Seguridad al conducir
El aumento de los accidentes de tránsito es imparable y se da en la mayoría de los países. Todos los días ocurren choques o atropellos que dejan las pistas teñidas de sangre. Los principales factores son la imprudencia, el descuido y la insana costumbre de conducir al haber bebido alcohol o drogas. Las victimas de accidentes de tránsito son mucho más altas que las victimas por armas de fuego.
Las cifras demuestran en la práctica que las campañas de prevención no son suficientes o que las sanciones por las infracciones de tránsito no son las adecuadas. Es importante tener en cuenta que cuando estamos frente al volante debemos estar muy atentos y con todas nuestras facultades. El mejor conductor puede presentársele en cualquier momento y súbitamente ocurrir una situación de tan peligrosa gravedad. Si no sabe reaccionar de forma adecuada, las consecuencias pueden ser irreparables.
Ningún conductor está libre de estos peligros, porque dependen en general de causas ajenas a él. Puede ser la rotura de la dirección o de los frenos, la aparición frente a él de otro vehículo o el cruce de un peatón. ¿Cómo ha de reaccionar en estas situaciones? ¿Cuál ha de ser la maniobra conveniente? Solo se tienen segundos para decidir qué hacer.
Para muchos conductores resultará difícil y comprometido decidir, con rapidez y eficacia, lo que tienen que hacer en ese momento. La inminencia del peligro no permite pararse a pensar sobre lo que se debe hacer. Los segundos pueden ser decisivos, las situaciones de emergencia exigen, por regla general, la acción rápida. No se puede pensar «lo que hay que hacer», sencillamente hay que hacerlo y hacerlo a la misma velocidad que el peligro ha hecho acto de presencia.
La acción depende, más que de una buena actitud refleja del conductor, de la prontitud con que se aplica «una decisión preparada» de antemano. El conductor que no tiene estas «decisiones preparadas», reaccionará probablemente de manera inadecuada e incluso contraproducente, cuyas consecuencias pueden ser irremediables.
Se puede y se debe conducir a la defensiva «alerta» para enfrentarse con el peligro. Para ello basta aceptar la posibilidad del accidente, conocer las situaciones más graves que pueden presentarse y saber cuál es la maniobra adecuada a cada situación.
En pocas palabras: conducir sabiendo qué hacer, cuándo hacerlo y cómo hacerlo
Para lograr la eficacia indispensable, el conductor debe practicar estas normas «mentalmente» hasta que lleguen a formar parte de su repertorio de hábitos, de tal manera que a cualquier «acción» de peligro se oponga la «reacción» adecuada, con el mismo automatismo con que en su conducción normal cambia la velocidad del vehículo o gira el volante.
Las decisiones «preparadas» deben constituir la base fundamental de la idiosincrasia del buen conductor. Otro problema que se presenta es la edad en la que uno puede conducir. En ese aspecto, de acuerdo al país, varía el limite de edad para conducir, pero tomemos conciencia que con el paso de los años, muchas de nuestras capacidades físicas y psicológicas se modifican hasta el punto de que ciertas tareas nos resultan más complicadas y, a veces, imposibles de realizar. Conducir un vehículo es una de ellas.
Algunas enfermedades requieren que se tomen medicinas que disminuyen la percepción y la capacidad de reacción. Pero aún en personas sanas que no consumen medicamentos, la edad trae una serie de inconvenientes que no siempre se aprecian en su verdadera magnitud, y pocas veces se asumen.
Si bien todos los días podemos ver a más personas ancianas manejando su propio automóvil, un conductor consciente debería ser honesto consigo mismo y preguntarse si realmente está en condiciones de hacerle frente al tránsito.
Decir que a cierta edad un conductor puede volverse “peligroso” no es un prejuicio, es una realidad. Los factores vinculados con el envejecimiento que con mayor frecuencia afectan la capacidad de manejar son:
1) Disminución o pérdida de la capacidad visual.
2) Disminución o pérdida de la capacidad auditiva.
3) Cambios en la condición y fuerza física.
4) Cambios psicológicos
5) Tiempo de reacción más lento.
Las investigaciones muestran una conexión directa entre los accidentes de tránsito y los cambios físicos experimentados en personas mayores.
– La pérdida de visión, oído y la fuerza física es gradual y puede pasar casi inadvertida hasta el momento de tener que reaccionar ante una urgencia.
– El deterioro de la capacidad sensorial asociada al envejecimiento, reduce la posibilidad de reacción inmediata y aumenta la posibilidad de accidentes de tránsito que a su vez, se incrementa proporcionalmente con la velocidad del vehículo.
La forma de compensar ese riesgo es ser consciente del peligro y adaptar los hábitos de manejo a las posibilidades físicas. Y extremando la prudencia.
Los problemas de visión que más afectan la capacidad de manejo son:
– Sensibilidad al brillo de la luz: La luz del sol o de los faros puede impedirle la visión.
– Problemas de enfoque: dificultad para percibir distancias y velocidades.
– Miopía: dificultad para distinguir el camino, las señales y el tránsito.
– Hipermetropía: incrementa la fatiga y dificulta la concentración.
– Disminución de la percepción de profundidad: dificulta el estacionamiento y el giro a la izquierda.
– Falla de la visión periférica: afecta para decidir el derecho de paso.
– Cataratas: nubla la visión y causa problemas en decidir si se tiene derecho de paso.
– Glaucoma: causa problemas en decidir si se tiene derecho de paso.
– Degeneración macular: afecta el centro del campo de visión y generalmente imposibilita manejar.
Formas de compensar los cambios en la visión
– Use lentes de sol si lo afecta el reflejo.
– No maneje de noche.
– Mantenga limpios y ajustados los faros.
– Usar siempre los lentes de acuerdo al problema de visión
– Evite marcos de lentes muy gruesos que restrinjan la visión lateral.
– Hágase revisiones periódicas.
La parte auditiva un factor a tomar en cuenta
Un importante porcentaje de la gente mayor de 55 años sufre de algún problema de audición. En los mayores de 65, el porcentaje sube considerablemente
La audición es muy importante en el manejo. El oído permite prevenir accidentes, dándonos indicaciones a través de las bocinas, sirenas y chillidos de neumáticos. A veces, un conductor puede oír que viene un auto pero por cuestiones de posición, no puede verlo. También es importante para tener noción del ambiente y estar concentrado en la tarea de manejar.
Es muy difícil suplir el oído con otros sentidos, o con precauciones especiales. Las personas con problemas de audición que no se puedan solucionar con audífonos no deberían conducir.
Finalmente, conducir un vehículo en las actuales condiciones de tránsito es una tarea exigente, y sólo deberían manejar aquellas personas que estén en buenas condiciones físicas y psicológicas.
Ser consciente de las propias limitaciones puede ser algo molesto, o puede herir su orgullo, pero recuerde que, ante todo, debe pensar en su seguridad, la de sus pasajeros y la de quienes lo rodean.