La masacre de Virginia (16 al 22 de abril de 2007)

La masacre de Virginia
Pasado mañana, 20 de abril, se cumplirán ocho años del día en que dos jóvenes entraron a la escuela pública de Columbine, en Estados Unidos, mataron a 12 profesores y compañeros y se suicidaron.
Es toda una ironía que, justo ad portas del aniversario de tan impactante tragedia, la historia se repita en la Universidad Tecnológica de Virginia. En la que ya es considerada la más brutal masacre a tiros en la historia norteamericana, un estudiante de origen surcoreano mató a 32 personas y se suicidó.
Desde la masacre de Columbine, en 1999, que inspiró una película de Gus Van Sant y un conocido documental de Michael Moore, más de una decena de tiroteos trágicos se han presentado en escuelas y universidades de Estados Unidos y Canadá, sin contar tomas de rehenes y otros casos que involucraron armas. Aunque apenas se están descubriendo los detalles que habrían motivado a Cho Seung-Hui a desatar su estampida de muerte, las similitudes con casos anteriores saltan a la vista. A un joven solitario y con problemas de comportamiento se suma el acceso fácil a armas de fuego.
Ese es el debate que se activó a raíz de Columbine, lamentablemente sin producir cambios sustanciales en la legislación. Un fenómeno similar se puede percibir en las primeras reacciones a esta nueva masacre. El control de las armas es una discusión en la raíz de la democracia estadounidense. El poderoso y rico lobby liderado por la Asociación Nacional del Rifle ha impedido toda restricción al porte de armas, basado en una interpretación constitucional, mientras los partidarios del control estricto, en su mayoría miembros urbanos del Partido Demócrata, aspiran a reformar las normas desde Washington para así forzar al resto del país.
Debate político que refleja un choque entre culturas. Los estadounidenses urbanos de ambas costas prefieren mayor control de las armas por la relación de estas con altas tasas de crímenes, mientras en los estados del suroeste y medioeste la posesión de rifles es casi natural. El tema se ha vuelto casi una prueba para los miembros de las ramas conservadoras de los partidos Republicano, pro armas, y Demócrata, a favor del control.
Que esta nueva masacre haya tenido lugar en plena campaña para las elecciones del 2008 puede convertirse en la diferencia frente a las iniciativas post-Columbine. Con el bando republicano golpeado por el desastre en Irak y varios miembros del Congreso como precandidatos, una legislación de control de armas podría tener mejores perspectivas.
Sin embargo, es pronto para cantar victoria. No solo porque el Congreso está tan dividido como la sociedad, sino porque en temas como este del control de armas o el racismo, una cosa son los llamados a la «conversación nacional» que hacen los políticos, y otra que lleven a cambios serios a corto plazo.
Un reciente ejemplo fue el escándalo que produjeron los comentarios racistas de Don Imus, director de un famoso programa radial y televisivo, contra el equipo femenino de baloncesto de la Universidad de Rutgers. A pesar de que la presión de organizaciones de derechos civiles y de los anunciantes llevaron al despido de Imus, es cosa de tiempo para que otro caso de racismo llene las primeras planas.
El joven coreano y el intransigente locutor vienen a recordar que, a pesar de su prosperidad y poderío, Estados Unidos como sociedad está en mora de enfrentar hondos males como el fácil acceso a las armas, la peligrosa soledad de sus jóvenes o el racismo latente o explícito de muchos de sus miembros.
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