Entrenamiento tradicional versus entrenamiento progresivo

Antes de entrar en el tema que nos ocupa no quisiera dejar pasar la oportunidad de comentar los resultados del reciente referéndum realizado en Brasil para consultar a la población sobre una medida del Gobierno para prohibir la venta de armas a los civiles. Como era de esperarse, y tal como lo demostraban las encuestas anteriores al proceso, la consulta arrojó una definitiva negativa por parte de la sociedad a que se les negara el derecho a defenderse. No terminan de entender quienes nos gobiernan que el asunto de las armas trasciende la voluntad del poder político a monopolizar conceptos básicos como los de libertad, familia, sociedad, paz y seguridad. No quieren darse cuenta que el problema de la criminalidad y las muertes que ya se ven como “cosas naturales” del paisaje urbano tiene ninguna o muy poca relación con la tenencia y posesión de armas por partes de los civiles quienes además cuando deciden incorporar el problema de su seguridad personal y la de los suyos a su menú de soluciones de vida, se someten a todos los requerimientos legales que le permiten no solo adquirir el arma en propiedad sino además portarla y usarla en los términos que establecen las leyes. Que por lo general quienes optan por tener un arma son personas que creen, respetan y practican los conceptos universales de la vida en sociedad como son los de democracia, libertad, paz y todos los derechos humanos que como tal son inherentes a nuestra condición de seres inteligentes y civilizados.
Los políticos y los gobernantes tendrán que alejar sus miedos y olvidarse del delirio de desarmar a los ciudadanos por el solo temor a que a las sociedades organizadas no se les puede imponer fácilmente una ideología y pensar que si están indefensos son presas inocentes de los intereses del poder, al punto vale la pena recordar a Maquiavelo en su obra El Príncipe cuando dice: ”Y las armas son piadosas allí donde no hay otra esperanza más que en ellas”.
En resumen en Brasil el referéndum más que un reclamo por más seguridad por parte del Estado, fue una inmensa muestra de civilidad, de derecho, de respeto a la vida y la propiedad de las personas y una posición firme y decidida a vivir con las reglas que nos impongan en virtud del bienestar colectivo sin que esto necesariamente signifique renunciar a nuestra dignidad y principios.
Entrando en materia, nos corresponde ahora hacer unas precisiones que nos permitan establecer diferencias válidas entre el entrenamiento tradicional y el progresivo, lógicamente circunscrito a nuestro país Venezuela.
Para no hacer la cosa muy fastidiosa trataremos de avanzar a pasos agigantados a través de lo que ha sido el entrenamiento de tiro en Venezuela y cómo fue evolucionando hasta hoy.
La posesión de armas en Venezuela por parte de los civiles es algo que forma parte de los rasgos propios del venezolano, al punto que solía decirse en épocas pasadas que aquí un hombre que se respetara tenía que tener un buen caballo, un buen sombrero y un buen revolver.
Sin embargo estas anécdotas pertenecen a otra parte de la cultura popular, por lo que se refiere al tiro es innegable que esta disciplina deportiva le ha traído a Venezuela gratos dividendos, sobre todo en la parte olímpica del deporte. Aquí hay que hacer una primera diferenciación en lo que al deporte del tiro se refiere, actualmente se pueden dividir las distintas especialidades del tiro en dos grandes áreas: una el tiro que reconoce el Comité Olímpico Internacional y otra el Tiro de Acción no reconocido injustamente por este Comité. De esto hablaremos mas adelante.
Lo que si podemos dejar bien claro es que en Venezuela hay grupos que se dedican a ambas divisiones del deporte por así decirlo, aunque los mayores éxitos se han cosechado en el tiro olímpico.
Esto nos coloca en el primer supuesto de entrenamiento: el tiro olímpico deportivo, es decir, el entrenamiento propio dirigido a las distintas modalidades de la especialidad en donde hay y han habido en nuestro país excelentes entrenadores y campeones.
El segundo supuesto de entrenamiento es el que se refiere a las diferentes modalidades del tiro de acción, hoy son muchas, pero por allá a mediados de los años 70 el que copaba la escena era el llamado tiro de combate, hoy llamado práctico, y que por demás tubo y tiene en Venezuela dignos representantes. En este momento empezó lo que yo llamo la mezcla de concepciones por la siguiente razón: los tiradores de las disciplinas clásicas del tiro veían como “cosa rara” aquella donde se corría, se cambiaban cargadores, se arrastraba por el suelo el tirador y había que además de todo eso ser rápido y preciso. Es decir, había que pegar los tiros y rapidito. No tardó mucho esta disciplina en cautivar a los aficionados y el crecimiento tanto en Venezuela como en Estados Unidos y algunos países de Europa fue considerable. Lo interesante era que esta modalidad haría que se reunieran a competir en una cancha para probar destrezas y habilidades tácticas, civiles, pero también policías y militares, por que el tiro de combate era eso la aplicación de las técnicas militares del tiro aprendidas en Vietnam expresadas como un juego táctico. Esto trajo como consecuencia que los entrenamientos se visualizaban dependiendo del área donde te desempeñabas, es decir si eras civil, militar o policía. Además, a estas prácticas se incorporaban las técnicas del tiro deportivo clásico. De manera que una persona común y corriente que compraba un arma para su defensa y tenía que ir al Polígono Libertador a entrenar con ella tenía solo dos opciones: o caía en manos de los tiradores tradicionales o caía en las de los tiradores de combate. Así que este ser que solo quería usar su arma para defenderse tenía que entrenarse como tirador por que no había otro entrenamiento disponible.
El asunto de la defensa personal con armas de fuego era una cosa velada, de la que se hablaba bajito y no existía por lo menos aquí en nuestro país un entrenamiento concebido para tal fin. Esto motivó a particulares a preocuparse por esta materia y aquí comienza lo que representó el gran avance para la defensa personal con armas de fuego y el entrenamiento sistemático propio para la disciplina. Aunque quienes lo proponían venían del tiro de acción, esta gente procuró adaptar sus conocimientos a las necesidades del hombre de la calle y proporcionar un entrenamiento que fuera útil en términos de defensa personal. La aparición en escena de la galería de tiro MAGNUM marcó definitivamente la historia del tiro en Venezuela. A partir de este momento había dos grandes íconos en lo que al tiro se refería uno la Federación Venezolana de Tiro (FEVETI) y otro Magnum. Es decir, dos maneras distintas de enfocar el entrenamiento.
Como era de esperarse el entrenamiento que se ofrecía en Magnum iba más allá de las habilidades y destrezas para operar el arma de fuego. Se entrenaba también en técnicas de alerta mental con el famoso código de colores una novedad para aquella época (mediados de los 80), el aspecto corporal y psicológico del tiro y un aspecto muy importante, se instruía al operador del arma de fuego en el marco legal de la defensa personal. En fin una preparación bastante completa. Los programas eran de aplicación progresiva a medida que mejoraban las habilidades y se puede decir que con esta formación era suficiente para que un ciudadano normal portara un arma de fuego con propiedad.
Ahora algo que siempre me alertaba era el hecho de que en la parte operativa de los programas había mucha carga de las dos modalidades antes mencionadas y los programas de entrenamiento terminaban siendo cátedras de adoctrinamiento para incorporar gente al tiro de combate o al tiro olímpico por llamarlo de algún modo. El otro aspecto que llamaba la atención eran los instructores los cuales venían de la policía, del tiro de combate o del tiro clásico y todos como es natural hacían énfasis en el conocimiento de la especialidad de donde procedían. Entones las concepciones eran múltiples y no había un criterio de uniformidad en lo que necesitaba el portador de un arma para estar debidamente entrenado.
La evolución de la situación, el crecimiento del interés de las personas en los asuntos de la seguridad personal, hizo que Magnum otra vez diera un paso al frente y enviara personal a los Estados Unidos a prepararse en materia de instrucción, y no es que le esté haciendo publicidad a Magnum, sino es que fue la primera y todo lo que hacía en esta materia era una novedad casi de carácter exclusivo para la época, coincidiendo también con una apertura en lo que a permisologías se refería en relación a los portes de armas y empezaba a ser común que los civiles pudieran acceder legalmente a pistolas calibre 9mm, cosa que para aquellos momentos era difícil, y no se puede dejar de mencionar el impacto que causó la aparición en el mercado de un arma bastante innovadora que incorporaba el polímero en su construcción y fue en Magnum donde los civiles podíamos acceder a usar estas armas en un ambiente controlado.
Así que esta era la situación, pero el entrenamiento aunque para aquel momento parecía el adecuado tenía fallas coyunturales y lo que mas preocupa es que el mismo se sigue utilizando hoy día.
Una de las fallas era y sigue siendo, la limitante de poner al operador en una situación suma cero es decir, todo lo que gane el operador lo pierde el agresor, y viceversa, donde la única salida de una situación peligrosa es a”tiros” sin evaluar otras alternativas, los ejercicios estaban orientados a situaciones donde no había negociación posible sino la aplicación de la fuerza mortal como única salida. Esto no era una tendencia solo de los venezolanos, sino que en los Estados Unidos también se cometía este error. ¿Por qué digo que era un error? Bueno, por que para nosotros los civiles las consecuencias legales de acciones como esas eran inevitables y el entrenamiento te informaba de las mismas, pero no te preparaba para afrontarlas con toda la carga emocional, familiar y social que defenderse con un arma de fuego implica. Evidentemente esto era consecuencia de la procedencia policial de muchos de los buenos instructores que había para los momentos y estos por razones de su misma formación si sabían como enfrentar el después. Seguimos dando saltos gigantescos para tratar de cubrir este complejo tema. Siguieron surgiendo galerías de tiro en el país como respuestas a dos necesidades eminentes: una, la creciente inseguridad y la incapacidad del Estado para garantizarnos la vida tal como lo prevé la Constitución y la otra, la decisión de las gente común de hacer algo respecto de su seguridad y la de sus familias. Esto generaba una fuerte presión social ya que la herramienta más idónea para instrumentar un programa medianamente válido de protección era comprar un arma y entrenarse para ello.
Se trató de orientar el entrenamiento del tiro de acción a una premisa de realidad, es decir, se concebía esta especialidad como una simulación de la vida real en ambientes donde los operadores podrían controlar las diferentes variables de un enfrentamiento, cosa que era un error grave por que al final de todo este operador no podía diferenciar entre el juego táctico que significaba el tiro de acción y salía a la calle con la percepción de que cualquier enfrentamiento se solucionaba disparando como si estuviera en la cancha, y mas si tenía habilidades y destrezas que lo colocaban en el deporte en posiciones de privilegios. Esta manera de pensar ocasionó al menos un par de muertes que yo recuerde de tiradores de la modalidad de combate que fracasaron tratando de resolver situaciones extremas para su vida con las tácticas deportivas que habían aprendido. Nunca comprendieron que un juego siempre es un juego y que la realidad es otra cosa muy diferente, que en la realidad no se gana ni se pierde, allí solamente se vive o se muere.
Entre una y otra cosa que marcaba la evolución del tiro como un hecho social importante, los entrenamientos también evolucionaban, pero aquí en nuestro país siempre cojeaban de una pata, una de ellas era que el mayor énfasis se ponía en los programas que utilizaban la pistola como la herramienta más idónea para la defensa en detrimento del revolver, cosa que un instructor debía manejar con suficiente experiencia y objetividad, pero esto no se hacía, es mas, la mayoría de las veces se descalificaba una opción en beneficio de la otra cuando la realidad cierta es que ambas eran y son totalmente válidas para cualquier programa de entrenamiento, no olvidemos que el record mundial de velocidad en el uso de una arma se tiene precisamente con revolver.
Quisiera seguir avanzando en el tema, pero creo que es mejor para que el cansancio no nos reste interés dejarlo para la próxima entrega, donde seguiremos hablando de la evolución del entrenamiento y entraremos en la concepción del mismo que en virtud de los cambios políticos en el país y la constitución hicieron que los militares tomaran el control de todo lo referente a las armas para uso de los civiles y aquí comenzó otra etapa, aderezada además con el acontecer mundial y el fenómeno del terrorismo, que de manera definitiva ha influido en la forma como se concibe el entrenamiento hoy para el uso de las armas no como herramienta sino como plataforma tecnológica para la defensa personal.

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