El silencio del suicida

Obligan a un comentario algunas impactantes informacionesde la prensa diaria, citamos:

ü“… El 15 de enero del 2001 fue iniciado el primerconcurso de oposición para los aspirantes a ocupar los cargos de juez superiorpenal o civil de los estados Miranda y Vargas. El proceso concluyó el 15 demayo y duró 120 días continuos. En esa ocasión, de 66 aspirantes sólo pasaron 7…”;

ü“…De un total de 1.067 participantes, sóloquedaron 51…”;

ü “…reprobado95% de los abogados que concursó para ser juez….”;

ü“… considerando que la mayoría de los concursantes sonjueces y se supone que ya deberían tener experiencia en la redacción desentencias… además de las fallas de conocimiento jurídico, también las hay deortografía y redacción…”.

ü“…Estamos haciendo el análisis para saber cuántas de esaspersonas que fueron reprobadas en los exámenes son actualmente jueces…”.

Indiscutible

Dosdistintas pruebas de conocimientos y habilidades jurídicas, 1.133 candidatos yun resultado: sólo el 7,6 % (promedio) de los supuestos profesionales delderecho –entre ellos jueces en ejercicio– que se presentaron a concursos paraoptar cargos de jueces, aprobaron. Y laculpa de tal debacle, se deduce de la campaña sostenida para justificar lainseguridad en la que vivimos y de las reacciones ulteriores a las pruebas, latiene un texto: el Código Orgánico Procesal Penal (COPP).

Amás de dos años

ElCOPP tiene ya 2 años y 11 meses de promulgado y un año y cinco meses devigencia y aplicación (Promulgado el 23/01/98 GO 5208Ext., con entrada envigencia para el 01/06/99. Primera reforma 25/08/2000 GO 37022. Segunda reforma12/11/2001 GO 5558Ext.; reimpresa por error material el 15/11/2001), quienes sepostulan como candidatos a jueces, son –o deberían ser– abogados graduados enlas universidades nacio-nales, que, se asume, estudiaron por años esaespecialidad del saber y deberían conocer y practicar la expresión oral yescrita del idioma oficial en Venezuela, el castellano. Candidatos que deberíancomprender la filosofía del derecho, la teoría y la práctica forense; dominarlas formas y ámbito procedimental de la materia en la cual se diplomaron. Enespecial, conocer y entender principios de carácter universal que rigenmaterias como la política, la sociología y el derecho; contar con alguna experiencia en el ejercicio de la ciudadaníay como tales –habitantes del territorio donde pretenden ejercer los cargos paralos cuales optan en un concurso– cuando menos estar enterados del particularacu-mulado acontecer en el campo de su especialidad profesional.

Sies manifiesta la voluntad individual de optar a esos cargos desde el momento enque se inscriben y ejecutan la prueba, se asume, como mínimo, que es porque seperciben a sí mismos como suficientemente preparados para aprobarla, a defectode lo cual, una de dos: a) Los candidatos, por lo menos en un 92,4%, no estabanen lo absoluto preparados como ciudadanos ni como profesionales, menos aún comoabogados o como jueces y acudieron a esa prueba engañados a sí mismos otratando de engañar a otros. B) Sabiéndose o sabiéndolos individualmenteincapacitados, la decisión de acudir al concurso no es una expresión de lavoluntad individual de cada participante sino de un tercero o de terceros, en cuyocaso la voluntad de engañar a otros, a un país y a la sociedad que lo integra,es compartida.

Y se convierten ambas posibilidades en una sola, alenterarnos, por la prensa, de las expresiones públicas del grupo de fracasadoscandidatos a juez, los que no aprobaron y a una variante dentro del mismogénero, expresada por el asambleísta Alberto Jordán. Los primeros, con su aberrada propuesta de excluir el COPP–su texto y/o la reforma– como tema de la prueba: “…Un grupo de aspirantes al cargo de juez de la Corte deApelaciones de Caracas solicitó a la Comisión de Evaluación y Concursos queno incluyera la reforma del Códi-goOrgánico Procesal Penal en el te-mario de los concursos que tendrán lugarla próxima semana… La solicitud fue atendida…” ( negrillas nuestras). El Segundo: “… Nosotros pedimos el diferimiento pues el nuevo COPP acaba de salir. La falta detiempo para estudiarlo crea unainjusticia para quienes presentan el concurso y sobre todo, para los queaspiran a ser jueces superiores, aseguró el diputado…”. ( negrillas nuestras)

¿Revolucionario?

Revolucionario, ese personaje que se califica y pretendeser calificado como profesional, sin haber atendido y estudiado la materia parala cual supuestamente se tituló en una universidad.

Revolucionario,indudablemente, ese tipo de macizo ignorante que pretende ejercer comofuncionario de la justicia y tener poder de decisión en una de las másdelicadas y trascendentes responsabilidades del Estado y dondeirremediablemente en todo momento y en cada circunstancia, estará en juego lalibertad y los derechos de los ciudadanos.

Revolucionario,indiscutible, ese profano candidato a juez, quien sin haber aplicado en años elmás mínimo esfuerzo por conocer un texto normativo y una especializaciónprofesional –sobre cuya filosofía, teoría, principios, procedimientos ytécnicas, deberá soportar sus criterios para la toma de las particularesdecisiones en cada acto de administrar justicia–, pretende que se le otorguenméritos que no posee y con ellos, ejercer un poder decisión para disponer a sulibre albedrío e interpretación, de la libertad, de la vida y de la fortuna delos ingenuos que tengan la desgracia de caer en sus manos.

Revolucionariotambién pretender ejecutorias y desempeños cuya expresión oral y escrita,deberá estar materializadas a todos los efectos –ante las partes en losconflictos que dirimen y ante la propia sociedad–, en un idioma que dominan conprecariedad puesto que sus particularidades técnicas no les fueron enseñada porsus padres, no las aprendieron en primaria, no las atendieron en secundariay/o, definitivamente, las abandonaron por completo en la universidad que lostituló.

Vuelosin retorno

Sepercibe algo así como si un limpiador de letrinas sin ninguna otra experienciateórica o entrenamiento práctico, soportado sólo en la audacia de un acto, dela noche a la mañana se convirtiera –por su irresponsabilidad y la equivalentemanipulación de terceros– en un candidato a piloto de un Airbus A300, y a laempresa que lo pretenda contratar se la obligue a examinarlo solamente en lapráctica para hacer volar cometas, y luego, contratado e incorporado en lanómina, la empresa ponga en sus manos la cabina y los mandos de una aeronavecon 300 o más pasajeros a bordo. El resultado a esperar: un vuelo sin retorno.

Loque para ahora
o para después proponen los candidatos a jueces y el preocupadoasambleísta, es que sencillamente como en el pasado, entreguemos a cualquieraudaz iletrado la aeronave de la justicia venezolana que, como asumimos, está yestará destinada a un trascendente largo vuelo con más de 20 millones depasajeros a bordo y que, de ser así tal como ha sido propuesto por losinteresados y el preocupado asam-bleísta –como en el supuesto anterior–, será:un vuelo sin retorno.

Herenciay medio

Enotros términos, con muy limitadas y honrosas excepciones del pasado, en materiade Estado, seguridad pública y de justicia, se trata de imponer sobre lasociedad venezolana la continuidad en un estilo de administrar justicia. Raudopor el mismo camino ya transitado, puesto que, la experiencia existe y estápresente y vigente en los más impor-tantes cargos del sistema de justiciavenezolano –baste para ello sólo recordar antecedentes “profesionales” dealgunos de los más conspicuos integran-tes del TSJ y las ejecutorias en algunasimportantes decisiones del más alto Tribunal de la República–, circunstanciaque en el momento se conjuga, con la bien probada y manifiesta ignorancia eincompetencia que a diario se observa en el hacer y dejar de hacer de losgestores y responsables políticos del gobierno en funciones.

Portanto, herencia y medio se complementan en un diabólico juego de espejos haciaun mismo objetivo y con un mismo fin: la “lumperización” de la sociedadvenezolana, mediante la nivelación social por debajo. Basta para sumaterialización, la muerte del ciudadano. Que la sociedad en su conjunto y elciudadano en su individualidad, sean pasivos, guarden silencio y acepten –porcomodidad o por cobardía– no reaccionar y oponerse a tal barbarie. Pasividad,silencio y aceptación que se equipara a ese minuto final en la vida de quien seabandona al reconocerse derrotado, y opta por atentar contra su propiaexistencia y que percibimos como: el silencio del suicida.

Caracas,26112001

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