Legislación y control
«Las normas actuales y más de un funcionario, parecen estar más cerca de los delincuentes que de los ciudadanos honestos», estas palabras son parte de un artículo publicado en la revista Argentina, Defensa y Seguridad, que edita Mercosur, y representan la problemática no sólo de ese país, sino de toda América Latina; así continúa: «La realidad nos marca un implacable avance del delito frente a las fuerzas del orden, sobrepasadas y mal entrenadas, políticos, funcionarios ineptos y una sociedad desguarnecida, atemorizada y con evidentes signos de anarquía social».
Si no hubiéramos hecho la aclaratoria de que proviene de una publicación extranjera, podríamos suponer que son aseveraciones de nuestra propia forma de pensar, o de lo que es la realidad en México, sin que sea un consuelo; este mal ataca a toda Latinoamérica, pero lo más importante radica en saber qué es lo que se está haciendo para remediarlo, principalmente cuál es el futuro que nos espera, ya no podemos considerar que tenemos que vivir padeciendo de este terrible mal.
Analizar la situación ya es un tema pasado de moda. Sabemos a ciencia cierta dónde está el mal, ahora es el tiempo de las decisiones-soluciones, creando las medidas necesarias para evitar seguir inmersos en un vacío donde la impunidad, tolerancia y corrupción, han hecho un nicho muy enriquecedor de beneficios para unos cuantos, afectando a toda la población ciudadana, que se ha convertido en víctima de esos beneficiados. Las acciones que está tomando el gobierno en materia de seguridad deben de apoyarse constantemente y lejos de criticas destructivas, hacer resaltar esa voluntad para encontrar las soluciones adecuadas.
Los problemas son del tamaño que uno los quiere ver y las soluciones son muchas veces más fáciles de lo que aparentan, pero para eso se requiere de tres situaciones imprescindibles, que son:
1. Que las autoridades se sitúen en un realidad. Nuestro problema radica principalmente en una falta de legislación apropiada, apegada a las necesidades, enfocada a crear beneficios hacia la sociedad ciudadana, sin protagonismos ni falsas especulaciones, donde se disculpa eternamente las fallas del medio oficial y se resaltan las de terceros, atacándolos y desprestigiándolos sin conocer siquiera su verdadera participación en determinada acción; tomar medidas enfocadas a generar una imagen sólo genera que se aparte cada vez más se un medio de satisfacción de una necesidad y se acerque más a la complacencia de quien utiliza esos medios para obtener beneficios personales.
2. Que se acepte el apoyo de quienes lo ofrecen y cuentan con los medios para resolver el problema. En la actualidad el mundo se apoya en los profesionales especializados en actividades específicas, donde su participación ha permitido que vivamos en un mundo de tecnología altamente revolucionada y con crecimiento constante, logrado esto gracias a la participación y dedicación de personas que dedicaron su vida al estudio, capacitación y profesionalización continua, todas ellas del medio privado. El resultado de esto es utilizado hoy en día para operar dentro de las funciones gubernamentales, con la consiguiente optimización en sus quehaceres.
3. El aceptar la necesidad de capacitar correctamente y en forma específica sobre las funciones que se realizan. Es necesario que se acepte que no se tiene la obligación de ser sabio en la gestión que se realiza, pero sí se tiene la obligación de evaluar a quienes participan en la toma de decisiones, analizar diversas propuestas, escuchar a los especialistas, tener alternativas y proveerse de los mejor calificados, además de que a quienes tengan que cumplir con una función específica, se les adiestre en esas materias, proporcionándoles los medios adecuados para evitar que se tomen determinaciones por falsos conceptos o bajo el simple espíritu de su criterio, donde las probabilidades de equivocarse son mayores y los resultados que se obtengan serán inversos.
Para que México inicie un cambio que le permita sobresalir a nivel mundial, se necesita que primeramente se cuente con un sistema de legalidad adecuado a las condiciones requeridas, con control sobre las conductas y alejado de permitir la impunidad, que sancione severamente la corrupción, además que establezca como medida impositiva hacia la ciudadanía un comportamiento dentro de un orden estricto.
La benevolencia con que nuestras autoridades se comportan actualmente, queriendo establecer una imagen de humanismo, buscando quedar bien con diferentes sectores, no satisface los requerimientos de control que ya son urgentes, pero además nos han llevado a un desprestigio mundial.
Los requerimientos que debe satisfacer todo funcionario público son:
– Que la función que se va desarrollar la conozca perfectamente
– Que tenga la voluntad y cuente con el apoyo y el control para hacerlo.
– Que cuente con colaboradores especializados en el área de participación.
«El querer hacer, no siempre es poder hacer», se requiere de un apoyo adicional, voluntad férrea y enfrentamiento a la realidad; se cuenta con la calidad humana en conocimientos y capacidad de respuesta, pero es necesario saber escoger el lugar donde se adquieren estas personas que tienen esas cualidades, los expertos son las personas que han sobresalido con base en resultados, dentro de actividades especiales, donde su participación cumplió totalmente con un cometido, sin que medien las excusas, ni bajo condicionantes imposibles de cumplir. Qué fácil es decir cómo resolver un problema, cuando las medidas que se proponen se encuentran fuera de una realidad.
México vive una época de inseguridad, con gran voluntad gubernamental para resolverla, pero con poca aceptación a la realidad, es necesario y podríamos afirmar que imperativo, realizar un análisis del porqué llegamos a esta situación, estamos seguros que a quienes están leyendo estas líneas, en su mente fluye la respuesta y se sienten conocedores de la misma, pero si esto es así ¿por qué no hemos podido resolver el problema?, la respuesta a esto es muy sencilla, por el simple hecho de lo asentado anteriormente: «conocemos la respuesta, pero sin aceptar la realidad».
Uno de los grandes analistas de la problemática de crecimiento delictivo estableció que: «Cuando la legislación se opone a la justicia, no se tiene ni justicia ni legislación». ¿Qué nos quiere decir con esta afirmación? Una aseveración muy sencilla, la legislación es la primera base del establecimiento del orden, pero cuando ésta se enfoca a defender las malas conductas los resultados suelen ser desastrosos, como un ejemplo podemos señalar, para la ley, «ladrón» es aquel a quien después de un proceso judicial, se le comprueba su participación en un robo, pero además establece un grado de culpabilidad, es merecedor de una pena determinada, dependiendo de la cuantía de lo robado, pero para un estado de justicia plena, «ladrón» es quien roba sin importar si fue descubierto o no, ni sujeto a la cuantía de lo robado, esto es en un término total de legalidad.
Estamos de acuerdo en que debemos tener un proceso de determinación de culpabilidad, así como de comprobación de participación, pero si tenemos una legislación que favorece, exculpa o concesiona determinadas acciones a quienes tienen conductas irregulares, tendremos también una aceptación a la tolerancia de determinadas conductas, ante esto quienes se encuentran a cargo de la impartición de la justicia y el establecimiento del orden se encontrarán maniatados, convirtiéndose en cómplices inocentes de un fomento a la delincuencia.
Es imperativo que las leyes sean acordes a las necesidades y que se constituyan como el mecanismo que permita el establecimiento del orden, en Inglaterra se dio el caso de un incremento en el robo de teléfonos celulares, empezando a generarse actos violentos para el apoderamiento de estos aparatos, eso motivó que las autoridades emitieran un decreto en el que el robo de celulares se constituyera como un delito grave y que la penalidad fuera invariablemente pagada con cárcel, el resultado fue inmediato, después de que se dictó esta medida, el ilícito decreció en 90%, otro caso lo tenemos en Guatemala, donde ante el crecimiento del índice de secuestros, se determinó establecer la pena de muerte para este delito, el resultado fue que la incidencia decreció en 75%.
En los dos casos anteriores se vio una voluntad por parte de la autoridad de enfrentar la inseguridad, dentro de dos magnitudes diferentes, pero los resultados fueron positivos en beneficio de la propia ciudadanía; en México cada que hay que legislar sobre un delito, se busca más por hacer resaltar los derechos de los delincuentes que por beneficiar a la sociedad y este es el primer punto de crecimiento de la inseguridad, una legislación inapropiada, que hay que revisar y adecuar a las necesidades, no entendemos el porqué se considera que somos mejores cuando emitimos leyes tolerantes, al único lugar a donde nos han llevado es a encabezar la lista de los países más inseguros.
Por otra parte, le exigimos a la autoridad que cumpla con sus funciones y que demuestre que puede resolver el problema de la inseguridad, pero sin armas con que lo pueda lograr, bajo críticas y reclamos, lo que se convierte en una situación injusta hacia su gestión como servidor público, por lo que tiene que recurrir a un sinnúmero de procedimientos prometedores, que no siempre está su alcance lograr, generando a la vez, un estado de esperanza entre la población honesta y con conductas progresistas, -que enaltecen nuestra nación-, los que se sienten decepcionados cuando no se dan los resultados deseados.
México tiene una gran oportunidad, estamos dentro de un proceso de cambios, donde se encuentra en las autoridades una voluntad de resolver el problema, con creación de comités ciudadanos, que manifiestan gran participación en la búsqueda de soluciones, haciendo propuestas, proporcionando su tiempo, que siendo muy valioso lo otorgan sin interés de remuneración alguna, con la colaboración de diferentes sectores y una amplia disposición ciudadana de apoyar las propuestas, es el momento de seguir adelante y alcanzar las metas.
Tenemos que seguir adelante, el camino ya está trazado, ahora sólo nos falta que revisemos nuestras debilidades, el endurecer las leyes sólo afectará a quien las transgrede, asesorarse de quienes cuentan con los conocimientos especiales fortifica a quien tiene la facultad de dictaminar y fungir, establecer el orden permitirá la convivencia sana y la erradicación de malas conductas, que nos demeritan, determinar que la justicia y la legalidad, son el único camino para alcanzar la tranquilidad y retomar el prestigio de nuestra nación.
José Luis Rojo
Colaborador de Segured.com