En la historia contemporánea del delito en Venezuelahan habido muchos casos de conmoción en la opinión pública, pero cuandoanalizamos delito por delito y tocamos el del secuestro, sin duda alguna, nosviene a la memoria dos de ellos que causaron fuerte impacto ante la opiniónpública sobre todo por el extenso tiempo de cautiverio en que permanecieron susvíctimas y porque en ambos casos se pudo apreciar un rasgo común, aun cuandosucedieran en épocas diferentes.
Este rasgo observado desde el punto de vista de la investigación criminal, hacereferencia a los errores policiales cometidos en ambos secuestros, fallas queindudablemente atentan contra el libro del ABC de cómo se debe trabajarpolicialmente un secuestro, de esta manera se destaca lo importante: no detenera nadie hasta que aparezca el secuestrado, ya que aparte de entorpecer lasnegociaciones, puede poner en peligro la vida del plagiado o prolongar suentrega, como ocurrió en ambos casos.
El 27 de febrero de 1976, siete hombres armados, tomaron por asalto la quintaBetchirro, ubicada en la calle Isla Larga de la Urbanización Prados del Este,de Caracas; allí secuestran al industrial William Frank Niehous, vicepresidentede la fábrica de vidrios Owens Illinois, durante las primeras investigacionesse le asignó la responsabilidad del secuestro a tres organizacionesclandestinas de extrema izquierda, que no se habían acogido a la política depacificación -similar al caso de secuestro años atrás, del industrial de lahojalata Carlos Domínguez- los Grupos de Comandos Revolucionarios (GCR),Bandera Roja (BR) y a la Organización de Revolucionarios (OR) brazo armado dela Liga Socialista (LS), en una operación que la denominaron “operaciónArgimiro Gabaldón”.
Casi cinco meses después de ocurrido el secuestro, el 22 de julio ocurren lasprimeras actuaciones por parte de la Disip, de esta manera se procede a ladetención de Iván Padilla Bravo y David Nieves en el parque infantilParamaconi, ubicado al final de la avenida Boyacá de la urbanización SanBernardino de la ciudad de Caracas, justo en el momento en que ambos sedisponían a cobrar un adelanto de pago del rescate. Un día después ocurre ladetención del secretario general de la Liga Socialista Jorge Rodríguez, quienluego de dos días de detención aparece muerto en una celda de la Disip. Al díasiguiente el Ministro del Interior para ese entonces Dr. Octavio Lepage ofrecióuna rueda de prensa en la cual explicó los hechos, asignándole laresponsabilidad de los mismos a los diputados del extinto Congreso Nacional:Salom Meza Espinoza y Fortunato Herrera, a quienes se les solicitó elallanamiento de su inmunidad parlamentaria, concluyendo para la oportunidad,que el caso estaba totalmente esclarecido y que estaban detenidos casi todoslos integrantes del grupo secuestrador, faltando por capturar a Carlos LanzRodríguez y Fernando Soto Rojas, obviando en esta rueda de prensa tocar el temade la liberación con vida del secuestrado.
Tres años después del secuestro, el 11 de junio de 1979, el señor PedroMathison propietario de la hacienda Dividive, ubicada en el estado Bolívar,denunció un robo de reses en sus predios y ante la insistencia del hacendado,el jefe de la delegación de la Policía Técnica Judicial (PTJ) de Ciudad Bolívarel día 29 de ese mismo mes, ordena a dos de sus funcionarios dirigirse a lacitada hacienda en un jeep y luego a desplazarse treinta kilómetros a caballo einvestigar sobre unas osamentas de vaca allí aparecidas y que guardabanrelación con el delito de abigeato, allí, y por pura coincidencia encontraronen un rancho a tres personas, dos de ellas portando una subametralladora y unaescopeta, la otra persona era un individuo alto, delgado y de largos cabellosque se identificó como William Frank Niehous.
Dos décadas después, el 15 de julio de 2000, un número aproximado de 12personas con uniformes militares de campaña, portando armas cortas y largastomaron por asalto el haras San Francisco, ubicada en Tocuyito estado Caraboboy luego que aterriza una avioneta Beecheraft King 90 secuestran a su piloto ypropietario, el empresario Richard Boulton, muchas conjeturas e hipótesis sehicieron durante los primeros días, alegando que se trataba de hampa común oque había sido una operación de las guerrillas colombianas, esta últimahipótesis la negó el gobierno en reiteradas oportunidades, lo cierto es quecuatro días después los medios de comunicación informaron sobre diversosallanamientos y detenciones en las ciudades de: San Cristóbal, Maracay yValencia y posteriormente el ministro de Interior y Justicia Luis AlfonsoDávila, acompañado del viceministro de Seguridad Ciudadana anunció al país enuna rueda de prensa la detención de once personas y el esclarecimiento delcaso, resaltando textualmente que “el caso estaba policialmente resuelto” obviandoen esta rueda de prensa tocar el tema de la liberación con vida del secuestrado–al igual que lo hizo su antecesor el Dr. Lepage- y la aparición de laavioneta. En el transcurso del tiempo se manejaron muchas conjeturas sobrecomunicaciones entre la familia y los secuestradores, hasta que justamente dosaños después del plagio, el 15 de julio de 2002, es entregado a la Cruz Rojacolombiana el empresario Richard Boulton, gracias a la intervención de CarlosCastaño un importante líder de los paramilitares colombianos, quien reconoce laautoría del secuestro por un grupo disidente de sus filas; posteriormente, eldía 5 de diciembre de 2002 un tribunal mixto dicta sentencia condenatoria aocho de los detenidos: José Gregorio Montana, Douglas Calderón, Alexander Mata,Mario Celis, Jesús Quijano, Nelson Noguera, Juan Meneses y Gregorio Perozo.
Como puede apreciar cualquier lector, es importante destacar la importancia deque estas circunstancias, hechos y errores no se repitan, pues desgraciadamentelos que cargan con ellos son los secuestrados y sus familias. El investigadorpolicial que trabaja en este tipo de delito conoce muy bien su trabajo, pero enmuchas oportunidades los errores cometidos obedecen a un deseo de desesperacióny protagonismo político, que coloca a un lado las notorias y peligrosasconsecuencias de esta actuación.