La cultura de la muerte (14 al 20 de mayo de 2007)

La cultura de la muerte
El tema de la inseguridad ciudadana, la delincuencia desbordada que agobia a los venezolanos se ha convertido en un tema tabú para el Gobierno y, muy particularmente, para el Presidente de la República. Mientras tanto, el colapso del Sistema de Seguridad en Venezuela, que ya arrastraba demasiados vicios y deficiencias, está llegando al límite de lo que se puede tolerar.
En todo el territorio nacional caen diariamente más de 44 ciudadanos por causas violentas, llámense éstas sicariatos, ajustes de cuentas, enfrentamiento entre bandas, homicidios, asaltos o robos. En estos ocho años de Gobierno, los homicidios han aumentado en 128%, y miles de familias han perdido algún miembro en mano del hampa común, de la delincuencia organizada, e incluso en la de los cuerpos de seguridad.
Es más, si se tomase por cierta la cifra dada por el director del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC), Marcos Chávez de que «sólo» 169 personas murieron en abril por causas violentas en Caracas, y no las 500 que reportan algunos medios de comunicación, se tiene que en promedio están muriendo violentamente unas 2.700 personas/año. Un número de víctimas significativamente mayor que los 3.360 caídos en cuatro años en un país en guerra como Irak.
Lamentablemente, Venezuela, según la Unesco, encabeza la lista de los países más violentos de la región, incluso más que Brasil y Colombia. Una de las principales causas de esta situación es que el Gobierno ha perdido el control y lo que priva en el país es la ausencia de una política coherente y estructurada en materia de seguridad ciudadana.
En Venezuela al no existir separación de poderes, el Poder Judicial está subyugado a los caprichos del Ejecutivo. Para éste la prioridad es imponer su modelo comunista y totalitario de país, de allí que es más importante perseguir a quienes disienten de las políticas del Gobierno, que resguardar y proteger la vida de sus ciudadanos.
Por otro lado, el Gobierno no ha realizado el más mínimo esfuerzo en estos ocho años para formular y aplicar una política de seguridad ciudadana. En el país existe una anarquía en los cuerpos policiales, los cuales han sido politizados e infiltrados por la delincuencia. Y se desechan planes integrales en materia de seguridad, como por ejemplo, el Plan 180 propuesto por la Alcaldía de Chacao, tan sólo porque el Alcalde es representante de un sector diferente al que manda en Miraflores.
Además, la discriminación, la desigualdad, el abuso de poder y de autoridad parecen ser las premisas de las actuaciones de quienes están llamados a aplicar justicia, con lo cual la población queda continuamente en una situación de debilidad jurídica. Incluso, el mismo Presidente abona a la violencia con su discurso encendido.
Citando a la Dra. Mónica Fernández, miembro del Foro Penal Venezolano, en Venezuela «la cultura de la vida se ha sustituido por la cultura de la muerte.», tal parece que «la vida no vale nada para el socialismo del siglo XXI.».
Editorial de VenEconomía

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