Debemos trabajar en las causas de la inseguridad

Debemos trabajar en las causas de la inseguridad
El día de ayer me entrevistó el psicoanalista Jorge Bruce. El tema era la seguridad en el domicilio y como fue en radio Capital, abrieron sus micrófonos para que sus oyentes opinaran. Las dos primeras llamadas bastaron para certificar lo que ya sabía: la inseguridad ciudadana es un fastidio para la población, pero ambas llamadas tenían algo en común y es que los oyentes conocían a los «fumones», así los llamaron, que hacían violencia en sus zonas.
El pandillaje es el mal recurrente en muchos de los distritos, no solo de la ciudad de Lima sino del país en general. El delito juvenil es el que predomina en nuestras calles, sin duda los ciudadanos somos los ojos y oídos de nuestras zonas, tenemos una valiosa información que bien canalizada serviría para que las autoridades puedan realizar un trabajo mucho mas adecuado.
La semana pasada Cedro había informado la detección de mas de 1.200 puntos de ventas de drogas en Lima y el Callao, producto de las llamadas de los adictos que de alguna manera se quieren liberar de ese flagelo. Los padres de familia también conocen cuándo uno de sus hijos son parte de una pandilla, el problema de presentar la denuncia es la falta de credibilidad que tiene la población en las autoridades de seguridad publica y justicia, esa es la verdad.
En ello se debe trabajar, buscar los mecanismos para que esa valiosa información sea canalizada de forma correcta. Como siempre sucede en los medios de comunicación, el tiempo que estuve con Jorge Bruce quedó corto y muchas preguntas y respuestas quedaron por resolver. Sin embargo, quedó claro en la entrevista que la actitud hacia una cultura de seguridad preventiva por parte de la población era el primer paso a seguir, identificar nuestros riesgos y vulnerabilidades el segundo y sin duda alguna y de acuerdo a nuestras posibilidades, el uso de equipos y sistemas optimizaran nuestros niveles de protección.
Aprovechare para ir al problema de fondo, proponer la importancia que tiene la de estudiar y trabajar varios frentes en la delictualidad juvenil. Los delitos de los adolescentes y jóvenes es un fastidio generalizado y la gran preocupación para la ciudadanía, en diversos distritos de Lima sobre todo los fines de semana el pandillaje se adueña de las calles, y hoy lo hacen con más violencia y vienen reemplazando en forma gradual sus armas blancas por armas de fuego.
No debemos seguir solo trabajando los efectos de este fenómeno, ya debemos ir a las causas del mismo, casi la totalidad de esa juventud esta desesperanzada, ya que están fuera del sistema educativo y del mercado del trabajo, carecen en muchos casos también de un marco familiar adecuado o sus hogares son disfuncionales. Ellos se sienten excluidos socialmente, viven su día a día con carencias básicas como agua o luz, no tienen además acceso a deportes o a una sana recreación, no siendo una excusa pero definitivamente ello marca y estimula para que un joven pueda cruzar muy rápidamente la delgada frontera entre el bien y el mal y cuando ese drama es compartido con varios de ellos.
Es allí un caldo de cultivo ideal para pasar a formar parte de las llamadas pandillas juveniles, solo así podrán tener dentro de sus carencias un lugar de pertenencia, de decir aquí estamos, en la practica esa juventud vive en un “acorralamiento social”, esos son algunos de los principales factores que los hacen altamente vulnerables a ingresar a la violencia y al delito.
Por lo que escucho en varias entrevistas cuando abren los micrófonos de las radios, es que la población reclama como respuesta de parte del Estado mano muy dura frente a este fenómeno. Ello es una visión que apunta a un tratamiento básicamente policial, piden que vayan presos a si sean por faltas, reducir la edad del encarcelamiento, juicios acelerados, el servicio militar obligatorio, en general implantar penas mas severas hasta los extremistas que piden la pena de muerte.
Para ello tendríamos que cambiar muchas cosas por ejemplo realizar una profunda reforma en la policía, retirando de ella a sus miembros corruptos, dotándola de recursos apropiados empezando de un sueldo justo y no lo que perciben en la actualidad que los obliga a trabajar en sus días de descanso, equiparlos y capacitarlos en forma permanente, en pocas palabras sanearla y profesionalizarla. Además tendríamos que darles mas facultades a la policía de las que hoy tienen, otra cosa urgente que se tendría que hacer es la construcción de por lo menos 3 nuevos penales en Lima.
Así como el repotenciamiento en infraestructura y equipamiento de seguridad preventiva en los que ya tenemos, sin duda hasta aquí suena como a utópico. Si a ello le sumamos que la realidad ha demostrado que el tema es más complejo que tomar esas acciones, veamos por qué en Centroamérica zona donde están las pandillas juveniles más peligrosas y violentas, como las Maras, diversos estudios han demostrado que los países como El Salvador, Guatemala y Honduras que aplicaron la llamada mano dura han fracasado en reducir el delito y por el contrario sus cifras de inseguridad se elevaron, y el número de pandilleros aumentó.
Entonces ¿qué hacer? Los países exitosos en seguridad ciudadana, lo han sido gracias a una política de exclusión cero, de acuerdo que hablamos de otra realidad, pero voy a la esencia del contenido como propuesta. Suecia, Dinamarca, Noruega o Finlandia, teniendo incluso un menor número de policías por habitante, tienen tasas bajísimas de delitos, su éxito radica en abrir plenas oportunidades de inclusión para los jóvenes, tienen garantizados la salud, educación, posibilidades de trabajo y existe como política de Estado una fuerte protección a la familia.
La fórmula es tan buena que ya el Presidente de Brasil Lula comprendió el problema y acaba de implementar un gran programa en esa dirección que lo ha llamado “Tierra de Paz”. Con ello Lula realiza una apuesta seria para enfrentar la criminalidad en las Fabelas de Río de Janeiro. La inversión es de más de 580 millones de dólares. Sin duda es un político que sabe que el costo será superado por el beneficio, el plan se dedicará a colocar servicios de salud, escuelas, deportes, oportunidades laborales, y de capacitación, desarrollo cultural, etc. Estoy convencido de que sólo con ese tipo de respuestas integrales se podrán sentar las bases para empezar a reducir las tasas de delitos y violencia.
Finalmente, se deben trabajar de forma urgente, políticas públicas a favor de esa gran masa juvenil de alto riesgo que hoy está desesperanzada. Hay que desestimularlos a ingresar a un camino equivocado, empecemos por darles un adecuado programa de servicios sociales y de conferencias, deportes, estudios, labores, que sientan que no están solos. Ya se las ven bastante difícil con sus problemas de vida, que sientan la presencia de un Estado dispuesto a darles la mano y a no ignorarlos. Eso sí, si fallan que estén seguros que no habrá impunidad y que les esperara una dura sanción.

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