¿Tenemos algún futuro sin ética?

¿Tenemos algún futuro sin ética?
¿Cuántos funcionarios hay con falta de ética, valores, principios, sin compromiso alguno para con su institución, en algunos casos sólo buscando su propio beneficio y, cual cereza a la torta encima, son ineptos e incapaces?
La ética proviene del griego «ethikos» cuyo significado es «carácter». Tiene como objeto de estudio la moral y la acción humana. Su estudio se remonta a los orígenes de la filosofía moral en la Grecia clásica y su desarrollo histórico ha sido diverso.
Una doctrina ética elabora y verifica afirmaciones o juicios. Esta sentencia ética, juicio moral o declaración normativa es una afirmación que contendrá términos tales como: malo, bueno, correcto, incorrecto, obligatorio, permitido, etc., referidos a una acción o decisión.
Cuando se emplean sentencias éticas, se está valorando moralmente a personas, situaciones, cosas o acciones. De este modo, se están estableciendo juicios morales cuando, por ejemplo, se dice: «Ese político es corrupto», «Ese hombre es impresentable», «Su presencia es loable», etc. En estas declaraciones aparecen los términos corrupto, impresentable y loable que implican valoraciones de tipo moral.
La ética estudia la moral y determina qué es lo bueno y, desde este punto de vista, cómo se debe actuar. Es decir, es la teoría o la ciencia del comportamiento moral. La existencia de las normas morales siempre ha afectado a la persona humana, ya que desde pequeños captamos, por diversos medios, su existencia. De hecho, siempre somos afectados por ellas en forma de consejo, de orden o en otros casos como una obligación o prohibición, pero siempre con el fin de tratar de orientar e incluso determinar la conducta humana.
Si bien considero que la ética no es universal ya que depende de cada individuo, cada cultura, ¿es acaso entonces permisible cualquier comportamiento? ¿Y la corrupción, la infidelidad, la farsa que algunos montan o montamos en nuestro universo personal? Creo que una primera restricción está en la libertad, la misma que termina en cuanto alguien doblega, maltrata, coacciona la libertad o bienestar de otros.
No obstante, el camino del deber ser es casi siempre olvidado, es mas fácil seguir el placebo de la riqueza, del placer, de obtener lo que uno quiera. El deber ser lleva a sacrificios, a poder entender que existen límites basados en los efectos de nuestros actos, en los demás. No se puede ser rico a costa del pobre, seríamos aún más pobres de espíritu.
No se puede en el nombre del amor llevar una doble vida sólo para satisfacer nuestros deseos o carencias, sólo tomaríamos el nombre del amor para envilecerlo con nuestra miserable perspectiva. No podemos pensar que los valores son objetivos para los demás y subjetivos para nosotros. El camino del deber ser es un camino muy complejo, ya que no nos exige que tomemos decisiones de valor moral. Por ser obligación, le restaría todo mérito, debería ser consecuencia de nuestro propio convencimiento.
Crear una propia conciencia ética es imprescindible ya que en base a esta se construirá la moral de nuestras familias, nuestro entorno, y finalmente de la sociedad en su conjunto. La carencia de valores en cada uno de nosotros hace que seamos impredecibles, y esto genera una sociedad caótica, ya que la predictibilidad es la base de la confianza.
¿Debemos acaso tratar de entender nuestra naturaleza, buscar en el fondo de nosotros para saber si podemos ser predictibles en nuestras conductas? La respuesta es sí, ya que este simple ejercicio sería para algunos verse en un espejo que muestra lo que despreciamos, satanizamos o criticamos. Este ejercicio siempre es eludido a través de reductores y atenuantes como ¨solo fue en esta oportunidad¨ o ¨no volverá a ocurrir¨. Inexorablemente es mentirnos sobre nuestra propia naturaleza.
¿Y dónde quedó la razón? El tamiz que debería no permitir nuestra caída de valores, el dejarnos llevar por los instintos, el placer, las prácticas hedónicas, no son consecuencia de la razón y, por tanto, nos lleva a ser sólo seres inferiores. Por ende, nuestras conductas no tomarán en cuenta el perjuicio a nuestro entorno.
Somos capaces de tirar la primera piedra sin ningún descaro, etiquetar, desvalorar, sin ni siquiera analizar nuestra vileza, pues entonces somos los abanderados de la moral, pero ausentes de ética. El camino del deber ser es el más difícil, está lleno de trampas, de frustraciones, de caídas, de remordimientos, nos genera conflictos, miedos, ya que queremos ser quienes no somos.
La libertad humana se puede definir como la «autodeterminación axiológica». Esto significa que una persona libre se convierte, por ese mismo hecho, en el verdadero autor de su conducta, pues él mismo la determina en función de los valores que previamente ha asimilado. Cuando no se da la libertad, o se da de forma disminuída, entonces el sujeto actúa impedido por otros factores, circunstancias y personas, de modo que ya no puede decirse que es el verdadero autor de su propia conducta.
De acuerdo con esto se dice que la condición previa de la libertad en un individuo es la captación y asimilación de los valores. En la medida en que un individuo amplía su horizonte axiológico, podrá ampliar paralelamente el campo de su propia libertad. Y en la medida en que una persona permanezca ciega a ciertos valores, se puede decir que posee una limitación en su libertad. Curiosamente mientras más amorales seamos, menos libres.
El deber ser parece pasado de moda, reconocemos y valoramos a aquellos que con todas las dificultades optan por este camino. Sin embargo, no estamos dispuestos a seguirlo. Esta condición hace que, sin duda, me genere una sensación de desesperanza en el destino de la humanidad. Tal vez sea una desesperanza aprendida en el colectivo social, pero la verdad es que siento que estamos buceando en la mugre social y obviamente esa sensación de náuseas, es la que me hace escribir estas líneas.
Trataré al menos que mi espejo me permita verme cada día con menos horror. Ojalá y estas líneas hicieran que más personas cuestionemos nuestros comportamientos. Así podríamos tener políticos probos, mejores familias, una sociedad más justa, respetuosa del dolor de los demás, de la necesidad de los demás. Ojalá no esté pasado de moda ser correctos. Finalmente, está claro que no se puede gobernar un país sacrificando el futuro por tratar de borrar un mal pasado.

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