Poder de parada luego del 11 de septiembre

Otra vez nos sorprenden dos noticias que, teniendo relación con el tema que regularmente venimos desarrollando en este espacio, nos alejan de la intención fundamental de informar sobre el estado actual de desarrollo de las armas, la balística como ciencia y el entrenamiento, sobre todo en estos dos últimos temas donde hay tanto que hablar.
En el campo del entrenamiento tanto para policías, militares y civiles el efecto post 11 de septiembre con el atentado a las torres en los EEUU y subsiguientes en España y ahora Londres, nos introducen en conceptos manejados a discreción como el de guerra asimétrica, guerra de cuarta generación, intervención preventiva (como en Irak), las terribles listas de seguridad, que hacen que uno se pregunte ¿es que hay un terrorismo bueno y otro malo?, controles excesivos que nos obligan a vivir en una sociedad sometida a los designios de los terroristas o a los de un Estado policial, pero hablando de entrenamiento propiamente dicho ahora estamos a nivel mundial en presencia de un nuevo tipo de enfrentamiento que nos obliga a prepararnos de una manera más integral.
Además de los conceptos antes mencionados ahora tenemos los de combate urbano, que no es que no haya existido antes, sino que ahora el enfoque es distinto, es decir, antes no existían las ayudas electrónicas, ahora el combatiente tiene que estar física y mentalmente preparado para esta configuración de equipos sin los cuales no se concibe el enfrentamiento moderno y esta condición nos coloca frente a lo que se conoce como combate en tercera dimensión y al programa Land Warrior de lo que ya hablaremos oportunamente.
Esta reflexión viene al caso por las dos noticias que me llamaron poderosamente la atención y que no son otras que La matanza de barrio Kennedy y la equivocación de Scotland Yard que costo una vida humana.
¿Por qué son interesantes estas dos situaciones más allá de la discusión política, los derechos humanos y etc.? Simple.
No hay un elemento técnico de convicción irrefutable para determinar responsabilidades en las situaciones de enfrentamientos no controlados de disparo donde se ven involucrados funcionarios de seguridad del Estado, a no ser, claro está, el reconocimiento expreso de responsabilidad del asesinato del civil en Londres con tres tiros en la cabeza, en el que la policía solamente lo lamenta pero mantiene la orden de seguir disparando a la cabeza de los sospechosos, ¿les suena eso de disparen primero y averigüen después?.
¿Adónde quiero llegar? Al hecho como comenté en una de las primeras entregas, de la utilidad de un registro balístico forense, ahora con un componente que no mencioné al principio pero que considero pertinente, el control del mismo por los cuerpos de seguridad del Estado, como quien dice:»¡Zamuro cuidando carne!.
Siempre he creído que los controles para cualquier actividad en la vida deben ser por lo menos lógicos para que puedan ser cumplidos, realizables, viables y sobre todo posibles. Las armas y todo lo relacionado con ellas no escapan de esta realidad y no es que no sea controlable y además necesario sino que no se puede regular para incumplir a la primera de cambio. El suceso de barrio Kennedy desde el punto de vista técnico hubiese sido el momento estelar del registro balístico. En principio por que hubiera demostrado que todas las armas de los cuerpos de seguridad del Estado ya estaban en la data correspondiente con todas las características necesarias (cosa que no es así).
En segundo lugar, por que hubiese sido técnicamente posible determinar la responsabilidad específica de los autores de los disparos que causaron daños, lesiones e incluso la muerte. Aún para un método tan primitivo como el que se usa en Venezuela para determinar que armas están involucradas en una situación de disparo, si la data balística forense que es obligatoria para todas las armas en nuestro país estuviera actualizada, en cuestión de 48 horas se habría establecido sin lugar a dudas que armas específicamente estuvieron involucradas, quienes las utilizaron, cuales causaron heridas y sobre todo aunque un cuerpo presentara múltiples impactos de bala se habría podido establecer de manera indudable cual de todos los impactos causó la muerte. La ciencia balística actual permite todas estas hipótesis cuando el fin de la misma es la investigación que nos lleve a esclarecer hechos donde técnicamente sea posible. Pero no, en Venezuela no es sino un trámite burocrático innecesario para obtener del Estado un permiso de porte de arma.
Es un elemento de control que además de dificultar el proceso de emisión del documento no sirve sino para llenar archivos y archivos de letras y números muertos. Que al final las únicas armas que estarán en la data serán las de los civiles que se someten a cualquier control racional o no para poder tener la posibilidad de defenderse cuando su vida no tiene otra que el uso de la fuerza o más sencillo aún, para poder practicar el deporte del tiro donde por demás Venezuela tiene medallistas olímpicos.
De aquí se desprenden dos conclusiones inmediatas: 1.-La necesidad de que el registro balístico sea un instrumento de investigación, regulación e identificación del parque de armas existente en el país.
Que el mismo sea llevado por un organismo independiente a los cuerpos de seguridad del Estado, preferiblemente de conformación privada e interconectado con estos cuerpos de seguridad a los efectos de inspección, solicitud de información, investigación y desarrollo de una nueva tecnología que con base informática nos permita establecer nuestros propios parámetros de comparación cuando nos referimos a la balística como ciencia.
Que permita el contacto directo de este organismo con todas las fábricas que han exportado armas a Venezuela para establecer lo que se conoce como serial-data y además que se incorpore a la consulta de IBIS la base de datos de balística que usan muchos cuerpos de seguridad en el mundo, lo que significaría eliminar el engorroso e innecesario trámite de registro balístico para el porte de armas.
2- la otra conclusión que se desprende es la necesidad del establecimiento de un protocolo post enfrentamiento, de funcionarios de cuerpo de seguridad involucrados en estos, que los mantenga alejados del trabajo de calle mientras dure la investigación.
Que los mismos además del proceso de investigación criminal sean sometidos a tratamiento siquiátrico para evitar lo que se conoce como stress post traumático y ayudarlo a superar las consecuencias sicológicas derivadas de dispararle a otro ser humano.
Que se le suspenda el porte de armas hasta que terminen las investigaciones tanto policiales como médicas y se establezcan las causas que lo obligaron a tomar el curso de acción que utilizó.
Que este protocolo pueda ser utilizado en civiles que se involucren en situaciones de disparo, aunque estos en su mayoría lo hacen voluntariamente por que no es parte de su rutina de vida el uso frecuente de armas de fuego contra otros seres humanos.
Estoy seguro que con el establecimiento de regulaciones posibles como las antes expuestas no es que se va a evitar que se repitan hechos como los sucedidos tanto aquí como en Europa, la naturaleza humana es impredecible, pero si podremos establecer de manera expedita las responsabilidades a las que haya lugar en un tiempo adecuado.
Todo esto por lo que nos corresponde como venezolanos que tenemos un problema que resolver, pero que decir de Scotland Yard, en Inglaterra, primer mundo, donde la ¿civilidad? los llevó a prohibir el porte y tenencia de armas a los civiles y ahora sus policías cometen un crimen que en nada se diferencia a lo que vemos aquí. Claro está aquella policía acepta su responsabilidad, ahora entre los gobiernos de Londres y Brasil cuadran sus soluciones diplomáticas, pero quien cuadra la vida brutalmente quitada y el dolor de los familiares de la victima. No hay excusa posible, un asesinato es lo mismo en barrio Kennedy que en Londres, que el terrorismo no puede ser el salvoconducto para que los cuerpos de seguridad implementen políticas de exterminio en las que solo la nacionalidad, la condición religiosa y la disidencia de las políticas de cualquier gobierno te conviertan en sospechoso. Que las listas de seguridad en los Estados Unidos y otros países desarrollados que han sido victimas de atentados terroristas son tan aborrecibles como los atentados propiamente dichos, como las ejecuciones de judíos por los nazis, como la condena a muerte de toda una raza en Africa por hambre. Que mundo nos ha tocado vivir.
Puede ser que los ingleses se creyeron aquello del agente 007 con su licencia para matar y ahora lo hacen extensivo a cualquier agente de policía a los cuales le mantienen la orden de disparar a la cabeza de quienquiera que sea sospechoso según sus parámetros de colocar un artefacto explosivo.
Es innegable que las armas son un problema y una solución como lo han sido siempre a través de la historia de la humanidad. Con ellas se han liberado sociedades y se han conquistado batallas indispensables para el mantenimiento de la vida y la conservación de la raza humana, pero también han sido instrumento de asesinatos horribles y matanzas indiscriminadas. Sin embargo, la responsabilidad final no recae sobre las armas en si como elemento de destrucción sino en las manos de quien las emplea para tales objetivos, por que un arma y su amenaza solo podrá ser contrarestada por el buen uso que de otra arma la victima pueda hacer. Esta es una verdad irrefutable.
En conclusión, así como el Test de Estrasburgo costó la vida de 605 cabras alpinas en beneficio de la humanidad, espero que estas vidas humanas que se perdieron últimamente no se cuenten como asesinatos sino que mas bien se conviertan en un sacrificio, para que nuestras sociedades consigan la manera de aprender a vivir en comunidad, que los cuerpos de seguridad afinen sus métodos para que consigan a los verdaderos terroristas donde quiera que estén.
No quiero que se interprete que estoy en contra de los controles necesarios, mejor dicho regulaciones, mi objetivo es que en pleno siglo XXI, no sigamos utilizando procedimientos antiguos fuera de todo orden y de la modernidad, que la tecnología nos permite alcanzar metas que antes eran impensables, pero que hoy están aquí para ayudar.
La próxima entrega si será la planificada como es hacer algunos comentarios sobre el debate actual del «stopping power» (poder de parada), pero ahora lo vamos a hacer desde el punto de vista de quienes no creen en las pruebas de laboratorio como elemento de predicción, sino estrictamente en los resultados de los enfrentamientos de calle y su posterior análisis.
Para este fin partiremos de una pregunta básica: ¿Por qué la munición que en el laboratorio nos garantiza un alto rendimiento en términos de incapacitación, fracasa rotundamente en escenarios de calle?

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