Sistema penitenciario y seguridad pública

La seguridad pública jamás podrá lograrse en su totalidad, pero es

posible reducir los altos niveles de delincuencia. Se sabe que en algunas ciudades como Nueva York, se han obtenido
resultados favorables con el uso de la llamada “tolerancia cero”, lo que de
inmediato parece una alternativa a la solución de la inseguridad. No se tienen
dudas de que en cierta forma este sistema funciona, pero además se debe hacer
uso de otras acciones encaminadas a la prevención de las conductas delictivas,
y en este sentido existen muy variados factores que deben ser analizados.
 

Son muy diversos los factores endógenos y exógenos que intervienen en
las conductas delictivas. De estas premisas debemos partir para tratar de
encontrar algunas respuestas que nos ayuden a comprender con mejor claridad y
amplitud la personalidad del infractor o delincuente.

Es claro que en la mayor parte del mundo los sistemas penitenciarios,
tienen como finalidad la readaptación o reinserción del individuo a la
sociedad, lo que nos lleva a tratar uno de los más complejos temas del sistema
penitenciario. ¿En realidad existe la readaptación?¿Se puede lograr la
readaptación con todo tipo de delincuente?¿Todos los delincuentes requieren tratamiento
para su readaptación?¿Qué se debe hacer cuando una persona ha demostrado
mediante la reincidencia o la habitualidad, que no logró la readaptación? Algunas
respuestas a estas interrogantes pueden llegar a ser muy desalentadoras.

El hecho de que los sistemas judiciales se encuentren contaminados de
corrupción, discriminación y todos aquellos vicios que desemboquen en una
deficiente aplicación de la ley e impunidad, ha creado una atmósfera de
incredibilidad en la sociedad, razón por la cual se han presentado casos en los
que algunos ciudadanos, estallan en su ira y deciden tomar la ley en sus manos,
linchando a los delincuentes, ya sea a palos, incendiándolos vivos o
lapidándolos, es lamentable ver este tipo de escenas porque tal parece que nos
encontramos en retroceso penal, lo que como consecuencia lógica origina
inseguridad pública. Debemos suponer que las etapas del derecho penal
consistente en la venganza privada y venganza pública han quedado solo en los
libros pero en la realidad no es así.

Todo acto delictivo atenta contra la seguridad pública, por lo tanto al
delincuente se le debe aplicar una pena de acuerdo al hecho imputado, en este
momento es cuando interviene el sistema penitenciario, pues una vez que el
delincuente es condenado y su pena consiste en la privación de su libertad,
debe ser tratado por un colegiado interdisciplinario a fin de buscar su
readaptación. Ahora podemos preguntar ¿Por qué hasta ser condenado se debe
aplicar tratamiento? La razón es simple, y es porque durante la prisión
preventiva, es decir desde el momento en que ingresa a prisión hasta antes de
que se le dicte sentencia condenatoria; el interno no es considerado penalmente
responsable. Cuando a pesar de los esfuerzos de ese colegiado
interdisciplinario integrado por criminólogos, psicólogos, juristas, médicos,
trabajadores sociales y profesores; No se ha logrado readaptar al delincuente,
pero su pena ha sido compurgada, no se le puede retener por más tiempo; lo que
probablemente traerá como consecuencia la reincidencia.

El sistema penitenciario es “un tiro al blanco, al cual todos le tiran
dardos”, pero muy poco son difundidos los avances que se logran en materia
penitenciaria, porque la mayor parte de la sociedad cree que no es importante,
además para los medios informativos resulta más atractiva la nota roja o amarillista;
y aquí es importante señalar que no todo en el sistema penitenciario está
“podrido”, que existe personal penitenciario que no se deja corromper, que
también existen internos que están tratando de superarse personalmente en
beneficio propio y de sus familias, porque muchas de las veces en estos lugares
de encierro es donde realmente valoran a sus padres, a la esposa y a los hijos.

Mucho se dice que las prisiones lejos de ser instituciones de
readaptación social son escuelas del crimen, pero detengámonos por un momento a
analizar a profundidad este punto. A las escuelas se asiste para aprender, los
que ingresan a las prisiones no ingresan para aprender a ser delincuentes, eso
lo aprenden en las calles, instituciones educativas y es doloroso decirlo pero
inclusive se aprende a ser delincuente dentro del seno familiar. Y no porque en
las escuelas o en la familia se les imparta a voluntad este conocimiento, pero
sí algunas veces por actos u omisiones de manera inconsciente.
 

Tal vez suene descabellado referirnos a las escuelas y la familia como
las instancias en las que el individuo aprende a delinquir, pero así es;
generalmente se tiene la idea de que solo son delincuentes aquellos que matan o
roban, empero los códigos penales establecen una serie de conductas
consideradas delitos, que en su mayoría se desconocen por parte de la sociedad.
Existe un delito, al cual en últimas fechas ha sido muy divulgado en los medios
de comunicación, y que a manera muy particular me he dado en llamar, “madre de
algunos delitos violentos”, me refiero a la violencia intrafamiliar; este
delito produce un circulo vicioso de delitos, ya que la victima de este delito
después se convierte en delincuente, es decir el sujeto pasivo del delito se
convierte en el sujeto activo, cerrando así el circulo y dando origen a una
cadena que pareciera interminable.

Los problemas de alcoholismo de los padres de familia también ocasionan
conflictos internos que la mayoría de las veces terminan en violencia,
cometiéndose diversos tipos de delitos como lesiones, delitos sexuales,
inclusive hasta homicidio; además de que menoscaba la economía familiar y en
algunos casos cuando existen hijos adolescentes, estos cometen delitos
patrimoniales como robos y asaltos, lo cual de ninguna manera se justifica por
la falta de recursos económicos en el hogar; además en muchos de los casos ese
tipo de delito contra el patrimonio es ejecutado haciendo uso de la violencia,
misma que el individuo ha conocido y sentido desde que se encuentra dentro del
seno familiar. Después de este análisis podemos cuestionar ¿Cuáles son las
verdaderas escuelas del crimen?

No se requiere ser un experto para darse cuenta de que en un número
considerable de casos de delitos
violentos, se tiene la presencia de cerebros intoxicados de alcohol o de
cualquier otro tipo de droga.

Los hijos creados en familias disfuncionales, con la falta del padre o
la madre, o de ambos, se desarrollan en un ambiente que la mayoría de las veces
favorece a la conducta delictiva.

Empero no se pretende tratar en forma mordaz a la familia, porque
incluso en el seno de familias consideradas funcionales, con padres ejemplares,
se han presentado conductas altamente delictivas. Un ejemplo claro de esto es
el de algunos de los asesinos múltiples en Estados Unidos de Norteamérica, que
irrumpen en una escuela privando de la vida a varios de sus compañeros para
posteriormente cometer actos de suicidio.

Desde el punto de vista sociológico el núcleo de la sociedad es la
familia, consecuentemente si se encuentra dañado este núcleo, la sociedad lo
reciente en la inseguridad pública que se vive, como consecuencia de las fallas
que se tienen principalmente en la familia.

Los niños y jóvenes la mayor parte de su tiempo se encuentran en tres
lugares: el hogar, la escuela y la calle; muchas veces más en la calle en
virtud de que en su hogar lo único que viven es violencia de los padres contra
los miembros de la familia y de alguna forma tratan de alejarse de ese
ambiente, todo para caer en otro ambiente nutrido de drogas, pandillerismo, mal
vivencia y delincuencia, porque la mayoría de las veces para poder ingresar a
uno de estos grupos que inclusive algunas veces llaman “familia”, deben cumplir
con un reto, mismo que siempre es un delito ya sea robar, lesionar violar o
hasta matar.

Se dice que las escuelas instruyen, no educan. Se dice que la educación
se recibe en el hogar, en la escuela se imparte conocimiento científico, pero
estas instituciones escolares no han cumplido cabalmente con su cometido, porque
no han podido despertar el amor a la patria, el respeto a la vida, a las
personas y al marco jurídico; ahora el gremio magisterial solo vela por sus
interés económicos, pero no lucha por una educación complementaria que ayude a
prevenir la delincuencia, mucho puede hacerse en las escuelas, en materia de
prevención. En este sentido no podemos
dejar toda la carga de responsabilidad de un solo lado no solo las escuelas
tienen la responsabilidad de formar personas de provecho social, -cuántas veces
no se ha escuchado decir por parte de algunos padres de familia “ya deseo que
terminen las vacaciones, porque ya no aguanto a mis hijos en casa”- nadie quiere
tomar la responsabilidad de la formación del individuo. Debe existir un trabajo
en coordinación: familia y escuela, no estar acosando constantemente, se debe
dotar a niños y adolescentes de las herramientas para la vida, los valores
morales se aprenden en ambos lugares. Pero debe ser con equilibrio nunca con
solo amor, nunca con solo reprimendas.

Ningún sistema penitenciario del mundo es perfecto. style="mso-spacerun: yes"> Pero a pesar de esto, dichos sistemas han
evolucionado de acuerdo a las “necesidades” y conocimiento de cada época, ahora
se cuenta con comisiones de Derechos Humanos, que también dejan mucho que
desear, pues lejos de ser institucionales
algunas veces actúan de forma “paternalista”, otorgando
inconscientemente un ego de grandeza al interno, (pero ese es tema para otras
reflexiones). A pesar de todo son notables los avances que ha tenido el sistema
penitenciario, y esto se puede apreciar fácilmente, haciendo un retroceso en la
historia del hombre, en algunas culturas prehispánicas no se contaba con la
privación de libertad como una pena, por ejemplo, en el caso de la cultura
Tarasca en el estado de Michoacán, México, se utilizaba la prisión preventiva,
pero solamente en espera de la condena, a la pena de muerte, pues la pena
privativa de libertad no existía. Es por eso que no se puede afirmar que en
materia penitenciaria haya retroceso, tal vez no se han dado los avances al
ritmo que se requiere, pues nos hemos visto rebasados por los altos índices
delictivos, por la falta de una verdadera cultura de prevención a la
delincuencia, en la que se involucre a toda la sociedad preferentemente. style="mso-spacerun: yes"> 

Si bien es cierto que algunas prisiones del continente se encuentran en
pésimas condiciones, también es cierto que ya no se tienen prisiones como la
colonia penal francesa en la Guayana, la famosa Isla del Diablo, la también isla
de Alcatraz en los Estados Unidos de Norteamérica, las Islas Marías en México;
esta última aún funciona, sin embargo ahora cuenta con programas tendientes a
buscar la readaptación del individuo.

Los psicópatas según especialistas en la materia son inadaptables, así
tenemos que Quiroz refiere: este tipo de individuos no se pueden adaptar al
medio ambiente familiar y social, porque su interpretación de la realidad es
fantaseada, lo que significa que actúa dentro de un plano mental distinto. En
este mismo sentido tenemos que el Dr. Patiño en un estudio realizado en México,
hace alusión de que entre las características de la personalidad psicopática,
se tiene a la incapacidad del individuo
para adaptar su comportamiento a normas culturales grupales. Así tenemos que el
máximo asesino serial de niños de que se tenga conocimiento, el colombiano
Alfredo Garavito tiene la posibilidad de alcanzar la libertad, aunque no se
tenga garantía de su readaptación social, con lo cual se tiene el riesgo de que
vuelva a reincidir, y esto se debe en cierta medida al sistema jurídico de ese
país.

Existen
otros fenómenos delictivos que afectan gravemente a la seguridad pública, y
estos son producidos por la delincuencia organizada: narcotráfico, secuestro y
terrorismo, entre otros; por lo general los miembros de estas organizaciones
criminales difícilmente logran la readaptación, pues presentan características
de personalidad psicopática, además de que disponen de un poder económico, lo
que influye en la corrupción de algunos funcionarios originando impunidad. ¿Qué
tipo de pena se debe aplicar a este tipo de delincuente?

Por lo que se refiere a la prevención al delito; se tiene la prevención
primaria
, que a su vez la podemos clasificar desde el punto de vista
endógeno y exógeno; el primero de estos últimos busca prevenir desde el
interior del individuo para que procure por convicción, abstenerse de conductas
ilícitas, siendo esta, responsabilidad de la familia y las escuelas
principalmente; y el exógeno se refiere a la prevención en el sentido de que no
se le permitirá la comisión de un delito, pero esto mediante acciones externas
a la convicción del individuo, que es una de las funciones de la policía, al
momento de realizar rondines, vigilancia y custodia de ciertos lugares o
personas; lo que podemos denominar prevención secundaria es la que se
pretende alcanzar mediante la readaptación diferenciándose de la primaria, en
que en la secundaria el individuo ya ha cometido algún delito y lo que se
pretende es evitar su reincidencia o habitualidad, recayendo dicha función en
el sistema penitenciario.

Como se puede apreciar en el cuerpo de este documento, no existe una
causa que por si sola de origen a las conductas delictivas, sino que se ven
involucrados uno o mas de un cúmulo de factores como: genéticos, psíquicos, sociales,
económicos, ambientales, climáticos, familiares, culturales, incluso hasta
religiosos. Por lo tanto con este conocimiento lo que se debe buscar alcanzar
es la prevención antes que la readaptación.

De ninguna manera se debe entender a la pena como un medio de
prevención del delito, en algunas ocasiones
es posible que la pena sea un ejemplo para que no se delinca, pero no es
el fin primordial de la pena. Empero en la practica algunas veces produce este
efecto en forma secundaria.

Por todo lo aquí reflexionado se tiene la certeza de que el sistema
penitenciario y la seguridad pública mantienen una estrecha relación. style="mso-spacerun: yes">
Tan es así, que en México el sistema penitenciario es parte de la seguridad pública. 

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