Apagón (22 al 29 de agosto 2003)

 

Ha transcurrido más de una semana desde que losestados de la costa noreste de Estados Unidos y Ontario (Canadá) se quedaronsin luz, en algunos casos por más de 48 horas, y todavía no hay una respuestafirme en cuanto a las causas de este percance.

 

A pesar de las reservas que mantiene la AgenciaCentral de Inteligencia, el presidente George W. Bush ya descartó que la fallaque dejó a oscuras a más de 50 millones de personas fuese el producto de unaacción terrorista.  De hecho, el anuncioal respecto lo hizo en la tarde del propio 14 de agosto, cuando los vecinos deNueva York, Pennsylvania, Virginia, Ohio y el sureste de Canadá todavía sepreguntaban qué estaba pasando. ¿Si el gobierno estadounidense sabe que elapagón no fue ocasionado por las organizaciones que persiguen cambios políticospor medios violentos, entonces cómo es que todavía no ha dado con el origen delasunto?  Lo único que los vocerosgubernamentales han atinado a señalar es que a pesar de que son la primerapotencia del planeta poseen un servicio eléctrico del Tercer Mundo.  Error: en los países subdesarrollados, donde la electricidad llega a menudogracias a empresas multinacionales con sede en Estados Unidos, nunca se havisto un corte de esa magnitud.   TodaColombia tiene menos pobladores que los de las regiones afectadas por estepercance.

 

La última palabra deberá darla el grupodesignado especialmente por Washington para investigar el tema.  Tal y como lo señala

Este apagón fue un nuevo reto a la organizaciónsocial estadounidense.  Ni siquiera enel 11 de septiembre de 2001 las calles de Nueva York albergaron a tanta gentedesesperada.  A pesar del miedo, a vecestransformado en histeria, las autoridades locales tuvieron un desempeño que adistancia lució adecuado.  Lo másimportante era informar y actuar simultáneamente para paliar las necesidadesperentorias en sitios tales como clínicas, túneles, ascensores y los serviciosindispensables para la vida urbana.  El parteoficial indica que durante esas horas oscuras solamente se presentaron 3muertes, debido a infartos o arrollamientos.  Desde hace dos años, los estadounidenses tienen un sentido de laproximidad de la crisis que convenientemente encausado puede sersaludable.  Esto se traduce en hechospequeños pero muy importantes.  Porejemplo, la gente pudo acceder a las noticias gracias a que los hogaresdisponían de radios a transistores convenientemente dotados de pilas.  De otra parte, hubo numerosos gestos desolidaridad.  CNN reportó cómo losvendedores en Manhattan obsequiaron zapatos a los transeúntes en dificultades,y también cómo los alimentos perecederos fueron aportados a las comunidadesantes de que se perdiesen por la inoperancia de los refrigeradores.

 

El 14 de agosto quedará para losestadounidenses como una prueba más de que, a pesar de todo el desarrollologrado en esa nación, el mundo sigue siendo un lugar inseguro.  Acciones u omisiones nos pueden llevar acomo éramos hace siglos, cuando no existía el “estado del bienestar”. Creemoscon Simon Jacobson que este episodio ha enseñado cuán “poco confiables sonnuestras fuentes comunes de sobrevivencia y confort”.

 

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