Las actuales guerras del Mossad: Irán, Hezbollah y CIA (quinta parte)

Las actuales guerras del Mossad: Irán, Hezbollah y CIA
(Quinta Parte)
Dr. Ramiro Anzit Guerrero
EL MOSSAD EN EL CONTEXTO DE LA GUERRA DEL LIBANO.
En 1982, las Fuerzas Armadas israelíes (Tsahal) solo habían tardado 48 horas para apoderarse de una porción considerable del Líbano. Ahora bien, en la última invasión al Líbano los misiles del Hezbollah que cayeron en territorio israelí cambiaron esta situación. La lentitud de la campaña y la imposibilidad de impedir que el Hezbollah lance sus misiles Katyusha, forzaron a Israel a modificar su curso tradicional de acción en conflictos bélicos, en virtud del cual el combate precede a la diplomacia. La Fuerza Aérea israelí logro bombardear y destruir amplios sectores del sur libanés, pero las fuerzas terrestres solo pudieron realizar incursiones limitadas, la mayor parte del tiempo llevadas a cabo por comandos de las fuerzas especiales.
El deseo de Israel de extender la zona de contención hasta el río Litani (70 kilómetros al norte de la frontera actual) fue difícil de establecer ya que implicaba el despliegue de un fuerte contingente de infantería israelí en territorio del propio Hezbollah. Cómo explicar este fracaso de la fuerza militar más potente de la región, disponiendo del armamento más sofisticado, y del apoyo material y técnico de los Estados Unidos. Según Syed Saleem Shahzad, Israel se lanzó a una operación militar muy aventurada a pesar de advertencias de sus servicios de inteligencia, en particular, el Mossad. Este último admitió abiertamente al Gobierno, antes del desencadenamiento de las hostilidades, haber fallado en sus tentativas de infiltrar al Hezbollah.
El Mossad se oponía a la operación militar en el Líbano y sugería esperar que, por servicios de información interpuestos, se esté en condiciones de evaluar la capacidad militar del Hezbollah, su personal, su logística y sus posiciones. Siempre según el Mossad, el Hezbollah había pasado a ser con la ayuda de Irán mucho más potente que grupos como el Hamas palestino que solo dispone, sobre todo, de armas ligeras y pequeños misiles Qassam de fabricación casera, a la vez que recurre a menudo a ataques suicidas. Antes de lanzarse en una operación de envergadura, sostenía el Mossad que era esencial conocer la potencia militar del Hezbollah, sino se corría el riesgo de una catástrofe militar.
El Mossad estaba informado de una extensa red de túneles y búnkeres que el Hezbollah podía utilizar para almacenar armas en preparación de una larga guerrilla, pero no podía determinar con precisión sus ramificaciones. Había una crisis interna en Israel que no llegó solo hasta el primer acceso al Hezbollah, sino que se refiere realmente a las estructuras mismas de la dirección israelí. Se trata de una crisis mayor precisamente debido a este factor interno, de la misma forma que la guerra en Irak es una crisis de envergadura en Washington debido a las fracturas y oposiciones que aun produce en el stablishment washingtoniano.
Desde que en el 2003 el Subsecretario de Estado norteamericano Richard Armitage, especialista en operaciones secretas durante la guerra de Vietnam, determinó que Hezbollah debía ser el enemigo terrorista prioritario mientras que Al Qaeda seria secundario, por su parte Colin Powell se declaró preocupado con respecto a la continuación de las actividades ‘terroristas’ del Hezbollah en la región y en el resto del mundo como sus actividades sociales y de apoyo cultural resaltando el caso de la cadena de televisión Al Manar, la cual ha comenzado a ser un objetivo enemigo de los EE.UU. Es así que Hezbollah y Hassan Nasrallah, su secretario general y líder espiritual, se convirtieron en los enemigos prioritarios de los Estados Unidos. Se les diaboliza, como lo estuvieron antes de ellos Mohamed Mossadegh, Gamal Abdel Nasser, Muamar Khadafi, Ayatollah Khomeini, Yasser Arafat y Saddam Hussein, que serian a su vez los que se oponían a los proyectos occidentales en Medio Oriente.
La repetición de sus nombres en los medios de comunicación asociada a actos que suscitan una reacción de rechazo, causa una connotación negativa de la cual es difícil desprenderse. El método del rumor es viejo como el mundo.
En este contexto internacional de tensión con el Hezbollah y su protector Irán, la Justicia argentina acusó al Hezbollah de ser el autor de los atentados contra la embajada de Israel en Buenos Aires en 1992 y contra la Asociación de Mutuales Israelitas Argentinas en 1994.
Desde la óptica iraní estos atentados estarían relacionados a una operación del Mossad. Los atentados habrían tenido para esta hipótesis, el objetivo de impulsar a la comunidad judía de la Argentina a emigrar hacia Israel. Este método demostró su validez en Irak en los años 1950, como lo reveló en sus memorias Moshe Sharett, ex Primer Ministro israelí. A pesar de la decisión de la justicia argentina, los Estados Unidos e Israel reactivaron últimamente las acusaciones llevadas contra el Hezbollah. Se basan, en particular, en el testimonio de Abolghasem Mesbahi, agente secreto iraní reclutado por la CIA, que afirmaba en 2004 que el ex Presidente argentino Carlos Menen obligó a los magistrados argentinos a descartar la pista libanesa. Como contraparte los iraníes le habrían dado diez millones de dólares.
Es así como el American Jewish Comittee se prepara a lanzar una campaña publicitaria en CNN y Fox News para convencer a la opinión pública norteamericana que la organización libanesa, sostenida por Irán, practica el terrorismo internacional y que amenaza a los Estados Unidos ya que los atentados cometidos en Argentina lo prueban. Para diabolizar un poco más al Hezbollah en América Latina, donde viven muchos emigrantes libaneses, se destacó que la policía ecuatoriana desmontó en junio de 2006, una red de traficantes de cocaína operando en Ecuador, Colombia, Brasil y en los Estados Unidos que enviaba un 70% de sus ingresos al Hezbollah.
La acusación de Narco Yihad se remonta a Haïm Messing, director israelí en la lucha contra la droga, que declaró en 2003 frente a una comisión de la ONU, que el Hezbollah ocupa «un lugar en primera plana en la cultura y el tráfico de drogas».
En una operación contra el Hezbollah, el 2 de agosto de 2006 en Baalbek (Líbano), el Mossad habría encontrado en el disco rígido de un ordenador del hospital Dar El Hekmat, el organigrama de más de 20 células terroristas establecidas en Gran Bretaña. La noticia, poco creíble, tenía indirectamente por objeto hacer olvidar que los israelíes habían matado a 17 civiles de los cuales 8 eran niños y que habían quedado en ridículo secuestrando a un ‘supuesto’ sujeto pensado que era Hassan Nasrallah, pero esta persona finalmente no tenia nada que ver con la organización.
El último hallazgo contra Hezbollah fue la revelación del juez Sarga Brammertz que habría descubierto una «pista shiíta» en el asesinato del ex Primer Ministro libanés Hariri. Ni el FSI (Fuerzas de seguridad interior libanesa), ni el juez Brammertz presentaron pruebas de este hecho, pero según informadores reservados el Hezbollah tenía la capacidad de hacer entrar al Líbano el equivalente de 1200 kilos de TNT para atentar contra Rafic Hariri que obstruía los objetivos del Hezbollah en el Líbano y más ampliamente de Irán, que pretendería reforzar la influencia de sus aliados shiítas en el mundo árabe.
La «pista shiíta» revelada por medios de comunicaciones pro occidentales demuestran la manipulación de la información. Rafic Hariri tenía enemigos en todas las comunidades religiosas y clases sociales, para comenzar dentro de los que habían sufrido expropiaciones bajo su mandato. Hariri había dejado el poder en octubre de 2004 con una deuda pública colosal: más de 30 mil millones de dólares, el doble del PIB del Líbano.
Se puede afirmar que el secretario general de Hezbollah, Hassan Nasrallah, no tenia nada en común con Hariri en lo política tanto como en los ámbitos económicos y sociales, pero esto no alcanzaría para justificar que el Hezbollah planificara el atentado. En cambio, Rafic Hariri se había opuesto a la agresión contra Irak y se sabe que estaba en contra de la inscripción del nombre del Hezbollah en la lista de las organizaciones terroristas de la Unión Europea. Por otra parte había tenido entrevistas a este respecto con Hassan Nasrallah exactamente antes de su asesinato. A pesar de la presión de los estadounidenses e Israelíes, Hariri no quería hablar de la propuesta de construir una base norteamericana en el norte del Líbano, ni de permitir ningún tipo de división del territorial del Líbano.
Cabe destacar que después de la invasión al Líbano y la masacre de Qana, ningún representante de la democracia occidental trató a Israel de Estado agresor y al Mossad como una organización clandestina. En cambio el nombre del Hezbollah aparece ahora sistemáticamente en el banco de los acusados apenas se habla de acciones terroristas.
En este contexto las fuerzas de seguridad libanesas descubrieron un sofisticado sistema network con el cual se habría realizado decenas de atentados por cuenta de los servicios secretos israelíes. El 26 de mayo de 2006, una explosión mató a Mahmoud Majzoub, jefe militar de Jihad Islámico en el Líbano, y su hermano Nidal, también militante de la organización. Un coche, aparcado delante de ellos, estalló en cuanto los dos militantes palestinos habían salido de su casa para ir a trabajar. Se utilizo para la operación una carga ni demasiado fuerte ni demasiado escasa, prácticamente perfecta. El asesinato de los dos hermanos sacudió profundamente a los habitantes de Sidón, próximos desde siempre a la causa palestina, por lo cual pagaron un alto precio cuando tuvieron 2000 víctimas en los bombardeos israelíes de 1982), lo que provocó en las calles de la ciudad imponentes manifestaciones de repudio. Por millares, libaneses y refugiados palestinos del campo vecino de Ein EL Helwe (90.000 habitantes) respondieron a la llamada para manifestarse, lanzada por los movimientos nacionalistas árabes y suniitas tradicionalmente hegemónicos en esta ciudad, los movimientos shiítas del Hezbollah y Hamal, distintos grupos palestinos y solidariamente participó incluso el Movimiento Patriótico Libre del ex general cristiano maronita Michel Aoun.
En la práctica, el nuevo eje de la coalición interconfesional (con el representante maronita prosirio Suleiman Franjieh y el sunnita de Trípoli Omar Karame) se opone a un nuevo mandato colonial sobre el Líbano de los EE.UU. y de Francia, al desarme de la resistencia palestina y libanesa y la ruptura de relaciones con Damasco, programa que había sido adelantado por la mayoría del Gobierno de unidad nacional de la que formaban parte el Primer Ministro Foud Siniora, Hariri, las Fuerzas falangistas de Samir Geagea, protagonista de la masacre de Sabra y Chatyla y el líder druso Walid Jumblatt. Esta vez sin embargo, la solicitud de justicia de los habitantes de Sidón parece haber estado en parte satisfecha y las fuerzas de seguridad libanesas descubrieron, por primera vez, un network sofisticado que habría realizado decenas de atentados por cuenta de los servicios secretos israelíes.
El jefe del grupo sería un ciudadano de la ex zona ocupada por Israel, ex funcionario de las fuerzas de seguridades libanesas y ex miembro de las milicias pro israelíes del meridional Líbano del general Lahad, a la vez que es nieto de un representante del Partido Socialista progresista de Walid Jumblatt. Mahmoud Rafeh, el sospechoso número uno, habría reconocido ser responsable de cuatro atentados en los cuales se asesinaron, además de Mahmoud y Nidal Majzoub, a los representantes del Hezbollah Ali Hassan Dieb, (en la ciudad de Abra el 16 agosto de 1999) y Ali Saleh ( en Beirut meridional, el 2 julio de 2003) y el palestino Jihad Jibril. La base de las operaciones habría sido un chalet del centro meridional libanés de Hasbaya que pertenecía a Mahmoud Rafeh, donde los investigadores encontraron en el garaje, aparatos de comunicación sofisticados, de interceptación de teléfonos , expedientes sobre dos representantes del Jihad asesinados, documentos falsos y uniformes militares.
Entre los miembros del grupo identificados y ahora buscados por la Justicia libanesa, habría también un militante palestino del campo de Ein EL Helwe, Hussein Kattab, ya detenido porque se sospechaba que estaba comprometido en el asesinato de Jihad Jibril, luego fue dejado en libertad tras una intervención de algunos sheiks sunnitas. Mahmoud Rafeh fue reclutado por el Mossad en 1994, sobre propuesta de Alameddine Badaoui, responsable de los servicios de la milicia pro israelí del Meridional Líbano, actualmente prófugo en Israel. El descubrimiento del grupo de agentes que trabajaban para los servicios secretos israelíes está teniendo profundas repercusiones políticas sobre la escena libanesa. El partido shiíta Hezbollah y los otros movimientos de oposición al eje pro EE.UU. comentando el episodio recordaron que Israel constituye aún una amenaza para el Líbano y, en consecuencia plantean la necesidad de no desarmar a la resistencia y de no excluir de la lista sospechosos de los homicidios y atentados que tuvieron lugar en el Líbano a los servicios dirigidos desde Tel Aviv. Una referencia clara también a la posibilidad de una implicación israelí en el atentado del ex primer Ministro Rafiq Hariri, asesinado el día del Santo Valentín en 2005.
Cualquiera haya sido el justificativo para la ultima invasión israelí del Líbano, todos parecemos estar de acuerdo sobre el hecho que este ataque fue una respuesta desproporcionada, a un ataque deliberado del Hezbollah.
Desde la retirada de Israel del sur del Líbano en mayo de 2000, hubo cientos de violaciones de la ‘Línea Azul’ que separa a estos dos países. La Fuerza Provisional de las Naciones Unidas en el Líbano (el FINUL) informó que la aviación israelí cruzó esta línea casi todos los días entre 2001 y 2003, y «continuamente» hasta 2006. Estas incursiones «causaron una gran inquietud a la población civil, en particular los vuelos a baja altitud que cruzan la barrera del sonido sobre las zonas pobladas». En algunas ocasiones, el Hezbollah intentó pararlos con cañones antiaéreos. En octubre de 2000, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) dispararon contra manifestantes palestinos no armados sobre la frontera, matando a 3 e hiriendo a 20 de ellos. En respuesta, el Hezbollah cruzó la frontera y capturó a tres soldados israelíes. También en varias ocasiones, el Hezbollah realizo ataques de misiles y obuses contra las posiciones de los FDI, que contrarrestaron con su artillería pesada y a veces con un bombardeo aéreo. Incidentes de este tipo asesinaron a tres israelíes y a tres libaneses en 2003; un soldado israelí y tres combatientes del Hezbollah en 2005; el Hezbollah de Líbano capturo a tres soldados israelíes en febrero de 2006. Pero la ONU destaco que ninguno de estos incidentes tuvo por consecuencia una escalada militar.
El 26 de mayo del 2006, ante el asesinato de dos responsables de la Yihad Islámica, Nidal y Mahmoud Majzoub, los activistas en el sur libanés lanzaron ocho cohetes sobre Israel. Un soldado resultó ligeramente herido. Pero mientras que la región fronteriza siguió siendo tensa y volátil, el FINUL declaró que era «globalmente tranquila», hasta el 12 de julio de 2006.
El Hezbollah pretendía intercambiarlos los soldados israelíes secuestrados por 15 presos de guerra tomados por los Israelíes durante el ataque al Líbano y que nunca habían sido liberados. Parecía claro que si Israel hubiera devuelto a los presos, eso habría permitido recuperar a sus hombres sin derramar más sangre y se habría reducido la probabilidad de otros secuestros. Pero el Gobierno israelí se negó a negociar. En vez de eso, sabemos a lo que se llegó. Entonces por qué la respuesta israelí. La respuesta es que no era una reacción precisamente sobre los acontecimientos de esos días. Ese ataque se planeó desde hacia meses.
El diario The San Francisco Chronicle destaco que desde hacia más de un año, una cumbre calificada del ejército israelí comenzó a hacer presentaciones en PowerPoint, en una base militar secreta, junto a diplomáticos, periodistas y grupos de análisis estadounidenses entre otros, donde se explicó el plan de operación en detalles. El ataque estaba establecido para durar tres semanas. Comenzaría por un bombardeo y culminaría con una invasión terrestre. Gerald Steinberg, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Bar-Ilan, dijo en ese medio que «de todas las guerras de Israel desde 1948, ésta era para la cual Israel mejor se había preparado». A partir de 2004, ya se había determinado la campaña militar programada para durar alrededor de tres semanas y desde hacia un año o dos, se había simulado y practicado en todos los niveles.
Un alto oficial israelí dijo en el Washington post que esta incursión del Hezbollah había proporcionado a Israel un «momento excepcional» para destruir a esta organización. El redactor principal del New Statesman, John Kampfner, declaró que en más de una fuente oficial le dijeron que el Gobierno estadounidense conocía de antemano la intención de Israel de emprender una acción militar en el Líbano. La administración Bush se lo avisado dicho al Gobierno británico. Pues, este ataque israelí era premeditado: Israel esperaba simplemente un pretexto que fuera conveniente. Era cierto que el Hezbollah había acumulado armamento en proximidad de la frontera, así lo demostraron los cohetes lanzados hacia territorio israelí. Pero de la misma manera que Israel puede afirmar que pretendía disuadir a las incursiones del Hezbollah, el Hezbollah podía mantener también con razón que intentaba disuadir las incursiones de Israel. El ejército libanés era y es indudablemente incapaz de hacerlo.
La sugerencia de que el Hezbollah podría lanzar una invasión hacia Israel o que constituye una amenaza existencial al Estado judío es algo grotesco. Desde que la invasión del Líbano finalizó, todos sus actos de guerra fueron casi siempre en respuesta a incursiones militares. En este sentido una posible solución para Israel en la zona seria en primer lugar parar de sumar enemigos, retirándose de los territorios ocupados en Palestina y Siria. En segundo lugar, dejar de provocar a los grupos armados en el Líbano violando los límites de la Línea Azul, en particular con los vuelos continuos del otro lado de la frontera. En tercer lugar, liberar a los prisioneros de guerra que permanecen ilegalmente encarcelados en Israel. En cuarto lugar, seguir defendiendo la frontera manteniendo al mismo tiempo una presión diplomática sobre el Líbano para que su gobierno legitimo pueda comenzar a desarmar al Hezbollah.

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