Muertes gubernamentales

Los antecedentes históricos y las señales y similitudes que se observan en la dinámica política venezolana con los procesos de desarme ocurridos en el mundo en el siglo 20 es lo que motiva esta serie de notas que ojalá llamen la atención de los lectores para fomentar la discusión seria y responsable de estos eventos. Los propietarios legales de armas de fuego deben estar muy alerta ya que por más de una década se han hecho esfuerzos masivos y contundentes para prohibir y confiscar las armas legalmente poseídas por los civiles en todo el mundo. Estos esfuerzos están promovidos por la Organización de las Naciones Unidas en virtud de una “idealista” salud pública. Este es el burdo alegato. Lo paradójico de esto es que mucho de los patrocinantes de esta propuesta son gobiernos brutalmente represivos, muchos de ellos con antecedentes de genocidio o con fuertes indicios a convertirse en genocidas en el futuro. El Prof. David Kopel en su artículo “Diplomacia y desarme” afirmó: “Gran parte Asia y Africa se rige por cleptocracias asesinas las cuales someten a sus pueblos e imponen su poder político a través del cañón de un arma. Estos regímenes promueven campañas de desarme para incrementar su poder opresor y evitar cambios no deseados en sus regímenes, los cuales carecen de legitimidad moral”.
Las cleptocracias asesinas (gobierno de ladrones) harían literalmente cualquier cosa por mantenerse en el poder o por expandir su poder sobre el pueblo que ellos oprimen. Por esta razón apoyan el desarme de los ciudadanos comunes a lo largo y ancho del mundo. Después de todo y como afirma de nuevo el profesor David Kopel: “Casi sin excepción el genocidio es precedido por un cuidadoso programa gubernamental de desarme de las futuras victimas del genocidio”. También parece estar suficientemente claro el antecedente histórico que los genocidas nunca atentan contra poblaciones armadas.
Una de las vías mas expeditas de los asesinos masivos gubernamentales comienza con el control de armas, los cuales con una mezcla cuasi religiosa de promoción de fe en el gobierno promueven y profundizan la desconfianza en el ciudadano común. De manera que el civil que cumple con los requisitos legales para armarse se convierte en alguien desconfiable y solo se confiará ciegamente en aquellos en quienes gobierno deposite su confianza y a los cuales les distribuirá armas.
Pero hay que estar muy alerta con esta fe ciega en los gobiernos. Hay que recordar que aún antes de finalizar el siglo 20, algunos gobiernos masacraron mas de 170 millones de ciudadanos desarmados, sin incluir las guerras. El total de víctimas exterminadas fue estimado en 169.198.000 hasta 1990 por el científico político R.J. Rummel de la Universidad de Hawai.
Los grupos anti-armas no son claros cuando tratan de relacionar esto de la “confianza” con las tasas de homicidios. Simplemente alegan que en los Estados Unidos se cometen anualmente 11.000 homicidios con armas de fuego, pero no mencionan que esta no es una conducta típica de los estadounidenses en general, sino que mas bien es una pequeña fracción aberrada de la población cuyas historias de vida se caracterizan por violencia familiar, sicopatologías, abuso de sustancias y patrones socioculturales. Lo mismo aplica para nuestra sociedad aquí en Venezuela. Lo deseable sería desarmar a estos aberrados peligrosos responsables de estos 11.000 homicidios anuales y no enfilar las baterías en contra de los ciudadanos comunes quienes son “desconfiables” por poseer armas de fuego.
Ahora, si el número de homicidios anuales justifica la desconfianza en los ciudadanos comunes ¿por que los grupos anti-armas confían ciegamente en gobiernos que son asesinos masivos? Si hacemos la relación de los 11.000 homicidios anuales con los 15.000 asesinatos anuales (recordar entre 1.945 y 2000 algunos gobiernos han masacrado mas de 170 millones) victimas de los gobiernos en los primeros 90 años del siglo 20 la cosa debería generar la misma desconfianza.
En muchos casos los gobiernos desarman sistemáticamente a aquellos que van a asesinar (bajo la premisa del desarme general) y luego promueven y patrocinan a grupos privados de asesinos en masa a quienes arman con herramientas de agricultura para cometer los asesinatos. En otros casos patrocinan grupos de asesinos dotándolos de armas de todo tipo.
El hecho de que la literatura anti-armas en 25 años no proporciona alegatos serios de discusión sobre las verdaderas razones de estas políticas gubernamentales (desarme general) para explicar los asesinatos masivos, ha hecho que algunos entusiastas se manifiesten respecto del tema de los ciudadanos propietarios de armas contra los gobiernos asesinos masivos. Ellos apoyados por un lobby importante de armas en los Estados Unidos declaran sus creencias en los términos siguientes: “Los ciudadanos deben armarse para protegerse de las tiranías. Creen que el sistema de libertades debe ser preservado aun contra los propios gobiernos, que cada sociedad civilizada no debe desarmar a sus ciudadanos alegando desconfianza de unos contra otros, que aquellos que no confían en su propio pueblo terminan convirtiéndose en depredadores de su propia gente, que es una enfermedad promover odios entre ciudadanos y definirse así mismo como patriota. Que entregar las armas es entregar la propia libertad. Que ni las leyes ni los políticos que nos representan en los gobiernos pueden hacer de la confianza una causa, para declarar una guerra entre vecinos.
Es obvio que los gobiernos responsables de asesinatos masivos exhiben una verdadera adoración por las prácticas del gobierno nazi, considerando cómo en 1934 los nazis justificaron el desarme de Alemania con la promulgación de leyes. Una asociación nacional conformada por los SA, los SS y falanges paramilitares aliadas a los nazis, ofrecía a los ciudadanos decentes la oportunidad de unírseles y disfrutar de un rango en la estructura. A quienes no aceptaban pertenecer a alguna de estas organizaciones antes mencionadas no se les permitía poseer o conservar armas sin un permiso, y corría el riesgo de ser considerado como enemigo del gobierno nacional y de ser ese el caso sería tratado sin compasión y sometidos a castigos severos.
Otro ejemplo a destacar ocurrió entre los años 1975-79 como fue el ya tratado en el artículo anterior donde el gobierno de Camboya masacró mas de 2.5 millones de civiles desarmados. Los grupos anti-armas deberían no promover tanta confianza ciega en los gobiernos por que ellos no dan explicación al fenómeno de los asesinatos masivos gubernamentales.

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