El mercado de la piratería (6 al 13 de enero 2006)

La “piratería” o falsificación de artículos de marca es un dolor de cabeza para la mayoría de las industrias del mundo capitalista, pero afecta especialmente a las de los sectores del vestido, la producción de programas informáticos y la música. Según el departamento de Comercio de Estados Unidos, esta práctica (que en muchos países constituye un delito) ha generado pérdidas anuales por 60 millardos de dólares.
Es muy difícil corroborar la veracidad de esta cifra. Pareciera más sensato hacer estudios sectorizados, y tomar nota sobre el desarrollo de esta actividad en localidades o regiones antes de emitir una conclusión general.
En el caso de los programas informáticos, la Alianza para el Software de Negocios (BSA, por sus siglas en inglés) divulgó un estudio global a mediados del año 2004. El informe se basó en una investigación de mercado, que incluyó entrevistas a 5 mil 600 usuarios finales en 15 países. Debido al método utilizado, la propia organización reconoció la dificultad de comparar los resultados obtenidos con los arrojados por sondeos de años anteriores.
No obstante, saltó a la vista que la industria estaba ante una tendencia creciente al uso de copias ilegales de programas. Para el momento en que la BSA divulgó el documento (julio 2004), “por cada dos dólares de software comprado legítimamente, hubo un dólar de software obtenido ilegalmente”. Esto representó una pérdida para la industria de aproximadamente 30 millardos de dólares.
Las regiones del mundo que con mayor frecuencia utilizan programas informáticos copiados en forma ilegal son Europa del Este, Latinoamérica, Medio Oriente/Africa y Asia Pacífico. Las estadísticas, reconoce la propia organización, varían en el interior de cada una de las regiones debido a la incidencia de factores tales como la legislación que protege el derecho de autor, el crecimiento de los mercados y las diferencias culturales.
La piratería, como se dijo al comienzo, ha afectado profundamente a otras industrias. Algunas estadísticas relativas al mercado de los libros son preocupantes. El presidente de la Cámara Colombiana del Libro, Germán González Villa, esta práctica ocasiona pérdidas por 25 millones de dólares anuales. Un ejemplo claro fue el caso de la obra del escritor Gabriel García Márquez, Memoria de mis putas tristes: los ejemplares ilegales estuvieron en poder de los buhoneros dos semanas antes de la fecha pautada para el lanzamiento oficial del libro.
En el caso de la música, las copias de discos compactos y los programas de intercambio de piezas por Internet (denominados P2P) han ocasionado las mayores pérdidas. El Centro de Información Digital, una organización con sede en Canadá, calculó que entre noviembre de 2003 y junio de 2004 (cifras más recientes) las pérdidas por la piratería se situaron en 3 millardos 749 millones de dólares.
La reproductibilidad de los documentos, sean digitales o de otro soporte, ha sido siempre un factor que posibilita la piratería. En cada sector industrial esta situación ha sido afrontada con diversas medidas. En el caso de los discos compactos, Sony anunció este año la incorporación de un programa que limita el número de copias. En el caso de los programas informáticos, Microsoft aplica diversas medidas para la identificación de los usuarios finales. Con esto pueden ubicar el lugar en el que han sido vendidos los programas piratas. Hasta ahora, no han penalizado a estos usuarios, pero nadie garantiza que en el futuro inmediato esto no ocurra.
Es importante tomar en consideración que el comercio de bienes de marca falsificados cada día ocupa a un mayor número de personas, especialmente en las economías deprimidas, donde la mayor parte de la población no puede acceder a los productos originales. Esto incrementa la dificultad para erradicar del todo esta práctica. En lugares como la Triple Frontera entre Paraguay, Argentina y Brasil, se ha señalado que la venta de prendas y programas falsificados sirve para el financiamiento de organizaciones terroristas en el Oriente Medio y en Europa.
Lo que inicialmente se ha planteado como un problema netamente económico o legal, con el pasar de los días se hace más complejo al adquirir visos políticos y sociales. En Caracas, los decomisos de ropas de marcas falsificadas a menudo concluyen en alteraciones al orden público.
Es necesario reconocer, sin embargo, que desde el punto de vista del consumidor final los programas o discos “piratas” no representan ningún problema. Por el contrario, abren la posibilidad de adquirir bienes o servicios a los que anteriormente no tenían acceso por razones económicas. Un disco de música, por ejemplo, puede ser encontrado en el mercado informal a un precio 10 veces menor que el ofrecido en las mejores rebajas de las tiendas formales. Cualquier solución en este aspecto pasa por reducir la brecha de precios que hay en ambos mercados. Y para esto hace falta mucha creatividad.

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