El imperio de la ley (19 al 26 de mayo 2006)

Si algo hemos visto en Sao Paulo durante los últimos días es un increíble retroceso en el ejercicio del imperio de la ley. Por supuesto, esas cosas no ocurren de la noche a la mañana. Seguramente, esto que hemos visto es el resultado de un proceso degenerativo que hace posible que un grupete de antisociales, por demás plenamente identificados por las autoridades, ponga en jaque a una ciudad de aproximadamente 11,5 millones de habitantes, provocando incluso bajas en la actividad económica.
Ataques armados a los puestos policiales, bloqueo de calles y quema de vehículos de transporte colectivo, amenazas veladas y públicas a los gobernantes regionales, saqueos…Todo esto ha sito atribuido a una banda delictiva denominada Primer Comando de la Capital (PCC). Un excelente trabajo divulgado por el diario El País de España (ubicable a través de un enlace al final de este artículo) indica que esta organización delictiva nació y creció en las prisiones de Sao Paulo. Desde allí, Marcos Williams Herbas Camacho, alias Marcola, comanda los estamentos del submundo criminal que germina tras las rejas, pero que crece y se desarrolla en las calles de la urbe, tal y como lo ha demostrado con hechos fehacientes.
Un análisis a las informaciones sobre la situación planteada en la ciudad brasileña nos remite a una situación muy parecida a la que hemos visto, también en meses recientes, en países como Ecuador, Honduras, México, Guatemala y El Salvador: el hampa no reconoce barrotes. La cárcel no representa para los líderes de las organizaciones criminales más que un leve accidente. Desde la celda, acaso, pueden gobernar sus asuntos con la seguridad que les ofrecen sus propios compinches de encierro, y también los propios vigilantes de prisiones, quienes a menudo figuran en sus nóminas de corrupción.
Aún en la reclusión, Marcola y sus secuaces tenían todo lo que hace falta para la adecuada conducción de cualquier estructura jerarquizada, y que se conoce con la fórmula CCCI: comando, control, comunicaciones e inteligencia. Veamos algunos ejemplos para constatarlo.
*Comando es la capacidad para impartir órdenes y que éstas sean cumplidas a través de los diversos estratos de la organización. Supone la existencia de una “cadena”, línea o sucesión de liderazgos a través de los cuales estos mandatos fluyen, hasta llegar a la persona o célula indicada para ejecutarla. En el caso del PCC el comando está claro. Esta semana hemos leído y visto cómo Marcola imparte órdenes a sus compañeros de celda y a los grupos delictivos ubicados en las calles. Los motines tienen un objetivo, que es impedir el traslado de los líderes del PCC hasta reclusorios donde no tendrían las comodidades de las que gozaban en la penitenciaría Presidente Wenceslau.
*El control se refiere a la capacidad para que las órdenes sean cumplidas en los términos en los que son impartidas. Ni más, ni menos. Para que haya un adecuado control es necesario tener información con la mayor proximidad posible sobre los hechos relativos al cumplimiento de la orden. Es difícil pensar que desde la cárcel se pueda tener el control sobre lo que sucede en la calle. Pero en este caso así parece. Marcola exigió en entrevista realizada con una cadena de televisión de Sao Paulo el cese de la intención de trasladarlo a él y sus compinches a una cárcel de mayor seguridad, y exigió además que llevaran televisores a los reclusorios de la ciudad, de manera que los reos pudieran ver el mundial de fútbol. Con la llegada de los aparatos, la violencia en las calles amainó.
*¿Cómo impartía Marcola sus órdenes? He aquí uno de los aspectos más interesantes del asunto, referido a las comunicaciones. Existen, por lo visto, dos canales. Uno es cara a cara. En él la información es transmitida según códigos preestablecidos, verbales y gestuales, a miembros del grupo criminal adentro y afuera de las prisiones, y viceversa. Pero el líder del PCC también posee teléfonos celulares, a través de los cuales mueve a sus secuaces y concede entrevistas con los reporteros, tal y como hizo con la TV Bandeirantes. No en balde, una de las medidas adoptadas por las autoridades para mitigar las revueltas callejeras ha sido el bloqueo total de las señales de telefonía celular en 6 penitenciarías consideradas claves para el PCC.
*La capacidad de generar inteligencia también quedó demostrada. Los desórdenes en Sao Paulo se originaron porque un informante en la administración de prisiones reveló a Marcola el contenido de unas declaraciones secretas formuladas ante el Congreso de Brasil, en la que se adelantaba la intención de trasladar a la cúpula del PCC a una localidad a 600 kilómetros de la ciudad, con la finalidad de entorpecer sus actividades.
El PCC, de hecho, desafió al Estado brasileño, y da la impresión de que ha salido ganancioso. ¿Serán ciertos los rumores sobre una negociación con él, a cambio de que ordenara aplacar los ánimos en las barriadas? De ser así, es probable que vuelva la calma a Sao Paulo, pero simplemente como el preludio de una tormenta aún mayor.

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