Ser víctima de delito aumenta riesgo de enfermedad (30 de abril al 06 de mayo de 2007)

Ser víctima de un delito aumenta el riesgo de enfermar
No sólo luego de sufrir un delito, sino también de presenciarlo. El estrés postraumático y el daño psicológico aumentan el riesgo de sufrir enfermedades futuras, tales como problemas cardíacos, después de sufrir o presenciar un delito… y tiene efecto acumulativo
Lejos de los debates sin soluciones sobre las frecuentes olas de delitos en las que queda sumergida la tranquilidad social, están las huellas psicológicas con las que las víctimas deben convivir de por vida. Nuevos estudios empiezan a confirmar que esas huellas dejarían marcas en la salud física.
«No podemos afirmar que todas las personas que sufren un delito desarrollan enfermedades, pero existen evidencias de que los eventos traumáticos afectan la salud de las víctimas: realizan más consultas médicas, se les realizan más cirugías o tienen una mayor cantidad de síntomas somáticos», explicó a LA NACION la psicóloga Birgit Pfitzer, investigadora de la Universidad de Adelaida, en Australia.
Pfitzer acaba de finalizar un estudio piloto en víctimas de abuso sexual, violación de domicilio, estafa, violación y en sobrevivientes a intentos de homicidios. Los resultados preliminares, que la investigadora presenta hoy en la última jornada del IV Congreso Mundial de Estrés Traumático, que se realiza en el país, demostrarían la relación entre el estrés postraumático y la aparición de indicadores que aumentan el riesgo de sufrir enfermedades futuras, como los problemas cardíacos.
Para determinarlo, el grupo dirigido por Pfitzer comparó los efectos del estrés crónico en la salud de dos grupos de participantes: 27 víctimas de delitos versus 31 personas que no habían sufrido ningún delito. A todos se les realizaron mediciones psicológicas para evaluar el nivel de estrés y se les extrajo muestras de sangre.
«Es muy difícil encontrar y confirmar efectos directos entre el estrés generado por un evento traumático y las enfermedades orgánicas, pero estudios previos demostraron que el estrés postraumático afecta principalmente al sistema inmune», dijo la científica alemana que realiza su investigación de doctorado en el Departamento de Psicología de la universidad australiana.
En el estudio, comentó Pfitzer, las víctimas tenían síntomas postraumáticos, entre los que suelen estar revivir la angustia del hecho vivido, repetir involuntariamente reacciones de ese momento, sentir despreocupación e indiferencia, insensibilidad emocional, aislamiento, falta de interés en las actividades diarias, vigilancia excesiva, irritabilidad o ataques de ira y sufrir falta de sueño, entre otras.
Sin embargo, aclaró la especialista, en la aparición de esos síntomas pueden influir experiencias traumáticas previas al delito, lo que confirma un estudio sueco en 6000 vendedores de comercios.
La investigación demostró que una experiencia violenta previa a un robo aumenta 2,5 veces más el riesgo de desarrollar el trastorno de estrés postraumático después de sufrir o presenciar el delito.
«Hablamos de un efecto acumulativo -resumió el doctor Hans Peter Söndergaard, autor principal del estudio-. La experiencia previa podría tener alguna similitud, pero también podrían influir razones bioquímicas para ese efecto.
Las mujeres que buscaron ayuda después de una violación, por ejemplo, tienen mayor riesgo de desarrollar estrés postraumático si tienen bajo el nivel de cortisol, un descenso hormonal característico del estrés crónico y que le impide al organismo enfrentar el evento traumático.»
El equipo dirigido por Söndergaard, del Instituto Nacional para la Investigación de Factores Psicosociales y Salud, de Suecia, determinó que el robo era la situación laboral negativa más frecuente (44,7%) mencionada por los vendedores. Y los investigadores observaron que sufrir un robo aumenta el nivel de ansiedad, pero no el riesgo de sufrir depresión.
Entre los participantes del estudio, 96 dijeron haber comenzado a sufrir dolor de cabeza, espalda y cuello; tener presión arterial elevada; sentir depresión, ansiedad y somnolencia; sufrir gastritis y úlcera; tener dolor en las articulaciones y desarrollar psoriasis, problemas de tiroides, fibromialgia, diabetes, asma e, incluso, aumentar de peso.
«La salud física puede desmejorar debido a las alteraciones del sueño que, a menudo, son parte del trastorno de estrés postraumático», indicó Söndergaard a LA NACION vía correo electrónico antes de la presentación de los resultados en el congreso organizado por la Sociedad Argentina de Psicotrauma.
«Durante el sueño profundo, que son los primeros 100 minutos del descanso -continuó el experto-, se suceden procesos regenerativos que se alteran cuando el desorden del sueño forma parte del trastorno.
Lo mismo ocurre con el sueño REM, lo que reduce la capacidad de procesar las emociones y de deshacerse de los problemas creados por el recuerdo del evento traumático.»
A los tres meses
El trastorno de estrés postraumático, que se caracteriza por la existencia de una amenaza de lesión o de muerte para quien sufre el evento traumático o un tercero, puede aparecer de manera inmediata o a los seis meses.
En la investigación dirigida por Pfitzer se analizaron los efectos del estrés traumático a partir de los tres meses posteriores al delito, aunque entre los participantes hubo personas que habían sido víctimas de un delito hacía 16 años.
«Estudiar el efecto del estrés a largo plazo en las víctimas de delitos es importante porque a menudo también sufren los problemas relacionados con el proceso legal, la incapacidad laboral y los problemas físicos y psicológicos», explicó la investigadora.
La acumulación de las tensiones que genera todo esto, y que no se agota una vez que la víctima denunció el delito y regresa a su casa, debilitaría a largo plazo las defensas del organismo.
«Entonces, las víctimas de delitos podrían sufrir deficiencias en el sistema inmune, por lo que decidimos estudiar el bienestar psicológico de los participantes y analizar distintos indicadores bioquímicos en la sangre -dijo-. Hallamos que algunos de esos marcadores habían cambiado, lo que podría deberse al estrés.»
Uno de esos indicadores, el que más llamó la atención a la investigadora, fue el de la inflamación, que suele estar asociada con la aterosclerosis y el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares.
Claro que, la respuesta exacta aún se desconoce. «Existen varios mecanismos -puntualizó Söndergaard-. Uno es la sensación exacerbada a largo plazo de alerta y excitación propia del estrés postraumático.
Esto puede aumentar la presión arterial y la tensión muscular, que produce dolor y fibromialgia. Otro mecanismo es la variación en distintas hormonas esteroides, como el cortisol o dehidroepiandrosterona, que pueden alterar la respuesta inflamatoria del sistema inmune y provocar enfermedad.»
La recuperación del estrés postraumático depende de muchos factores, entre ellos, el apoyo social, la asistencia terapéutica, las estrategias de autorrecuperación, las creencias religiosas, la valoración personal de la realidad y las experiencias previas.
«Si alguien ha sufrido una experiencia traumática previa, el delito puede disparar muchísimas consecuencias para la salud», concluyó Pfitzer.
Por Fabiola Czubaj, de la Redacción de La Nación. Tomado de www.lanacion.com

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