Paredón (25 de abril al 2 de mayo 2003)

El fusilamiento es un actoatroz, como lo es el ajusticiamiento mediante el uso de la silla eléctrica o dela inyección letal de los individuos señalados culpables por crímenes comohomicidio en primer grado o violación.

La diferencia entre losfusilamientos efectuados recientemente en Cuba contra tres personas capturadaspor el secuestro de una embarcación, y los ajusticiamientos que suele hacer el gobiernoestadounidense en 38 de sus estados radica en las garantías que una yotra jurisdicción otorgan para la defensa de los imputados.

En Estados Unidos, salvoexcepciones que confirman la regla y generan grandes escándalos, hay unameticulosa observancia del derecho a la defensa en todas las etapas delproceso. Esto es motivo de grandespreocupaciones, especialmente en aquellos casos en los que la Fiscalía solicitala pena capital. Cualquier asomo deduda es motivo suficiente para postergar el juicio o la aplicación de lasentencia, e igualmente para conmutarla, si es el caso.

En cambio, lo ocurrido en elproceso a Lorenzo EnriqueCopello Castillo, Bárbaro Leodán Sevilla García y Jorge Luis Martínez Isaac nofue sino una parodia de juicio, un libreto cuyo desenlace estaba anticipado,tal y como sucedió hace 14 años con el caso del general Arnaldo Ochoa. Apenas72 horas transcurrieron entre el momento en que el trío fue capturado por lasautoridades de la isla y la colocación de todos ellos ante el paredón.

Tan expedito fue el desarrollo de este caso que laComisión Interamericana de Derechos Humanos no tuvo otra alternativa quecondenar el «carácter sumarísimo que siguió el juicio en contra de laspersonas, y que concluyó con la imposición de la pena de muerte”, lo cual segúnel organismo “no garantiza (…) el debido proceso».

Este episodio, así como el deOchoa, refleja la existencia de una justicia voluntarista en la isla caribeña, conescaso apego a las formas jurídicas pero con mucha preocupación por elsostenimiento de un régimen político que ya sobrepasa los 45 años. Basta con preguntarse por qué otros secuestros, efectuados antaño porelementos de la izquierda terrorista -especialmente en aviones-, finalizaronfelizmente en territorio cubano sin que sus autores fuesen ni siquieraarrestados en las sección migratoria. Copello, Sevilla y Martínez tuvieron la desventura de que los apresaroncuando querían enrumbarse hacia los Estados Unidos. Más les hubiese valido fabricar su propia balsa.

Es comprensible la condena quela comunidad internacional ha elevado ante este acto de desprecio por la vidahumana. Las voces más fuertes seescucharon en la Unión Europea, cuyos integrantes reunidos en Luxemburgo estánpensando mejor en la continuidad de sus inversiones en Cuba. Se dan cuenta que de esa forma contribuyen ala perpetuidad del régimen castrista. Estados Unidos, en cambio, ha tenido que “pasar agachado” pues a pesarde la notable diferencia en cuanto a la observancia del derecho a la defensa para los imputadosen ese país, en fin de cuentas carece de moral para criticar la aplicación dela pena de muerte: nada más en este año27 personas han sido ejecutadas en esa nación por diversos delitos.

Los tres fusilamientos fueronefectuados en forma casi simultánea con las condenas a prisión contra losactivistas opositores, quienes desarrollan una labor política desde las organizacionesde derechos humanos. Así como en laUnión Europea, en la Organización de Naciones Unidas y en el Congresoestadounidense se levantan voces, que apuntan hacia eventuales sancioneseconómicas, tales como el endurecimiento del embargo comercial.

Si el sistema internacional nohubiese quedado tan maltrecho con la invasión estadounidense a Irak, quizá lacondena contra Cuba hubiese tenido mayor impacto. Pero el modo en que se planteó el conflicto bélico en MedioOriente le ha dado a La Habana más argumentos para desestimar la protesta desus adversarios.

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