La nueva guerra fría: USA-Irán

La nueva guerra fría: USA-Irán
Desde hace varios años, los países occidentales afirman que Irán prepara en secreto armas atómicas. Teherán repite constantemente que su programa se desarrolla solamente con fines civiles.
Desde hace varios años, los países occidentales afirman que Irán prepara en secreto armas atómicas. Teherán repite constantemente que su programa se desarrolla solamente con fines civiles. El 29 de marzo, el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó por unanimidad una declaración que reclamaba una suspensión de las actividades de enriquecimiento de uranio. Oficialmente, John Bolton, embajador de Estados Unidos ante la ONU, apoyó esta decisión que calificó de ”calibrada, gradual y reversible”, sin embargo a ciencia cierta todavía no se sabe que planes preparan los Estados Unidos contra las actividades de desarrollo nuclear de Irán.
La Fuerza Aérea norteamericana estaría realizando un listado de objetivos a ser atacados, como la fábrica de enriquecimiento de uranio de Natanz y la instalación de conversión de Ispahan. No se prevería una invasión terrestre, ya que las opciones estarían entre llevar a cabo algunos ataques aéreos in situ y efectuar una campaña de bombardeo más amplia. El Pentágono prevería incluso ataques nucleares sobre el búnker de Natanz que protege las instalaciones bajo tierra. La Casa Blanca, sin desmentir esta información, precisó que favorecía una solución diplomática.
El propio Bush negó públicamente que se descarte un ataque militar. ”todas las opciones están sobre la mesa”, declaró en agosto de 2005 en un viaje a Israel. A su vez varios miembros del Pentágono piensan que el objetivo último de Bush es la caída del régimen iraní. El Presidente Ahmadinejad ridiculiza y niega la exterminación de los judíos por el régimen nazi y expresó que Israel debe ser borrado del mapa. Según un ex funcionario de inteligencia, Bush y sus asesores lo comparan a Ahmadinejad con Hitler y se preguntan si Irán se esta dotando con un arma estratégica y si puede amenazar con desencadenar una nueva Guerra Mundial.
Por su lado los europeos (principalmente Francia, el Reino Unido y Alemania) negociaron por dos años con Irán, apoyados por los Estados Unidos. El fracaso de estas negociaciones condujo al OIEA (la rama de la ONU encargada del área nuclear) a devolver el expediente al Consejo de Seguridad.
Los países europeos favorecen un enfoque gradual en la ONU y buscan incentivos para convencer a Irán de abandonar su programa. El Reino Unido y Francia quieren preservar la unanimidad de los miembros del Consejo de Seguridad, debido a que consideran a este como el mejor medio de ejercer presión sobre Irán. Pero hasta el momento Rusia y China se oponen ante la menor amenaza de sanciones, para no comprometer las negociaciones. Los países europeos hacen frente al dilema de que mientras ellos siguen la vía diplomática, Irán posiblemente prepara la bomba atómica.
En la ONU los rusos bloquean mientras que los chinos están más calmos. En este sentido se espera que en la organización de la cumbre del G8 a llevarse a cabo en San Petersburgo el próximo julio, Rusia mostrará una posición menos rígida.
El enfoque norteamericano tiene ciertos riesgos, ya que amenazar sin cesar a Irán con sanciones económicas o represalias militares tiene como efecto la consolidación de los grupos duros en el gobierno iraní. Una operación militar reforzaría en Irán la idea según la cual el único medio de defender el país es dotarse con armas atómicas.
Otro peligro es el de la escalada. Toda acción preventiva iría seguida de una reacción iraní y degeneraría en operaciones ilimitadas. Queda por saber qué efecto tendrá la noticia de los preparativos norteamericanos sobre Teherán. Se puede suponer que la administración Bush apuesta a la disuasión y se propone, por medio de amenazas, ejercer presión sobre Teherán. Pero el régimen iraní, que se basa en una división de la comunidad internacional, podría alegrarse de ver conformarse tres posturas diferentes: los Estados Unidos peleadores, la Rusia conciliadora y, entre los dos, una Europa manejando con dificultad el matiz de los grises.
Ante estas amenazas de ataques norteamericanos, Irán reaccionó diciendo que se trata de una guerra psicológica. Se debe reconocer que la actual situación entre los dos países se sitúa en muchos aspectos en un nivel psicológico, en la percepción y la persuasión mutua. Es una guerra del tercer tipo, una guerra cuyo objetivo no es la ganancia tanto de territorios como el de las opiniones públicas. Al espíritu de conquista, los protagonistas prefieren momentáneamente la conquista de los espíritus. Orquestar una ”revolución espontánea”. La primera ofensiva ya se lanzó en la indiferencia general.
El 15 de febrero pasado, en el Comité de relaciones exteriores del Senado, Condoleezza Rice expuso las grandes líneas de su nuevo plan de batalla contra el régimen iraní, resumidas en las siguientes palabras: ”vamos a trabajar para fomentar las aspiraciones del pueblo iraní de hacer triunfar la libertad en su país”.
Este anuncio inauguró una extensa campaña de subversión destinada a debilitar la base social del régimen por la difusión masiva de valores, ideas e información mediante las nuevas tecnologías de comunicación. Es un ambicioso proyecto de 85 millones de dólares, de los cuales cerca de los tres cuartos se asignan a la financiación de radios y canales de television independientes que difunden en persa y de medios de comunicación americanos especializados.
Una parte de los fondos se consagra a la financiación de grupos ‘pro democráticos’, es decir de las ONG, de los sindicatos, de los activistas en el ámbito de los derechos humanos y de los disidentes políticos que actúan en el exterior o dentro del país. El resto de los fondos va al refuerzo de los intercambios culturales y escolares, como la recepción de estudiantes iraníes en Estados Unidos. En opinión de los especialistas, este programa, cuyo presupuesto se limitaba a 3,5 millones el año pasado, señala un notable cambio en la estrategia americana hacia Irán, hasta allí limitada al aislamiento diplomático y a las sanciones económicas. Constituye a este respecto la primera tentativa de los Estados Unidos de volver de nuevo sobre la escena política iraní desde la revolución de 1979-1980.
Lo que no esta claro es si este programa de democratización a distancia puede verdaderamente salirles bien. Las opiniones divergen. Para los más escépticos, el programa podría tener consecuencias desastrosas desacreditando la oposición democrática y tachando a los disidentes como traidores a favor del bando Occidente.
La disputa USA-Irán tiene una lógica de guerra fría, como cuando se trataba de ganar la confianza de las poblaciones soviéticas ansiosas de cultura occidental, aunque la situación es diferente en el caso de Irán. Otros expertos destacan que Irán se presenta como un teatro de operación ideal para esta guerra de las pantallas y palabras. Se pueden proveer a cinco millones de hogares con una antena parabólica clandestina a la vez que más de 20 cadenas satelitales giran en el espacio audiovisual iraní, sin contar la extensión desbordada de la red Internet. A eso se añade una población joven, 65% tiene menos de 30 años, a priori más receptivo que los mayores a los valores y a la cultura de masa del ‘American way of life’.
Al contrario del mundo árabe, la calle iraní es mayoritariamente pro americana mientras que el Gobierno de los mullahs es antiamericano. Todo dependerá del estilo y la manera con que se conducirá el programa de propaganda norteamericano debido a que la prudencia y el entendimiento podrían bien favorecer un cambio de régimen.

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