Los avances de las tecnologías están permitiendo el diseño de un nuevo esquema de participación ciudadana en materia de seguridad.
Tómese en cuenta, por ejemplo, el anuncio formulado recientemente en torno a la instalación de una red de cámaras en la frontera del estado de Texas con México. Según el gobernador de la región estadounidense, Rick Perry, las cámaras estarán equipadas con sensores infrarrojos para detectar movimientos nocturnos. El registro visual será transmitido en tiempo real a través de Internet. A él podrán acceder no sólo a los organismos policiales y de vigilancia fronteriza sino también la ciudadanía que ha presionado para incorporarse a la contención de la inmigración ilegal.
La adquisición e instalación de esta tecnología fue avaluada en dos millones de dólares. Perry indicó que las cámaras no sólo servirán para evitar el paso de ilegales a través de la franja limítrofe, sino también para detectar cualquier intrusión en las propiedades localizadas en esa región. Como se sabe, la actividad de inmigración ilegal trae asociado un conjunto de delitos entre los que se cuenta el transporte de drogas, tráfico de seres humanos, robos, violaciones, etc.
En otras instancias, las nuevas tecnologías permiten un uso más racional y efectivo de los empleados de seguridad, permitiendo el ahorro de importantes sumas de dinero y mejorando los tiempos de respuesta.
Old Dominion Freight Lines, una empresa canadiense, decidió aplicar una solución de alta tecnología a la necesidad de vigilar el amplio perímetro de sus instalaciones en Thomasville. En toda el área a ser vigilada se colocó una cerca provista con una línea eléctrica que le “regala” a los intrusos una descarga de 7 mil voltios.
El jefe de seguridad de la empresa, Geoff Stephany, indicó que inicialmente habían colocado sensores de movimiento en las barreras, pero la presencia de pájaros y otros animales generó una ola insoportable de falsas alarmas, por lo que decidió cambiar de tecnología. Probablemente no le han informado sobre los dispositivos “petwise”, que permiten reducir al mínimo los registros erróneos por la acción de la fauna sobre los sensores de movimiento.
Stephany recordó que anteriormente gastaban en guardias que por regla general se quedaban dormidos a ciertas horas de la noche, justo los momentos en los que se producían las intrusiones y los robos. Con estos nuevos sistemas, indicó, la información llega a una central de monitoreo que funciona las 24 horas, y cuya supervisión incluso es posible contratarla a proveedores externos. El dinero ahorrado en este caso, calculado en 80 mil dólares por año, será invertido en nuevos sistemas de circuito cerrado de televisión.
En la actualidad, se está produciendo una interesante fusión entre las tecnologías de comunicación y las destinadas a la toma de registros de audio y video. Esto permite extender nuestros ojos y oídos hasta lugares y en momentos que anteriormente parecían imposibles. Linksys, por ejemplo, anunció el lanzamiento de una cámara inalámbrica de alta resolución en imagen, que además transmite su registro utilizando una dirección IP propia. Para remate, posee capacidades de incorporación de audio.
El registro visual puede ser accedido hasta por 10 usuarios. Cada pieza tiene un precio de lanzamiento de 299 dólares. De manera que por 900 dólares un usuario puede instalar un sistema de vigilancia para un ambiente cerrado, y supervisarlo a distancia o delegar esta tarea en otras personas de confianza.
Pronto los avances en las aplicaciones tecnológicas nos obligarán a reformular el concepto de la vigilancia, si no es que eso ya está ocurriendo. En un futuro cercano tendremos que meditar sobre algo que hace apenas 15 años era indiscutible: ¿la vigilancia requiere de presencia física de un oficial de seguridad, o esta presencia solamente será necesaria en situaciones de emergencia? Sin duda, la existencia de un hombre uniformado y armado en las instalaciones sirve como disuasivo para los delincuentes. Pero en otras oportunidades, el sereno se transforma en una entidad inútil y hasta contraproducente. Quizá en el futuro los avances en el mercado de la seguridad permitirán a los miembros de los condominios distribuirse las tareas de vigilancia, o subcontratar esta tarea a un precio ínfimo. Las posibilidades están abiertas.