Inseguridad ciudadana: entre lo anecdótico y lo trágico

Inseguridad ciudadana: entre lo anecdótico y lo trágico
El título de este artículo dependerá exclusivamente de cuál haya sido su relación con el delito, pero sea cual fuera su respuesta, la realidad es que para gran parte de las sociedades en las principales ciudades de Latinoamérica, la violencia, los delitos y los accidentes de tránsito se han convertido en los últimos años en parte del paisaje cotidiano.
Todos coinciden en las últimas encuestas y estudios, de que el riesgo ciudadano aumentó, incluso por cuestiones de azar, ya que bastó para algunas personas estar en la hora y lugar equivocados para ser victimas de algún suceso. Esto sucedió, por ejemplo, a principios de año, con la hermana de un oficial de la policía que cruzaba un puente peatonal y de pronto se encontró en medio de una balacera, falleciendo a consecuencia de una bala perdida.
¿Cómo olvidar años atrás la muerte de la esposa de un prestigioso ingeniero, cuando el banco fue asaltado y ella se encontraba cobrando un cheque? Otro factor que es preocupante es la llegada de la delincuencia foránea a operar en el país, este es un problema que agrava aún más la situación. Las últimas soluciones propuestas por el Gobierno son realmente frustrantes, estamos ante un problema estructural. En mi opinión, lo primero que debemos aceptar es la debilidad en las instituciones de seguridad pública, de justicia y prisiones.
Hablamos de los principales eslabones de la seguridad. Por ejemplo, en las prisiones debido al hacinamiento y a la falta de una adecuada seguridad y control dentro de ellas, no se puede cumplir con la rehabilitación y la reinserción a la sociedad de los internos. Es por ello que tenemos altas tasas de reincidencias delictivas y el reciclaje de los delitos, manejados incluso desde las mismas prisiones.
Sin duda, venimos desde hace mucho tiempo careciendo de la falta de un liderazgo institucional sobre la política de seguridad pública. Recuerdo que fui integrante de la mesa de trabajo de la comisión de alto nivel que en el año 2002 convirtió la seguridad ciudadana en la VII política de Estado. Esto lo hemos avanzado al respecto, desde hace más de una década.
Públicamente mi propuesta apunta a sentar las bases para que exista una cultura de seguridad preventiva. Pregunto en voz alta, ¿acaso existe articulación de visiones institucionales para concentrarse en la prevención del delito? Se están trabajando las causas del mismo, por ejemplo existen prioridades de los recursos para tratar el tema de la criminalidad. Debemos tener muy claro con cifras científicas, qué está pasando en materia de inseguridad ciudadana en el país, de lo contrario, las decisiones políticas que se tomen para enfrentar la problemática serán erráticas y totalmente equivocadas.
Ante un aumento en las cifras delictivas se debe prevenir, disuadir y reprimir, si hoy no encaramos con seriedad el problema en un corto plazo la sociedad estará pagando estos errores, ya que las cifras de delitos se incrementarán significativamente. Hace poco en una entrevista, el Presidente de la Republica del Perú pidió propuestas sobre el tema.
Humildemente le diría que, en mi opinión, hace falta la voluntad política necesaria para delinear una política de seguridad a partir de una concepción democrática, sujeta a un pleno Estado de derecho y con la correspondiente capacidad institucional. Tiene que haber claramente un predominio político sobre el sistema policial, necesitamos a una policía que restaure el principio del servicio público al ciudadano y su labor se haga más transparente y profesional. En las demás instituciones de seguridad pública y de justicia, así como en las prisiones, se debe encarar la lucha contra la corrupción y la impunidad.
Finalmente, no debemos seguir conviviendo con la frase «la seguridad ciudadana es tarea de todos, responsabilidad de nadie».

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