El valor de la experiencia en la negociación con rehenes

Cuando analizamos las crisis con tomas de rehenescalificadas de alto y altísimo riesgo, no debemos pensar en esos conflictoscríticos como procedimientos de simple resolución y evolución, sino comoincidentes donde deben aplicarse técnicas complejas.

Aún cuando sepamos cómo montar los procedimientos, qué estáocurriendo y prever la evolución de los acontecimientos en base a parámetrosmás o menos estandarizados; nunca podremos predecir total y certeramente sudesenlace si no hemos aquilatado un adecuado desarrollo del aprendizaje. Estoes así porque al ser eventos caóticos,donde están en juego una serie de elementos aleatorios, más la incertidumbre dela conducta humana, lo impredecible siempre estará presente.

Estos eventos trágicos de alto riesgo, no debemos valorarloscomo incidentes circunstanciales de escasa o extraordinaria ocurrencia y endonde solamente la capacidad táctica y habilidad del equipo que dirime elasunto ha sido el desencadenante de sus resultados cuando son favorables; o encambio apelar a la fatalidad cuando éstos no han sido prósperos con laocurrencia de muertes o lesiones de inocentes. Esta idea resulta demasiadosimplista y peligrosamente prescinde de valorar en su justa medida eseingrediente que los hace sumamente amenazadores: el riesgo de vida para laspersonas.

La distinción de esta peligrosidad no depende de lanaturaleza del acto en sí, sino de lascircunstancias que lo rodean. Lo cierto es que la frontera entre lo grave y lopeligroso es movediza y no siempre fácil de trazar, sobre todo si no tenemos laexperiencia que nos determinará con algún grado de certidumbre las tendenciasen los diferentes tipos de crisis y qué estrategias y tácticas emplearemos parallegar a buen puerto.

Los procesos para la solución de éste tipo de conflictos,tienen desde el punto de vista dinámico un cometido o fin, y desde el punto devista estructural una ordenación de secuencias que debemos cumplir.

Ese último aspecto estático, que se denomina “administraciónde crisis”, nos indica las pautas que debemos seguir para asegurar losresultados operativos de un incidente. El cariz dinámico, en cambio, es elempleo estratégico de esos conceptos en conjugación con otros recursos y lasestimaciones; más la modalidad de negociación aplicables y que varían según elcaso y sus circunstancias.

El aspecto estático se llega a conocer por la asimilacióndel conocimiento. El segundo se cultiva no solo por el aprendizaje teórico,sino fundamentalmente por el ensayo, el ejercicio y en esencia por laexperiencia.

Para la adecuada aplicación de esta doctrina, debemos puestratar de comprenderla en forma conjunta, tanto desde el aspecto estructuralcomo de su dinámica.

Podemos decir que esta disciplina tiene:

·Una orientación: salvar vidas y aplicar la ley, es decir, laresolución del conflicto;

·Una actividad estratégica: idear la aplicación oportuna delas diferentes tácticas y las formas de negociación; utilizando el mínimo deviolencia posible, evitando enfrentamientos;

·Un régimen de determinación: la responsabilidad única en unasola persona con amplia capacidad de decisión, delegación y resolución(principio de la unidad de mando);

·Una función de realización: asegurar el cumplimientovoluntario o compulsivo del respeto a la ley, la libertad y vida de laspersonas; y

·Unproducto de retro-acción: se logra, primero sobre la situación social existenteluego del conflicto; es decir, la imagen institucional al obtener mejoresresultados sin poner en peligro la vida de las personas; y el mensaje queaporta su solución para evitar la reincidencia, si actuamos también confirmeza. En segundo orden por la actividad misma de reciclaje que nos permiteaquilatar experiencia.

No se discute que en el inicio de cualquier actividad elinterés en aprender comienza por un primer conocimiento; pero no debe olvidarseque el principio rector de esta capacitación apunta a objetivos de mayorenvergadura que es rescatar personas en peligro y en esto el valor de laexperiencia es fundamental.

Victor Amran Cazes de la Brigada de Acciones Especiales deVenezuela, afirmaba sobre las crisis en una entrevista que “se trata de unsiniestro en desarrollo, el cual puede originar un desenlace lamentable cuandono se tienen conocimientos científicos. No se puede improvisar pues la vida derehenes, policías y secuestradores está en juego”.

Con muy buen criterio, el Comisario Inspector VíctorSarnaglia (Jefe de la Ca. TOE de Santa Fe) ha afirmado reiteradamente que unade las metas de la aplicación de la doctrina de la negociación con rehenes es“superar la improvisación, el protagonismo y las soluciones empíricas” paracasos extraordinarios de seguridad, que deben ser solucionados y resueltos porespecialistas.

Sin embargo la amplia difusión que se está dando en laArgentina, a la doctrina de “administración de crisis” bajo el título de“negociación para la liberación rehenes” o “negociación con rehenes” lleva enmuchos casos a confusión.

La administración de crisis constituye ese elemento estático,formal o procedimiental que referí en un principio. La negociación, junto conel gerenciamiento, la psicología, las técnicas de persuasión, comunicación,etc. constituyen partes de la dinámica de esta materia.

Es precisamente consecuencia de esa desorientación inicialpara quienes están en búsqueda de resultados más alentadores, que la doctrinaestá pasando por un momento crítico, que hace temer por el abandono delasesoramiento especializado, el desaprovechamiento de los avances alcanzados enla investigación de diferentes casos, los logros conseguidos a través de laaplicación de metodologías adecuadas en la búsqueda de soluciones, yfundamentalmente de las
recomendaciones de los expertos; con la amenaza ciertade retornar a modelos ya supuestamente superados. Muchas personas creenerróneamente que habiendo completado un curso de este alcance ya están encondiciones que encarar una situación con rehenes o un secuestro.

De ahí la necesidad ineludible de la experiencia y ésta seobtiene de tres fuentes:

·Delestudio de casos (sumando experiencia ajena),

·Ensegundo orden, simulando situaciones aproximadas a la realidad y sin guión oargumento previo para obtener el constituyente impredecible que requiere unbuen entrenamiento; y

·Laúltima fuente y más poderosa argumentación surge de la aplicación repetida yconcreta de las distintas estrategias y procedimientos en el campo de acción,es decir la vivencia real de varios sucesos críticos que nos permitan adquirirpericia y capacidad en la resolución de los hechos.

Las primeras dos son útiles para conocer y pulir errores eir adquiriendo paulatinamente práctica y habilidad, pero la última fuente noadmite errores y sus resultados nos dotan de solvencia operativa y hace a lagarantía que deben significar un equipo de resolución de crisis para laciudadanía.

Preparar un equipo de negociación (porque no se puede hablarde individualismos), lleva implícito en primer lugar seleccionar personas conun perfil particular, una adecuada preparación teórica, un amplio conocimientotáctico y meses de entrenamiento, y aun así les falta la experiencia todavía.

Como estudioso del tema, he hurgado y encontrado unsinnúmero de artículos y cursos, muchos de ellos encarados por personas que nohan tenido la oportunidad de negociar jamás, es decir les falta experiencia. Lanegociación con rehenes no es sólo una actividad intelectual o de estudio quese pueda enseñar en un salón de conferencias o aprender por libros o porInternet. Como suele decirse en el deporte, todos somos críticos y muy buenoscomentaristas porque conocemos todas las reglas del juego y sus estrategias,pero no todos tenemos la habilidad del buen jugador.

Las operaciones de este tipo y la intervención en episodiosde alto y altísimo riesgo, involucran como característica principal el “peligroinminente sobre la vida”.

Tanto para intervenir, como para discernir sobre el tema hayque tener la autoridad de la experiencia, pero que esa experiencia no sólo hayasido eficaz para quien la vivió por las conclusiones que pueda arrimar a suentendimiento, sino también provechosa y eficiente en cuanto a la resolución serefiere, porque en esto no se puede aprender en base a equívocos, sino seguimosaplicando lo que llamo: “soluciones de gran riesgo”.

Para tener la autoridad del consejero, del educador y delformador; insisto en que hay que cumplir esos tres requisitos que soninseparables: conocimiento – entrenamiento – experiencia.

· Si alguien tieneconocimiento, vivió una experiencia, pero carece de entrenamiento; dudo quepueda salir airoso en los próximos episodios,

· Quien tuvo unaexperiencia pero no tiene conocimiento no puede saber lo que hace y porqué,mucho menos qué estrategias aplicar y qué resultados obtendrá;

· Aquel que tieneconocimiento y entrenamiento pero no tuvo experiencia o ésta es trágica,entonces tiene que asumir con humildad que todavía le queda mucho por aprender.

Un antiguo proverbio chino dice: al que no sabe que sabe,despiértalo; al que sabe que no sabe, ayúdalo; al que sabe que sabe, síguelo;al que no sabe que no sabe, húyele.

Conforme lo dicho hasta aquí, y desde mi incipiente prácticaen esta labor especializada, observando las distintas doctrinas y delintercambio de opiniones con negociadores activos de diversos países quecomentamos la problemática y las acciones en nuestras intervenciones; muchoscoincidimos en que debemos actuar teniendo en cuenta siempre los objetivos másque las formas; es decir; predominan por sobre los mecanismos estáticos, elelemento dinámico a que hacía referencia.

La primera regla para los negociadores debería ser: “en elcampo de la diversidad cada secuestrador es un mundo y, por lo tanto, cada casorequiere una solución personalizada, nunca generalizada”. Consecuentemente, losparámetros por los cuales las decisiones se toman son mucho más complejos queaquellos que conforman los razonamientos empíricos y aún los esquemasdoctrinarios”.

Se trata de procesos de tal importancia que la intervencióndel comandante y los jefes de grupos no puede limitarse al mero control de laformalidad, sino que junto a su equipo debe entrar en el mérito de la cuestión.El comandante desarrolla una función activa y concreta requiriéndose unadecisión discrecional sobre la base de los elementos recogidos y no una sumacuasi aritmética de éstos para llegar a un resultado prefijado.

Tampoco debe creerse que todavía estos casos siguen siendouna cuestión dispersa y escasa, por el contrario, del estudio de casos que herealizado en los últimos años, puedoafirmar con meridiana certeza que existe un alto índice de ocurrencia ennuestro país, considerando que deberían ser crisis extraordinarias oexcepcionales, y que, sin dudas, son muchos los casos de los que no se tienennoticias.

Mi sana intención eneste artículo es recomendar a aquellos que quieran capacitarse en esta materia,que una preparación adecuada no se agota solamente en el conocimiento delaspecto formal o estático de los procedimientos para la administración de crisis,y a las administraciones de policía que sean cautelosas y precavidas al momentode preparar o entrenar a sus equipos de negociadores, dejando ésta formación enaquellos que no han tenido oportunidad de aplicar en una situación real lo queenseñan; porque la experiencia tiene un valor fundamental para conducirnos
másallá de los meramente estructural en la aplicación de éstos principios.

Por regla general losdesatinos siempre nos conducen a consecuencias desagradables, una de ellas yque podría verse a largo plazo es el escepticismo que generarán éstos métodoscuando vemos que arrojan malos resultados, justamente porque su enseñanza yaplicación, por falta de experiencia, no ha sido siempre abordadas desde unaóptica completa de la materia, sino que es tratada generalmente en base a suproceso de administración, dejando de lado su arista más importante y quecompletan la integridad del asunto, que son los métodos de negociación y lasestrategias para el gerenciamiento de crisis.

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