Los sicarios: dueños de la muerte
Vamos a tratar uno de las modalidades más sanguinarias de la cada vez más floreciente industria del crimen: el sicariato. Hasta ahora, solo conociendo al enemigo lo podemos enfrentar con éxito. En muchos ámbitos de los países se vive una atmósfera de violencia y delito, el nuestro no es ajeno a este fenómeno mundial.
Los riesgos ciudadanos son de los más variados y diversos. Por ejemplo, podríamos ser victimas desde el simple hurto, los robos, asaltos, extorsiones, batallas urbanas de los pandilleros, secuestros y en los últimos años la modalidad del sicariato. Una manera de comprender este violento fenómeno es leyendo la novela «La virgen de los sicarios», del escritor colombiano Fernando Vallejo.
Su lectura nos introduce en el mundo de los sicarios que es el tema de este artículo. Son asesinos a sueldo que matan por encargo, estos mercenarios que empezaron entre las mafias colombianas del narcotráfico primero y luego mexicanas, hoy están accionando en varios países de la región.
Son pistoleros que brindan sus servicios al mejor postor, en nuestra ciudad vienen desde hace dos años operando. Empezaron asesinando a un juez que trabajaba precisamente en casos de narcotráfico a escasos metros del Palacio de Justicia. Buscando material encontré que el investigador mexicano Luís Astorga señala que en su país los carteles de la droga han logrado penetrar dentro de las policías, estatales, federales y municipales, donde captan personal para sus propios grupos armados y de sicarios.
Cuando las fuerzas de seguridad pública son parte del problema por su vinculación con el crimen es sin duda, una de las peores perversiones dentro de un proceso de descomposición del Estado. Por ejemplo, los sicarios al servicio de los carteles de la droga en México, producen un número muy importante de las muertes violentas ocurridas en ese país, que este año ya se suman por miles.
Pero cuidado, hay que reconocer que ello no solo se da en México, son varias las policías de la región donde parte de su personal, están cuestionados por serios problemas con la corrupción, y ello será un factor preponderante para poder enfrentar a la violencia y el delito que hoy nos atemoriza. La participación de estos malos elementos de la seguridad pública, así como asesinos profesionales, podría explicar por qué se hace complicado encontrar huellas o rastros.
Con la experiencia y pericia que tienen saben perfectamente qué y cómo hacerlo, la sangre fría con que actúan dejan asombrados a los testigos de los crímenes. Hay otro grupo más pequeño de jóvenes inexpertos que ven en la práctica del sicariato una forma de ganarse la vida, los sicarios profesionales generalmente vienen de algún país de la región a matar por encargo.
Además, tengo que anotar que el avance y acceso a las tecnologías ha rebasado la imaginación criminal, como ejemplo puedo señalar el sicariato cibernético, o la propuesta que realizan algunos carteles de la droga en México, quienes emiten anuncios en radios de Guatemala, buscando personal para trabajar como contrabandistas.
Otra modalidad usada es la de colgar pancartas en ciudades cercanas a la frontera con Estados Unidos, reclutando «chicos malos», son afamados los sicarios colombianos recordemos los que trabajaban bajo las ordenes de Pablo Escobar, en Paraguay uno de los grandes proveedores mundial de marihuana usan mercenarios para defender las plantaciones de cannabis. En el Brasil ya forman cuerpos armados capaces de enfrentarse a cualquier fuerza del orden, debemos tener mucho cuidado con esta modalidad de delito.
Finalmente, nos preguntamos: ¿por qué los delitos y la violencia vienen ganando la batalla? En mi opinión son varios los factores: las principales instituciones de seguridad pública y justicia están atravesando serios problemas internos, los valores en un número importante de la población sobre todo de la juventud están trastocados, los modelos desvirtuados y en algunos casos los multiplicadores de la opinión pública desenfocados con una falsa moral.
No olvidemos que en países como el nuestro los medios de comunicación son el verdadero espacio para la construcción de la opinión pública. Si analizamos las estadísticas de delito, los Estados no han sido capaces de enfrentar estos fenómenos.