Entrenamiento tradicional vs. entrenamiento progresivo

Habíamos quedado en que el entrenamiento en Venezuela, allá a mediados de los 1980, hacía énfasis en el aspecto mecánico y muscular del tiro y que en lo que a defensa personal con armas de fuego se refiere era un híbrido de las modalidades deportivas del tiro olímpico y del tiro de acción, complementado esto con la formación específica de los instructores bien fuera militar, policial o civil. En conclusión los programas especializados para el entrenamiento con armas de fuego para defensa personal eran incipientes.
Para aquellos momentos existía una apertura racional, moderna y gerencialmente correcta en cuanto a las permisologías en materia de porte de arma y lo que era más importante también una apertura por parte de las autoridades que rigen la materia en cuanto a las importaciones de armas y artículos relacionados para la defensa personal. Por que digo que era importante, bueno, por que para esa misma época se estaba gestando en el mundo lo que sería la tendencia que marcaría el uso de las armas como herramienta para protección individual en todos los ámbitos, tanto militar, policial y civil. Se estaba tratando de relacionar todas las materias que estudiaban el uso correcto de un arma de fuego en un ambiente más técnico y profesional alejado de la ciencia ficción, de las películas de Hollywood, de la transferencia anecdótica de información de boca en boca, por resultados que fueran científicamente verificables.
Todo este contexto a nivel mundial estaba influenciado por un hecho que parece hasta de risa, me refiero al que una fuerza armada de un país anunciara el cambio de una de sus armas de reglamento. Esto ocasionó una inundación de lo mejor de cada marca de fabricantes para entrar en una competencia para ganar esta requisitoria, lo que significó el último cambio importante en materia de innovación en armas de fuego para defensa personal que hemos presenciado como hecho tecnológico, cultural e histórico en el siglo XX.
En resumen, el ejército en cuestión era el de los Estados Unidos de Norteamérica que llamaba a una competencia internacional para cambiar su arma de reglamento la Colt 1911-A1, por otra más moderna que satisficiera las necesidades de las nuevas hipótesis de enfrentamiento, la opción de cambio era por el calibre 9mm ya que la 1911-A1 es cal.45 acp.
De este tema ya haremos un comentario detallado. En este momento lo que nos interesa es que el cambio se hizo efectivo y después de mucho trabajo, esfuerzo, tecnología y como siempre los trucos de la política que nunca faltan, se decidió adoptar la Beretta 92F como arma reglamentaria de las Fuerzas Armadas de los EEUU. Sin embargo, todo el desarrollo que para tal evento se realizó fue a parar al mercado y allí comienzó lo que se denominó la tercera generación de pistolas semiautomáticas. Esto es todo un concepto que involucra materiales de construcción, capacidad de municiones, funcionamiento del arma y cantidad de variables interesantes dignas de un trabajo aparte. También significa avances en materia de comportamiento de municiones, en otro enfoque de la balística ahora más como ciencia en sí y no como auxiliar de alguna otra, estableciendo respuestas propias y por primera vez en la historia de posible verificación científica. Recuérdese el Test de Strassbourg (1991). Si nos apretamos en un esfuerzo para avanzar, podemos concluir que a partir de esta época y estos eventos, comenzaba una nueva manera de entender y visualizar el uso de las armas cortas como herramienta de la defensa personal en todos los ámbitos, la estrecha relación entre el diseño y el desempeño incluyendo la munición y por supuesto el entrenamiento específico para cualquiera que fuera el fin al que se iba a destinar el arma.
Aquí es donde se hace el vínculo en lo que a nuestro país se refiere, la apertura lógica e inteligente en materia de portes de armas, comercialización e importaciones de las mismas, nos ponía a los venezolanos a la altura de cualquier habitante del primer mundo, teniendo acceso no solo a la información de lo que acontecía en caliente, sino dándonos la oportunidad de probar, usar y evaluar en físico todos los adelantos que en materia de armas de fuego y su uso legal se estaba desarrollando en el momento.
Aumentaron en Venezuela las academias donde se podía adquirir entrenamiento en habilidades y destrezas para manejar las armas, la mayoría de estas academias representaban comercialmente una marca y esto redundaba en beneficio de sus usuarios ya que de alguna manera se podían establecer las diferencia de rigor y se tenía la posibilidad de seleccionar lo mejor que se dispusiera en el mercado. Esto se mantuvo así hasta bien avanzado los 1990.
Lo interesante en materia de entrenamiento es que en los EEUU la incorporación y la masificación del uso de las armas 9mm trajeron como consecuencia también una actualización de los conceptos de defensa con armas de fuego y una especialización del entrenamiento para tal fin. Los venezolanos no podíamos quedarnos atrás y mucho menos cuando nuestra afición por las armas es histórica como ya comentamos y nuestra necesidad de seguridad personal iba -in crescendo-. Fuimos muchos quienes con recursos propios viajamos a ese país a formarnos como operadores e instructores en manejo y uso de armas de fuego para la defensa personal.
Sin embargo, había una tendencia perjudicial en todo el panorama de los entrenamientos para defensa con armas de fuego: como estos eran ejecutados en su mayoría por las academias y las empresas que se dedicaban a tal fin y como ya habíamos comentado estas siempre representaban comercialmente una marca, el entrenamiento estaba enfocado a desarrollar las habilidades y destrezas para operar un arma de tal o cual marca de la mejor manera posible, en fin, lo importante era el arma.
Por otro lado, la captación de personas para las diferentes modalidades del deporte del tiro se seguía realizando con la misma fuerza, pero ahora había un componente nuevo, la adecuación de las nuevas armas a las modalidades existentes. Entonces comenzaban las pretensiones de inscribir casi obligatoriamente a todo el que pretendiera portar un arma legalmente en la Federación Venezolana de Tiro, es decir, necesariamente tenía que incorporarse a una modalidad deportiva o no era capaz de portar profesionalmente un arma de fuego. La realidad era que la mayoría de las personas solo necesitaban un arma para su seguridad y no tenían la intención de ser tiradores deportivos y lo que necesitaban era entrenamiento para aprender a defenderse idóneamente con el arma que legalmente hubieran adquirido, por supuesto basando esta afirmación en todo el cuadro de edades y sexos de los usuarios de armas.
Uno de los aspectos negativos de relacionar alguna modalidad de tiro con la defensa personal que involucra armas de fuego es el hecho de que el rendimiento en la modalidad que se escoja determina un perfil y si este no es el apropiado el usuario se siente incapaz y mediatizado en el uso del arma y la falta de motivación cambia las prioridades y si estas eran de seguridad, se transforman en competitividad y de no tener las habilidades requeridas, el arma de esa persona probablemente termina en el fondo de una gaveta.
El aspecto positivo de relacionar las modalidades de tiro con la defensa personal es que en caso de que el usuario se involucre adecuadamente, adquiere un entrenamiento tanto en habilidad como en destreza que disciplina el uso del arma, sin que necesariamente se pueda llevar a la realidad estas destrezas como receta de éxito para enfrentar situaciones de peligro.
Los elevados costos del tiro deportivo, sobre todo en el tiro de acción y la necesidad de mantener un mercado con una tendencia mundial a la contracción hizo que a finales de los 1990 en EE.UU. se iniciara una modalidad conocida como “tiro defensivo”, regida por un organismo llamado IDPA que pretendía incorporar las armas de común uso para defensa personal en una modalidad que involucraba cierta realidad en los escenarios de enfrentamiento, que racionalizaba los costos de participación y que tenía o tiene un entrenamiento que en definitiva es útil tanto para la modalidad deportiva como para la vida real. Lo cierto de todo es que esta especialidad nació con el fin de darle un espacio en el mercado a la pistola 1911-A1 que había perdido con el cambio de arma reglamentaria en los EEUU, de bajar los costos de entrenamiento y participación en las modalidades de tiro, posicionar las armas de servicio como de uso deportivo también y garantizarle a las empresas una continuidad en un mercado bien deprimido.
Era innegable la popularidad del llamado “tiro de combate” ahora llamado “tiro práctico” y regido por un organismo conocido como IPSC, pero según los entendidos esta especialidad nacida en los 70 y que era el resultado de adaptar las técnicas de combate aprendidas en la guerra de Viet-nam al campo deportivo, había degenerado y se había convertido en una altamente tecnificada, algunos suelen compararla con la F1, con armas que no se ajustaban al uso diario de los que necesitaran una para su defensa personal y para cerrar estelarmente, los costos de las armas, sus accesorios y el entrenamiento específico eran y son alarmantes, digo, si quieres lograr algún resultado regular. Aquí en Venezuela aunque los esfuerzos en esta modalidad son y han sido considerables los resultados internacionales que se han conseguido no reflejan este esfuerzo.
En vista de esta realidad, tanto internacional como local, tenemos ahora en la modalidad del tiro práctico una especialidad conocida como “production”, que no es otra cosa que adaptar el reglamento de la modalidad a las armas de servicio y a los requerimientos del porte de armas conocido como “porte oculto” que es el que usan los usuarios de armas que portan una para su defensa personal, esto mas o menos en términos de que se entienda, pero si vamos a lo que es la materia de este artículo, la cual es el entrenamiento, el problema persiste, el enfoque sigue siendo mecánico, es decir, basamos toda la operación en el comportamiento del arma exclusivamente y en el arma propiamente dicha, el operador es secundario y de esa manera se diseñan los programas de entrenamiento, al extremo, que si no te entrenas con una determinada marca del estatus no te puedes considerar debidamente preparado. Aquí se marca una diferencia con lo se denomina “entrenamiento progresivo”. Este el programa se basa en las realidades del escenario de operaciones, en el individuo, en la información y finalmente en las herramientas que se escojan para un adecuado plan de protección personal. Vemos como en la forma tradicional del entrenamiento se hace énfasis en la memoria muscular y el reflejo automático y en el progresivo se hace hincapié en el proceso de toma de decisiones y en el tiempo de ejecución de esta decisión. Esto lo aclararemos más adelante.
Con todo lo anteriormente expuesto llegamos a los 2000, pleno siglo XXI. Los cambios políticos en Venezuela le otorgaron constitucionalmente a los militares el control sobre todo lo que a materia de armas se refiriera a través de un organismo conocido como DARFA (Dirección de Armamento de la Fuerza Armada Nacional). Esto resultaría a la larga un arma de doble filo.
Cuando se comenzó en el año 2000 los cambios eran prometedores, sobre todo en materia de instrucción y portes de armas, aunque en importaciones la cosa estaba apretada y se terminó por prohibir las mismas, tanto de las armas como de sus repuestos y accesorios. Todo esto que en el pasado era controlado y regulado por el Ministerio de Relaciones Interiores, refiriéndonos al campo civil pasaba a ser regulado por DARFA y en materia de instrucción este organismo se venía con una sinceración del plantel de instructores a nivel nacional.
Se abrió un curso para unificar los criterios de instrucción, se organizaron y se acreditaron a los instructores de todas las áreas y se estableció la obligatoriedad del curso de capacitación para todas las personas que aspiraran a un porte de arma para defensa personal, donde a criterio de las nuevas autoridades se instruía a las personas en materia de defensa personal, todo esto basados en unas directivas explicitas.
Aunque en el diseño de estas directivas participamos todos los instructores que asistimos al curso de acreditación, en lo personal fue poco lo que logré para modernizar el entrenamiento y al final se impuso la mayoría quedando las nuevas directivas marcadas por el entrenamiento tradicional. Igual hice intentos en materia de separar de una vez por todas el porte de armas y la propiedad de la misma cosa que en Venezuela es una aberración, ya que parar poseer un arma el Estado te obliga a sacarle un porte. Si no, ésta es ilegal. Lo más gracioso, en lo que se vence el porte la misma condición de ilegalidad, no importa que ya no la portes pero la quieres conservar, entonces tus derechos sobre una cosa de tu propiedad que era legal hasta ayer pasa a ser ilegal y en consecuencia sujeta de acciones legales. Por favor, una vez que se adquiere un arma legalmente te pertenece por derecho propio, y ningún Estado -no sea por una situación de excepción vital- puede allanar esta propiedad. Pero bueno, ya esto se lo plantearemos a la nueva Asamblea Nacional.
Volviendo al tema, los planes de modernización en materia de armas y su uso por civiles habían empezado con buen pie, aunque en lo que a entrenamiento se refería no se había avanzado mucho pero si se dejaba la libertad para que el usuario escogiera entre las diferentes opciones. En la medida en que pasaba el tiempo los militares que controlaban el tema de las armas se fueron encerrando en su condición de cuerpo hermético y se volvió al oscurantismo de lo que fue una época de modernidad, racionalidad y gerencia de alto nivel. No solo se dificultó con requerimientos innecesarios la obtención de un porte de armas, sino que se limitó solamente a personal militar lo del entrenamiento de los civiles que aspiran un porte de arma excluyendo a los instructores civiles que ellos mismos habían acreditados, como si con esta acción desproporcionada iban a acabar con el conocimiento y preparación que estos tienen y peor aún, se les exige a estos “antes instructores” hacer un nuevo curso básico de tiro para renovar su porte de armas. Esto no solo atenta contra la dignidad humana, sino que además nos quitó de plano, así de un plumazo nuestro derecho al trabajo serio, profesional y honesto. Además, aquel intercambio sano de las dos esferas la militar y la civil se acabó y esto nos perjudica a todos, por que mucho, yo diría que la casi totalidad de las actualizaciones y conocimiento de las tendencias actuales en materia de armas para civiles, consiguen mas voceros especializados en el área civil que en la militar propiamente dicha, para ejemplo basta un botón: lo moderno se llama entrenamiento progresivo.
La pregunta es: ¿ya los instructores militares para civiles manejan profesionalmente esta tendencia? El asunto es una verdadera lástima para quienes nos dedicamos a esta materia, por que nos deja al margen de lo que se está desarrollando como tecnología de avanzada en el mundo. Citemos un ejemplo: recientemente los nuevos escenarios donde el enfrentamiento urbano impone nuevas condicionantes y los agresores igualmente se hacen de nuevas tecnologías para hacer sus fechorías, las empresas de armas y de seguridad también vienen actualizando sus productos para proveer una respuesta adecuada a las nuevas necesidades.
La tendencia en las armas cortas para defensa personal apunta a lo que se denomina las PDW (Personal Defense Weapon) donde las armas pasan a ser plataformas tecnológicas y esto incluye munición nueva con características diferentes. En este contexto encontramos un arma ya conocida en Venezuela y corresponde a la empresa FN. No es otro que la pistola FiveSeven y su munición 5.7×28 con características bien especiales tanto de estructura como de desempeño. Esto que comenzó como un desarrollo para el campo militar actualmente tiene presencia en el campo civil, y no solo eso, sino que la adecuación a esta esfera ha hecho que un concepto que nació con limitaciones a operaciones militares, ahora es más eficiente cuando se ha adecuado al campo civil y policial.
Esto significa que las concepciones sesgadas perjudican a todas las partes. Y, por supuesto esta realidad de las PDW también requiere de nuevas tendencias en entrenamiento que de seguir como vamos en Venezuela los civiles quedaremos excluidos. Hice mención de esta pistola específicamente ya que no me gusta expresar opinión de temas que no haya podido evaluar a profundidad, por que en aquella DARFA de apertura tuve la oportunidad de probarla y evaluarla y tal vez le dedique una líneas en otra oportunidad, pero no sé cuándo en Venezuela los civiles podremos ocupar el puesto que por derecho con esfuerzo y preparación nos hemos ganados y así otra vez combinando esfuerzos y conocimientos nos podamos poner a la altura que la tecnología y nuestro país se merece y necesita.
Para concluir, resumiremos lo siguiente: el entrenamiento tradicional basa su desarrollo en el aspecto mecánico tanto de la operación de la máquina (arma de fuego) como el funcional (ser humano, reflejos condicionados), el entrenamiento progresivo se basa en la toma de decisiones y el tiempo que nos tomamos para ejecutar dicha decisión, utilizando para ello los recursos de la información, las herramientas que la tecnología proporciona, en este caso las armas modernas, bien sean revólveres o pistolas, luz blanca, gps, cuchillos tácticos, blindajes de alta tecnología, electrónica, etc., y comprensión del escenario donde ocurren los acontecimientos.

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