Las cárceles: ¿sitios de reinserción o fábricas de delitos?

Las cárceles: ¿sitios de reinserción o fábricas de delitos?
Las prisiones se han instaurado desde hace dos siglos como un mecanismo de control y castigo para aquellos que infrinjan las leyes y en ellas, bajo una serie de normas y estrategias, lograr que los internos se puedan reintegrar a la sociedad. Sin embargo, por lo menos en la mayoría de las cárceles Latinoamericanas, ello no solo no ocurre sino que se han convertido en universidades del crimen y son bastantes inseguras.
En mi opinión, son varios las factores que se tendrían que analizar. Empezando que las cárceles deben ser formadoras absolutas, deben lograr la implementación total de la disciplina, deben de ocuparse de aspectos de los internos como su conducta cotidiana, su actitud para el trabajo, su actitud moral, sin ello será imposible que se de el principio de reisercion del interno a la sociedad.
Este es un antiguo tema que se trata de vez en cuando, sobre todo cuando aparecen en los medios de comunicación reyertas y motines que dejan muertos y destrucción dentro de estos recintos. Es cierto que hay un alto consenso en torno a la descripción del problema pero poca o ninguna mejora hubo en los últimos años.
Por otro lado, el número de delincuentes sigue creciendo de manera desmesurada, tanto así que no sería raro que cuelguen algún cartel en la puerta de alguna prisión donde se señale que «no hay mas vacantes».
Sin duda, las cárceles se llenan cada vez más porque no hay políticas claras de los Gobiernos para frenar el fenómeno delictivo. Existen pruebas sobre agresiones individuales y hábitos de violencia en muchas prisiones y ello se da por una serie de factores, siendo uno de los principales que en las cárceles se confinan un número de internos imposible de controlar de forma adecuada y eficiente.
En Lima, la cárcel de Lurigancho podría ser un ejemplo de ello. En ese contexto de hacinamiento se crea tal grado de tensión y desorden sobre todo después de las 6 PM, hora en donde ingresan a sus pabellones y cada uno de ellos se convierte en tierra de nadie, los más avezados son los que gobiernan cada uno de ellos y donde se respetan sus normas y códigos.
Las cárceles son instituciones cerradas ya que lo que ocurre en su interior permanece en su interior y rara vez sale a la luz pública. En el año 2002, año en que trabajé en la alta dirección de prisiones en el Perú, los funcionarios no se atrevían a ingresar a algunos pabellones y menos en la noches, salvo alguna requisa programada donde en la mayoría de casos los internos ya estaban enterados.
Por ello los pabellones son realmente controlados por los internos más violentos y sanguinarios, la ley de la selva. Y pensar que una de las acciones que se me criticó en el poder judicial fue por ingresar a esos pabellones solo en horas de noche o madrugada con el único propósito de verificar in situ las condiciones de seguridad que allí se daban.
Todos los horrores que se puedan referir de las cárceles quedara empequeñecido si realizan una visita nocturna, por ello es importante antes que nada aceptar que las actuales condiciones de reclusión constituye por si misma un trato inhumano.
Lo importante a corto plazo será tratar el tema de hacinamiento para descongestionar a estas bombas de tiempo, es urgente también tomar la desicion de implementar la tecnología de vigilancia preventiva como por ejemplo bloqueadores de celulares, cámaras de vigilancias, micros de escucha en los pabellones, detectores de metales para el ingreso de armas y rayos X para el ingreso de drogas, contar con un eficiente servicio de inteligencia dentro de los penales, así como sacar a los funcionarios corruptos que hay dentro de ellas.
Finalmente, no dejemos pasar el tiempo para encarar esta problemática, si queremos realmente mejorar la seguridad ciudadana, con menos tasas de delitos en las calles, hay que invertir en nuestros sistemas carcelarios que son el último eslabón de la seguridad pública.

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