Esta historia ocurrió en Caracas, Venezuela, aprincipios del año en curso. Debido alas constantes protestas, unidas a la posibilidad de revueltas populares ysaqueos a las viviendas, un joven padre vecino de la urbanización SanBernardino decidió adquirir una pistola calibre 22 y tenerla en su domicilio,esencialmente para disuadir a eventuales intrusos.
A pesar de las advertencias de sus vecinos, eldueño del arma no tomó todas las precauciones para impedir que su hijo de 12años, a quien llamaremos Jaime, tuviese acceso a la pistola. Por el contrario, dejó en claro que si laresidencia era objeto de algún ataque y él no estaba, Jaime sería el llamado adefender los intereses del hogar.
Acaso por su condición de púber, o debido aalgún desajuste psicológico, Jaime solía pasar por breves estadosdepresivos. Una tarde de enero, Jaimeaccionó la pistola por accidente. Elproyectil siguió una trayectoria ascendente a través del cuello, con la suertede que no interesó órganos vitales, y salió. De inmediato el joven buscó ayuda, y una serie de acontecimientosfavorables le permitieron recibir ayuda médica en menos de diez minutos. Jaime sobrevivió para contarlo.
Esta historia pareciera repetirse en otrastantas ciudades de Latinoamérica y Estados Unidos, generalmente con resultadosfatales. Según Family Management, en unartículo que incluimos como enlace al final de estas líneas, al menos 10menores de edad pierden la vida diariamente en territorio estadounidense porcasos similares al de Jaime en Caracas.
En EE.UU. según cálculos oficiales, hayregiones donde la mitad de los hogares disponen de un arma de fuego. Otros países son menos permisivos alrespecto. Pero en ocasiones lasensación de inseguridad hace que las personas opten por adquirir una pistola,revólver o incluso una escopeta solamente para tenerla en casa para enfrentaralguna eventualidad.
Lo que parece una solución podría convertirseen un verdadero dolor de cabeza. Unarma de fuego es un instrumento diseñado para la defensa personal. Cuando en un mismo hábitat convivenpersonas de distintas edades, lo más conveniente es tomar todas lasprecauciones posibles para impedir que individuos no deseados tengan acceso aella. Estas medidas deben ser especialmenterigurosas cuando hay menores de edad en las cercanías. Pero no por eso descuidaremos al resto delos integrantes del hogar. El peligrotambién tiene cara de adulto.
El tema de la accesibilidad de las armas es muyimportante, pues es necesario balancearlo con el principio dedisponibilidad: si el arma está muyescondida; si está desarmada y sus piezas han sido colocadas en lugaresdiversos; si la munición no está disponible, haremos de ella algo inútil. Cuando irrumpan los antisociales –y generalmentelo hacen sin avisar- de nada nos habrá valido comprarla. Por el contrario, si los hampones detectanque poseemos un arma en casa pondrán empeño en buscarla pues eso les servirácomo instrumento de “trabajo”.
Una de las recomendaciones emitidas por laLibrería de la Salud, y respaldada por publicaciones especializadas como laenciclopedia El mundo de las armas de fuego, indica que la pistola, elrevólver o la escopeta deben ser descargados y los cartuchos almacenados en unlugar distinto al de éstos, que pase inadvertido y que esté fuera del alcancede los niños. La munición, adviertenlos especialistas, tiene una peligrosidad intrínseca.
Otra recomendación es quitarle al arma algunapieza vital para su funcionamiento, pero no desarmarla completamente. Por ejemplo, el cañón de las escopetas, lacorredera de las pistolas o el cilindro de los revólveres. También se puede incorporar un seguro ocandado que impida introducir el dedo en el guardamonte.
Es importante que el dueño del arma tenga plenoy constante acceso a las piezas que ha escondido, así como también a lamunición. Conviene incluso ensayar una situación de emergencia, en la que seanecesario localizar y ensamblar todo el mecanismo. De esa forma sabremos si vale la pena tener un arma en casa, omejor escogemos otro mecanismo para defender a nuestros bienes y personasqueridas. No se olvide que un arma malusada es 43 veces más peligrosa para su propio dueño que si se dispone de ellaen condiciones de normalidad.
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