Gutiérrez en Ecuador y por Hugo Chávez en Venezuela. Sólo la bonanza económica, reconocida por el semanario Caretas, contiene la espiral conflictiva en ese país.
Dicen los chinos que 2005 será el año del gallo. En lo político, indican, será una época proclive para los procesos pacificadores. Pero el calendario real pareciera señalarnos que antes de lograr la calma, será necesario pasar la tormenta.