Los reales del terrorismo

 

Elterrorismo es una actividad ilícita que puede concretarse a través de una seriede conductas cuyo objetivo primordial es la generación de un impactopsicológico, ya sea en una persona o en un conglomerado.

Enuna sociedad colectivizada, las actividades terroristas requieren de unalogística más compleja que la que podían tener hace apenas un siglo.  También de frecuencia e intensidad mayorespara lograr el mismo impacto en la masa, en parte debido al proceso de banalizaciónque han tenido los comportamientos violentos. El efecto de un asesinato delgrupo Mano Negra ahora sólo es equiparable al de una bomba en el casco urbanode Bogotá.

Porlo tanto, el mantenimiento de una infraestructura dedicada a la ejecución deeste tipo de actos requiere hoy en día de ingentes recursos monetarios.  Lo más lógico es pensar que una actividadfuera de ley como ésta debe ser mantenida con dinero de la misma calidad.  Un ejemplo clásico está en las escuelas desicarios tal y como las describió el periodista Fabio Castillo:  enclaves financiados con dinero procedentedel tráfico de drogas.

Entérminos de economía, esto no representa más que una reinversión del capitalobtenido del comercio (ilícito, pero comercio al fin), con el objetivo deasegurar la preservación y el crecimiento de la propia empresa.  En los carteles incipientes, elprocedimiento puede hacerse con dinero en efectivo.  Pero en la medida en que las operaciones del grupo delincuencialse hacen más complejas, son creadas organizaciones de apariencia legal paracanalizar tales fondos.  En el casocolombiano, estas eran a menudo empresas de seguridad.

Entramosentonces en el ciclo del lavado de dinero, o legitimación de capitales comotambién se le conoce.

Peroen el caso de las estructuras terroristas investigadas tras los atentados del11 de septiembre en Nueva York, Washington y Pennsilvania, las autoridades handetectado un proceso inverso al descrito: empresas de la economía legal desvían parte de sus ganancias alfinanciamiento de las células cuyos integrantes cometerán los actos deviolencia.  Esto no se hace directamentesino, tal y como lo comentó el diario The Washington Post, a través desociedades intermedias, como podrían ser algunas organizaciones nogubernamentales (ONGs).

Elejemplo más palpable lo ha dado el propio Osama bin Laden, señalado comoprincipal líder del grupo Al Qaeda. Destinó una fortuna, lograda mayormente a través de obras deconstrucción en Arabia Saudita y otros países, tanto al mantenimiento de lasempresas que la originaron como al apoyo financiero a los grupos de violenciapolítica.

Deallí que los países de la alianza liderada por Estados Unidos hayan abordado elproblema del financiamiento al terrorismo a través de un enfoque dual:  atacando por una parte los mecanismoscaracterísticos del “tradicional” lavado de dinero procedente de actividadesilícitas (venta de drogas, armas, etc.), y por la otra bloqueando las cuentasde personas, tanto naturales como jurídicas, a las que se les ha comprobadomediante labores de inteligencia financiera que han aportado recursos parafomentar atrocidades al estilo de las vistas el 11 de septiembre.

Aquíse plantean algunos problemas de orden legal. Por ejemplo, la aplicación retroactiva de normas elaboradas a la carreraen algunos países, para ponerse en sintonía con esta “cruzada mundial contra elterrorismo”.  Otro es la inversión de lacarga de la prueba.  En otros términos,la persona designada como supuesto financista del terrorismo será culpablehasta que demuestre lo contrario.  Eldebate sobre estos puntos con seguridad se verá en Occidente apenas baje elasombro –razonable por demás- de los últimos tres meses.

 

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