Preparados para lo peor (25 de julio al 1 de agosto 2003)

La efectividad de los mecanismos destinados a laprevención de desastres es un indicador del grado de organización que existe enuna sociedad. Hace 11 años el huracán Andrew, clasificado categoría 4, ocasionóuna devastación sin precedentes en el sur de Florida. Los daños fueroncalculados en 25 millardos de dólares. Hoy en día apenas quedan rastros deaquel episodio. La recuperación ha sido tal que muchos piensan como elcolumnista del Miami Herald Martín Merzer, en el sentido de que la poblaciónpudo olvidar las lecciones dejadas por ese fenómeno natural.

No muy lejos de allí, en Centroamérica, las lluviase inundaciones ocasionadas por los mismos huracanes que periódicamente lleganal Norte ocasionan enormes migraciones, tanto internas como hacia el exteriorde los países de esa región. Lascatástrofes naturales hacen aún más patentes las desigualdades y la incapacidadde los estados para responder con diligencia a las necesidades mínimas de la población.

La Organización Panamericana de la Salud (OPS)adelanta un programa cuya finalidad es fomentar la generación de estructurasque permitan atender con eficiencia las necesidades generadas por una situaciónde catástrofe natural. La iniciativa, denominada SUMA, está en marcha desde elaño 2002 e intenta “garantizar que los sistemas, procedimientosy recursos estén preparados para proporcionar una asistencia rápida y efectivaa las víctimas y facilitar así las medidas de socorro y el restablecimiento delos servicios”.

Visto así, diera laimpresión de que SUMA fue diseñado con un espíritu reactivo. Pero no es así, yesto es lo importante. La OPS viene manejando el concepto de preparación frentea las vulnerabilidades. Cada sector tiene características propias queincrementan o disminuyen la probabilidad de verse afectado por eventosnaturales como terremotos, inundaciones o ciclones.

Lo importante es que losestados y sus pobladores, convenientemente organizados, precisen los factoresde riesgo y los ataquen antes de que incidan sobre determinados espacio ytiempo para evitar tragedias. LaEstrategia Internacional para la Reducción de Desastres, en una recientepublicación que enlazamos al final de estas líneas pone el dedo en la llaga:“Mientras que los peligros pueden inducir a una crisis, actualmente esampliamente comprendido que las condiciones prevalecientes dentro de un grupode personas en una sociedad puede determinar la extensión de su susceptibilidado inclinación a la pérdida o al daño”.

La semana pasada, enCaracas (Venezuela) ocurrió un nuevo ejemplo de cómo un conjunto de factores deriesgo plenamente conocidos incidió sobre una localidad para ocasionar untrágico suceso. Un fuerte aguacero cayó sobre la ciudad, especialmente en las cabecerasde las quebradas que bajan desde el cerro Avila hacia el río Guaire, ubicadomás al sur. Durante la prolongada sequía los alcaldes tuvieron la oportunidadde hacer las limpiezas necesarias a los cauces, generalmente obstruidos porrestos vegetales y objetos lanzados por los habitantes que han erigidosilegalmente sus viviendas en los márgenes de tales riachuelos. Uno de ellos,llamado Agua de Maiz, cruza la principal autopista de la ciudad. La súbitaelevación del nivel pluviométrico arrastró la basura que el gobernantemunicipal no había retirado hasta un embaulamiento cercano a esa vía decomunicación e hizo un efecto de “dique”. El agua tomó su curso violentamentepor la pista y levantó los vehículos que por allí transitaban, en plena “horapico”. Resultado: 1 muerto, múltiples heridos y más de 100 automóvilesafectados.

Al no haber una actividadpreventiva que impidiese las conductas generadoras de riesgo, tales como elarrojar basura a los cauces o limpiar la que ya estaba en ellos, lo que pudo serapenas una fuerte lluvia ocasionó en ese sector un hecho lamentable. Esta tesisse refuerza si nos percatamos de que afortunadamente no hubo mayoresconsecuencias en otros municipios de la misma ciudad donde la naturalezatambién se hizo sentir esa tarde.

En términos generales haymotivos para ser optimistas en esta materia, pues de acuerdo con el reporte yacitado hay una tendencia a reducir los daños de los eventos naturales en loreferente a la pérdida de vidas humanas. No así en cuanto al impacto económico de tales embates. Pero no por eso se debe asumir actitudes deconformismo. Como en las guerras, se necesita estar preparados para lo peor.

Links de interés

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *