Nuestra moribunda PTJ

¡Felicitaciones comisarios! Es lo único que queda por decir ante el coraje demostrado por estos hombres, que tomaron la decisión de abandonar la institución ante su inminente militarización. Mis valientes compañeros de armas, mejor dicho mis compañeros de investigación -ya que «compañeros de armas» suena a terminología castrense-, optaron sabiamente por retirarse al ver el único cuerpo policial nacional civil, militarizarse poco a poco.Quizás el poner de viceministro a un militar es un hecho que por sí solo no tiene mucha relevancia, pero esta medida fue la gota que derramó el vaso, ya que se dieron cuenta de que, paso a paso, el cuerpo investigativo se va a militarizar totalmente.El primer paso de este proceso fue el nombrar a un militar retirado como director, no teniendo en cuenta que dentro y fuera de la institución hay hombres valiosos, especialmente formados para desempeñar ese rol. El segundo paso fue el colocar en las divisiones logísticas de la PTJ a militares retirados. Pero lo último de poner un militar activo de viceministro, como ya dije, fue la gota que derramó el vaso.Los hombres y mujeres de la PTJ vieron, y con razón, cómo aparentemente la mejor policía de investigación criminal civil de Latinoamérica, y una de las mejores del mundo, orgullo de los venezolanos, formada poco a poco en estos 40 años de mala o buena democracia -cosa que no viene al caso-, que apoya sus investigaciones en equipos y conocimientos que la ciencia ha puesto en manos de los expertos criminalísticos, puede desmontarse ante las hegemónicas fuerzas de las tanquetas y la bota militar.Los seguidores de Sherlock Holmes estaban reunidos con sus caras lánguidas y tristes al tener que abandonar las filas de la institución que los vio nacer y que los formó -por cierto-, una de las más maltratadas dentro del Estado, donde sus funcionarios carecen de la más elemental previsión social, con un edificio en «ruinas» que alberga su sede central, cuestionado hasta por los bomberos; devengando sus funcionarios los peores sueldos de la administración pública que no les permiten ni siquiera tener acceso a la cesta básica, trabajando casi con las uñas y por pura vocación; funcionarios que han sido un baluarte ante las acciones inmisericordes del hampa, ya que son muy pocos los casos criminales que en los 40 años de vida de la institución han quedado impunes, o mejor dicho en idioma policial, «encangrejados».De estas medidas surgen algunas interesantes preguntas: ¿será que próximamente los comisarios, inspectores y detectives, todos ellos egresados del Instituto Universitario de Policía Científica, pasarán a las academias militares para ser reentrenados en orden cerrado y en el manejo de tanques o fragatas? ¿Se querrá convertir a la PTJ en una DINA chilena de la época de Augusto Pinochet, o en la Guardia Civil Franquista? ¿Se quiere apartar de la demostración de culpabilidad del delito a las pruebas técnico-científicas, para regresar a épocas pretéritas donde la confesión del inculpado -obtenida por cualquier medio- era la reina de las pruebas? ¿Será que en los archivos de la PTJ reposan expedientes que fueron»arreglados» en los tribunales, y se quiere que desaparezcan? Cualquiera de estas interrogantes es muy válida, y no son sólo producto de una mera especulación.Formar un buen investigador no es fácil; es algo en lo cual no se puede improvisar: son años de estudios y actualización en las técnicas criminalísticas. El olfato policial no se desarrolla en días, y con la fuerza de las armas de guerra no es como se combate el delito. La mejor forma de hacerlo es descubriendo a los responsables del mismo a través de la pesquisa y hacer justicia, ya que la única manera de reducir la inseguridad en un país es combatiendo la impunidad. El dejar ir a más de un centenar de hombres, entrenados y con una vasta experiencia sería un grave error que a la postre lo va a pagar el venezolano común, ya que es un hecho que lo va a ver reflejado en el aumento de la criminalidad en nuestras ciudades, y por lo tanto, es una medida que sólo alegra… al hampa.Los venezolanos que queremos el cambio, y los que votamos por él, queremos ver funcionando nuestros servicios públicos, para adecentar las instituciones que tanto ha costado crear, para hacerlas útiles y modernas antes del nuevo milenio, para que las leyes se cumplan. ¿Por qué no reflexionar y tomar ese norte? ¡Por favor, no destruyan nuestra PTJ! ¡Si algo anda mal en ella es producto de la falta de atención y desidia conque nuestros políticos tradicionales la han tratado. ¿No es más fácil reconstruir que destruir? Estamos pensando igual que aquellos que volaron el Retén de Catia, y como aquel hombre que encuentra a su esposa cometiendo adulterio en el sofá de la sala y toma de decisión de botar el sofá.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *