Desde mi calabozo

Desde mi calabozo
Hoy es mi deseo dirigirme a todos los venezolanos. A los de nacimiento, a los venezolanos de corazón, a los de aquí y a los que vinieron a confiar su destino y el de sus hijos al futuro de un país libre. A los venezolanos mayores y a aquellos que son jóvenes e inician una vida independiente. A los venezolanos todos, sin importar su raza, credo, ubicación, tendencia política, actividad económica o creencia personal. En fin, a todos los que realmente constituyen una Patria, ésta, Mi Patria.
Deseo hacerlo para dar utilidad al secuestro ilegal e injusto al que estoy, al igual que otros, siendo sometido, y es por eso que escribo este mensaje. Quiero hablarles de algo que nos involucra y nos afecta a todos, sin distinción, sin excepción. Quiero hablarles de la justicia. De esa justicia que debe hacernos a todos iguales ante ella; de la que esperamos de manera fluida y natural cuando las instituciones de un país son confiables.
De esa justicia que constituye la base de la democracia; de la que nos hace andar por el camino correcto; de la que permite que los inversionistas crean en nuestro país; de la justicia que le permite a usted trabajar y recibir un salario digno y justo, que permite el respeto de sus derechos humanos, el derecho a la vida. De la justicia que nos permite crecer como personas, que nos permite asegurar nuestro propio futuro y que nos garantiza vivir en nuestra Patria sin temor.
Por eso también este mensaje es para aquellos que han tenido que salir de la Patria a buscar ese futuro en otro país. Yo sé lo que es la justicia, sé cuanto vale, sé lo importante que es para un país y una sociedad. Durante muchos años luché por ella, algunas veces hasta expuse mi vida junto a la de mis subalternos para defender el derecho de justicia de los ciudadanos ante el crimen. Eso es lo que hace un verdadero policía. Y por eso les alerto que la justicia en nuestro país se está perdiendo.
El concepto de Justicia se ha transformado en la decisión de unos pocos en función de intereses particulares. No importa en qué lado estés, si has estado cerca del poder, si lo has adversado, si eres inocente, si nunca te has metido en política, si sólo te dedicas a tu actividad comercial o laboral, si sólo eres un ciudadano, si alguna vez has votado, si no te importa la política o incluso si vistes con camisa roja.
Basta que algo que hagas, con o sin intención, afecte el interés de quienes han secuestrado a la justicia para que seas un objetivo.
Hay sobrados casos hoy en día, en cualquier ámbito, incluso en los círculos más allegados al poder. Cualquiera puede ser un objetivo, a cualquiera le pueden fabricar un expediente. A cualquiera le pueden confiscar su empresa, su finca, su tienda. Lo pueden acusar y lo pueden detener, siempre bajo la manipulación de una Ley o sencillamente creándola para ese fin.
Gracias a los medios de comunicación que aún luchan por mantener el cumplimiento de su deber de informar con la verdad, todos ustedes han conocido la situación que enfrento junto a otros venezolanos, únicamente por razones políticas. Aunque el juicio que se nos sigue a 2 Comisarios, 8 PM y a mí no ha concluido, puede decirse que hemos sido condenados a priori por 3 personas fallecidas y 19 personas heridas durante los lamentables hechos del 11-A.
Me atrevo a incluir el término ¨a priori¨, pues se trata de una condena aplicada no en virtud de la verdad, no por ser culpables, no en razón de la justicia. Por el contrario, nuestra condena busca satisfacer deseos de venganza y trata de cubrir la verdad de los hechos. Eso nos hace presos políticos.
Particularmente, fui secuestrado por instrucciones del Gral. Castor Pérez Leal el 22 de Noviembre de 2004 a las 7:30 AM en Maracaibo, cuando me disponía a montarme en un avión, luego de haber pasado todos los controles de seguridad e inmigración, cosa que demuestra que nadie me estaba buscando y que yo no me estaba escondiendo.
Fui llevado a una base militar en Barquisimeto y allí permanecí incomunicado, mientras en el Ministerio Público los entonces fiscales Oliver Naveda y Luisa Ortega Díaz armaban (sí, literalmente armaban) un parapeto de expediente para justificar mi supuesta detención. Tan evidente fue el parapeto, que ni siquiera consta en el libro diario donde deben hacerse todas las anotaciones referentes a causas penales.
El entonces Juez, Maikel Moreno, fue quien ordeno mi ¨detención¨ por el caso 11-A. Maikel Moreno, que había sido parte del juicio, pues fue el abogado de los conocidos como ¨Pistoleros de Puente Llaguno¨, a quienes el mundo entero vio, gracias a la TV, disparando contra personas desarmadas.
¡Vaya descaro! Por si fuera poco, el juicio ya estaba radicado en la ciudad de Maracay por instrucciones del TSJ, por lo que el Juez Maikel Moreno, con competencia en Caracas, no podía conocer de la causa. La Fiscalía extorsionó a los 8 funcionarios de la PM para que declararan en mi contra y en contra de Henry Vivas y Lázaro Forero para crear una justificación de nuestra detención.
Testigos manipulados por la misma Fiscalía han dado falso testimonio y han mentido deliberadamente. Todo esto ha sido denunciado por la defensa durante cada audiencia, pero como se ha hecho costumbre, el reclamo no surte efecto alguno. Pero el descaro no acaba aquí.
En el año 2005, el para entonces Fiscal General de la República, Isaías Rodríguez, recibió en su despacho a mi esposa, y luego de una larga conversación le dijo: ¨Yo sé que su esposo no está involucrado en los hechos del 11-A, así me lo hizo saber la Fiscal del caso Luisa Ortega Díaz, pero debemos esperar el juicio¨.
El Fiscal Isaías Rodríguez reconoció mi inocencia pero las palabras quedaron tras la puerta de su despacho y 40 meses más tarde, y después de haberme tenido privado ilegalmente de mi libertad, la Fiscalía sigue manipulando, tergiversando y alterando todo cuanto sea posible para ocultar el hecho de que todavía no hay una sola evidencia en el juicio que demuestre ninguna responsabilidad de mi parte en los hechos del 11-A.
Producto de lo que he experimentado en estos más de 3 años, ya no puedo confiar en el sistema de justicia venezolano. Lo he visto por dentro, lo he vivido y por eso me he negado a seguir asistiendo a las audiencias de un juicio descaradamente manipulado por la Juez 4to de Juicio de Maracay, Marjorie Calderón Guerrero.
He querido relatar parte de mi caso particular, pero aquí en los pasillos ¨A y B¨ de DISIP y en Ramo Verde hay otros policías, banqueros, militares, deportistas y profesionales de toda índole, cuyo único factor común es ser representantes de la Venezuela que no apoya la mentira de este Gobierno.
Somos una muestra de lo que son ustedes allá afuera. Somos seres humanos con religiones diferentes, con maneras de pensar distintas, con actividades diversas, con puntos de vista diferentes, pero unidos en este infierno común, secuestrados de nuestra familia y de nuestra cotidianidad.
La Fiscalía forja, manipula y altera las pruebas para, en complicidad con los Jueces, ¨fabricar¨ un caso que justifique nuestra detención, en el caso de algunos, por años. Como es rutina ya, el oficialismo y sus personeros (o debería decir sus títeres necesarios) manipulan la Ley a su conveniencia, haciendo caso omiso de sus disposiciones expresas.
Se desconoce el debido proceso, se violan sistemáticamente principios y normas legales; y se ultrajan los derechos humanos de quienes estamos siendo juzgados. Todo esto sin importar a quién se dañe o a quién se engañe. Debo agradecer a los medios de comunicación social, que aún resisten la mordaza totalitaria, el que den difusión a este mensaje.
Yo debo permanecer en mi calabozo, bajo un claustro físico, pero no mental. Podrán encerrarme a mí, pero no a mi dignidad. Les pido a ustedes, que están allá afuera, que abran los ojos, que despierten. A cualquiera le puede pasar un día, cada vez más cercano, el ser víctima de esta supuesta justicia. No pienses que a ti no te va a pasar.
La lucha debe ser para poder confiar otra vez en las instituciones, para poder rescatar el estado de derecho, para asegurar el futuro de tus hijos. Para que puedas verlos crecer junto a ti. Para que tengan un país. Un país donde quepamos todos y donde no nos odiemos entre nosotros. No dejen en otro la responsabilidad. No esperen que sus hijos les reclamen mañana.

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