Bloqueo a Gaza (24 al 30 de septiembre de 2007)

Bloqueo a Gaza
El gobierno de Israel acaba de declarar a Gaza «entidad hostil» y amenaza con cortarle el suministro de combustibles, desconectarle el flujo eléctrico, restringir al máximo la circulación de personas y adoptar otras medidas de castigo. Reacciona así el régimen de Ehud Olmert a los ataques de cohetes de la organización extremista islámica Hamas contra el suelo israelí.
Pero ocurre que Gaza no es un ejército enemigo, ni una agrupación terrorista, sino una comunidad civil de un millón y medio de habitantes establecida en 360 kilómetros cuadrados que limita con el Estado de Israel a lo largo de 51 kilómetros. En esta comunidad viven, sin duda, muchos enemigos mortales de Israel, algunos de los cuales son terroristas sin escrúpulos. Pero su inmensa mayoría son trabajadores, mujeres, niños, ancianos, enfermos… Contra todos ellos ha decretado Israel el feroz bloqueo, que convertirá en catástrofe humanitaria lo que ya es una ruina, donde la economía sucumbió y se sobrevive de cualquiera manera. Es una larga historia que se remonta a la guerra de 1967, cuando Israel ocupó la franja de Gaza. Más tarde, esta regresó a manos palestinas (1993) y en junio pasado Hamas ocupó el lugar a sangre y fuego y expulsó al gobierno rival del presidente Mahmud Abbas.
Obligado por su desprestigio político, el primer ministro Olmert optó por medidas de fuerza que violan la ley y atropellan a la población civil de Gaza. Washington ofrece tímido apoyo a la decisión, pero en privado la considera contraproducente. Entre tanto, la ONU advierte a Israel que el bloqueo quebranta las normas internacionales y, aunque condena los cohetes de Hamas, previene sobre el injusto castigo que sufrirán los inermes habitantes de la franja. Ya venían ellos padeciendo el bloqueo económico y las restricciones de circulación de trabajadores y de bienes.
La construcción está paralizada; 80.000 obreros perdieron sus empleos; la exportación de flores se redujo notablemente; la cosecha de fresa se halla en peligro y la recolección y exportación de otros productos se ven amenazadas por las medidas del Estado vecino. El corte permanente de luz (ya se efectuaban cortes parciales) significa que las bombas de agua no operarán y que la planta de tratamiento de aguas negras dejará de funcionar. En estas condiciones, de las que solo se salvarán los hospitales, no habrá escuelas y se verá afectado el trabajo.
Nada positivo consigue Israel con estas violaciones de la ley internacional. Solo aumentar el antisemitismo palestino y fortalecer a Hamas.
editorial@eltiempo.com.co
Redactor de EL TIEMPO.

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