Ojos vendados (15 al 22 de agosto 2003)

La “cifra negra” es el origen de los dolores decabezas de los profesionales de la victimología, una disciplina de recientedata dedicada al estudio de las características de las víctimas dedelitos. Es el producto de unainferencia: los analistas del hechocriminal se percataron de que las estadísticas oficiales –herramienta básica enla elaboración de cualquier estudio criminológico- no reflejan la incidenciareal de los delitos.

El Centro para la Difusión de la Victimologíaatribuye la “cifra negra” primordialmente al silencio de la víctima. En esto parecieran coincidir la gran mayoríade los autores. Pero ese no es el único factor. De hecho el criminólogo venezolano Juan Manuel Mayorca señala quelos números oficiales siempre van a ser afectados por esta variable.

La “cifra negra” tiene una consecuenciapráctica que puede describirse con una sola palabra: impunidad. Si el delito no es conocido por lasautoridades, resultará imposible llegar a determinar quiénes son responsables,y mucho menos imponerles alguna pena. La situación de no-sancionabilidad, indica Mayorca, puede obedecer afactores tales como la prescripción de la acción, la corrupción de losfuncionarios judiciales o policiales, tecnicismos, errores del sistemajudicial, y por último –aunque no por eso menos importante- la falta deconfianza y colaboración del ciudadano hacia las autoridades.

Según este autor, desde un punto de vistaestadístico la “cifra negra” puede ser descrita como la diferencia entre lasdelincuencias real y legal, siendo esta última la que está en conocimiento delas autoridades competentes. Alprofundizar en la investigación sobre este tema los victimólogos han encontradocorrelaciones sorprendentes con factores tales como sexo, edad, tipo de delitoe incluso nacionalidad. La argentinaHilda Marchiori determinó que la persona afectada por un delito no lo denunciaporque tiene miedo a la venganza por parte del autor, teme perder tiempo,considera que carece de pruebas o que el agresor actuó con razón, y hasta temeser “revictimizado” por los funcionarios del sistema de justicia (policías,forenses.

En otra oportunidad hemos señalado cómo en elámbito de los centros educativos la mayoría de los delitos no es reportada (verCifra negra escolar). Lasvíctimas también tienen poca disposición a denunciar hechos tales comoviolaciones, abortos, consumo de drogas y casos fraude y de salvaguarda delpatrimonio público. Si la confianza enlas autoridades es escasa, esta misma tendencia se impondrá en los casos desecuestro. Los familiares de lasvíctimas preferirán adelantar las negociaciones con los captores en formadirecta, omitiendo en lo posible la intervención oficial. Por esta razón el estado colombiano impusouna norma que establece penas corporales para quienes paguen por la liberaciónde sus seres queridos: se les consideracómplices del hecho ilegal. La medidaentró en vigencia durante el gobierno de Ernesto Samper, pero con escasaeficacia. La confianza, definitivamente,se gana. No se impone.

En ámbitos ideales, estima Mayorca, la “cifranegra” es del 70 por ciento. Estoquiere decir que de cada 100 delitos solamente 30 llegan a tener sanción. En otras palabras la impunidad es la norma,aún en las sociedades más desarrolladas. El cálculo de este autor se basa en los datos recogidos en la realidadvenezolana. En México lasinvestigaciones señalan un nivel mínimo del 60 por ciento. Las autoridades estadounidenses también hanadmitido esta situación. El dato resultaespeluznante para quienes creen en las virtudes del imperio de la ley.

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