¿Bandas organizadas?
Desde hace aproximadamente 6 meses, se registran delitos -tanto en la Capital Federal como en el Gran Buenos Aires, La Plata y Pilar- cuya ejecución llama la atención (a las autoridades como al público en general) por los siguientes ítems:
1. La rapidèz en los movimientos de los atacantes.
2. La sincronización.
3. La apoyatura logística.
4. La selección de blancos/objetivos.
5. El vocabulario utilizado.
6. El uso medido de la fuerza física.
7. El adecuado empleo de la presión psicológica sobre las víctimas.
8. El conocimiento detallado de los lugares donde operan
9. La tranquilidad de los ejecutores.
Hay que destacar en este primer análisis, que los elementos ejecutores de este tipo de hechos no tiene el menor reparo en usar las armas, cuando la situación, la circunstancias particulares o el factor sorpresa está en su contra.
La crónica periodística relata un auge en los asaltos tipo comando que viene a reemplazar los asaltos a bancos o a blindados de transportadoras de caudales. En estos momentos, el blanco seleccionado son los edificios -tanto de oficinas como consorcios-
No debemos olvidar, que la estadísticas oficiales sólo muestran cientificamente el 33% de los hechos delictivos cometidos (un 33% no se denuncia y el resto queda en la niebla burocrática denominada: Juan Perez, su denuncia).
Es decir, que la cifra real es desconocida y por lo tanto sólo los Comisarios Seccionales, muy compenetrados, con un buen equipo de trabajo, con la suficiente antiguedad en su destinos y que caminan su jurisdiccon, conocen y puede ejercer una adecuada Prevención del Delito.
Del análisis de los hechos recientes, surge:
1. INTELIGENCIA PREVIA: un profundo conocimiento de los lugares, las vías de escape, los sistemas de alarma, el movimiento interno y horario, la capacidad de respuesta policial.
2. APOYATURA LOGISTICA: los atacantes se movilizan en rodados -autos, camionetas y motocicletas- robadas en jurisdicción extraña (si atacan en Capital roban el vehículo en La Matanza). Vienen provistos de herramientas idóneas, en algunos casos de gran porte y saben utilizarlas.
3. RELATIVA TRANQUILIDAD: si bien sus movimientos son rápidos, no se tropiezan ni superponen tareas: actúan con la meridiana tranquilidad de «un trabajador de oficio» -para no categorizarlos como profesionales-. Esta relativa tranquilidad, nos conduce inevitblemente a pensar en determinada cobertura o apoyo de afuera.
4. CONOCIMIENTO DEL OBJETIVO: además de la inteligencia previa -exterior e interna- los atacantes conocen «prima facie» los espacios a penetrar (si hay alarma, si hay vigilancia, rondines, policia adicional, etc).
Sobre este último punto, viejos policías hablan de «llave en mano», es decir: entrega completa desde adentro del objetivo.
Haciendo especial referencia a los hechos recientes:
– Asaltos dentro de barrios privados, con suficiente seguridad física y tecnologica: son llamativos y las autoridades investigan los entornos próximos a las víctimas: mucamas, choferes. proveedores y en segunda intancia: vigiladores o empleados de la intendencia del barrio privado.
– Asaltos a edificios: la Capital Federal, pese a todo, es una de las ciudades con un buen indice, sensación y sabor a seguridad -publica y privada-. No obstante el 85% de los edificios en torre, de oficinas o consorcios de viviendas se ubica en esta jurisdicción y más del 45% fueron víctimas, en los últimos 5 años de hechos delictivos. La mayoría de los edificios asaltados recientemente tenía: vigilancia privada, cámaras de video o se ubican en áreas de especial control policial.
En síntesis: este primer análisis, concluye en que es difícil penetrar en un edificio, atacar objetivos predeterminados y correr una infinidad de riesgos sin una adecuada cobertura externa y sin una entrega asegurada.
En otro orden, la desmedida presión política sobre las Fuerzas Policiales es un ingrediente negativo en la conflictiva situación imperante.
Hay en el país muchos «pequeños conflictos» o «guerras privadas» que si se suman dan una magnitud crítica (constantes cortes de calles y rutas, grupos estudiantiles radicalizados, organizaciones no gubernamentales politizadas, padres de víctimas, ahorristas, trabajadores en conflicto, etc).