El primer terrorista de Virginia (21 al 28 de noviembre 2003)

 John Allen Muhammadfue hallado culpable de los 4 cargos que la Fiscalía del estado de Virginia leimputó como consecuencia de los asesinatos en serie reportados entre los mesesde septiembre y octubre de 2002 en Virginia, Estados Unidos.

 

Para el momento en que salen estas líneas, el mismo juradoque lo responsabilizó por las muertes está por decidir si el reo debe sersentenciado a pena capital. El tema al parecer ha sido objeto de controversias,por lo que las discusiones podrían alargarse. Como se sabe, el grupo deberá llegar a una decisión unánime en torno aeste delicado asunto.  A estas alturasen Segured.com reiteramos lo dicho hace un año en cuanto a que la evidenciadisponible hace pensar que Allen recibirá la inyección letal, u otra de lasalternativas para esta sanción.  Suúnica salvación radicaría en la dificultad para comprobar que fue responsablede al menos 2 de las 9 muertes que le atribuyen. En este caso sería confinadode por vida en presidio.  Mientras tantocorre el proceso contra John Lee Malvo, el joven que solía acompañar a Allen ensus andanzas.

 

Al protagonista de este juicio lo acusaron de conspiraciónpara cometer homicidio, uso ilegal de un arma de fuego y finalmente departicipar en múltiples homicidios con la finalidad de causar terror entre lapoblación. Este delito fue tipificado en las leyes del estado de Virginia luegode los ataques del 11 de septiembre de 2001, y es precisamente el punto máscontroversial.

 

Este caso sin dudas tuvo un gran impacto entre loshabitantes de Virginia, hasta un punto tal que el debate oral fue radicadofuera de la jurisdicción original.  Estoevidencia la dificultad de lograr un juicio justo en este tipo deprocesos.  Analicemos lo siguiente.  Para establecer que los 9 asesinatos fueronhechos con la finalidad de aterrorizar fue necesario:  1) vincular al menos dos de estas muertes con un mismo autor(John Allen), y 2) que más allá de la eliminación física el reo deseaba generarun estado psicológico en la comunidad.

 

El segundo aspecto tiene implícita una interesantecontradicción. Se supone que los jurados deberán deliberar ajenos de todo loque se ha informado u opinado en este caso, y aún así deberán ser convencidosdel efecto que Allen deseaba generar en sus estados anímicos.  Y cuando señalamos “deseaba” es eso y nadamás.  Puro dolo, mas no si ese proyectode aterrorizar realmente se concretó. Este razonamiento pareciera una sutileza, pero no lo es.  Los jurados deberán prestar atención a lasexpresiones del deseo de Allen y no a las consecuencias que las muertesefectivamente tuvieron sobre la población, como fueron por ejemplo el cierretemporal de las escuelas y la suspensión de espectáculos públicos.

 

Es posible que si esta distinción estuviese clara en esegrupo de 13 personas Allen se salvaría de la pena capital.  Pero insistimos en que será condenado amorir porque en fin de cuentas todos los factores “externos” al procesoconspiran en su contra:  se trata de unhombre de piel morena convertido a la religión islámica en una tierra que, sinaceptarlo abiertamente, hoy en día rechaza a los seguidores del Corán tantocomo lo hacían con los comunistas de la Guerra Fría.  Y lo que es peor:  Allense aprovechó de las habilidades aprendidas dentro del Ejército estadounidensepara arremeter luego contra la población de ese país.

 

Esto fue en verdad lo que hizo posible que Allen fuesecalificado como “lo peor de lo peor” por el acusador Paul Elbert, en suintervención de cierre.  Y eso permaneceen las cabezas de los jurados. 

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