Vigilancia en la ciudadela de las compras (4 al 11 de noviembre 2005)
Los centros comerciales son lugares atractivos para los delincuentes. Son esencialmente lugares a los que una cantidad cada vez más creciente de personas van a consumir bienes y servicios, a comprar o a pasar un rato agradable en compañía de amistades o familiares. En cualquiera de estos casos, se requiere que las personas lleven cantidades variables de dinero. Y si ya han hecho sus compras, entonces llevarán con ellos los artículos nuevos, a menudo en sus empaques originales.
En las afueras de los centros comerciales los clientes y proveedores suelen dejar sus vehículos. A veces, los autos y camionetas permanecen en un mismo sitio por horas y a al intemperie, mientras sus dueños van de compras. Las oportunidades para delinquir, por lo tanto, están adentro y en la parte exterior al lugar donde están los establecimientos comerciales.
El boom de la construcción de los centros comerciales se ha desarrollado en forma simultánea al crecimiento de la inseguridad en los ambientes urbanos latinoamericanos. El proceso de urbanización en Caracas, por ejemplo, ha traído consigo un auge delictivo que las autoridades no han podido controlar. Esta ciudad figura en tercer lugar entre los lugares más violentos de toda la subregión, según cifras de la Organización Panamericana de la Salud. En reacción a esto ciudadano tiende a evitar lugares abiertos, en los que está al alcance de los antisociales, y busca ambientes en los que tenga una protección adicional.
Los centros comerciales representan un reto para los servicios de seguridad privada. Por regla general, las policías preventivas no entran a estos lugares, sino que permanecen en las vías públicas que hay en el perímetro. En teoría, los centros comerciales son propiedades privadas, a los que el funcionario policial no puede acceder sin el consentimiento del dueño.
El centro comercial más grande de Caracas, por el número de tiendas que alberga, es el Sambil. Fue inaugurado a finales de los años noventas. Está localizado en un terreno que colinda por el norte con la avenida Libertador y por el sur con la autopista Francisco Fajardo, en la zona industrial del municipio Chacao del estado Miranda.
El Sambil posee más de 450 tiendas. Tiene en su interior 10 agencias bancarias, dos complejos de cines, uno de locales nocturnos, uno de comida rápida y sucursales de las grandes franquicias. Tiene además 4 niveles de estacionamiento subterráneo, capaces de tener hasta 4 mil vehículos.
Conviene dar un vistazo a lo que han hecho en este lugar para mantener a raya a los hampones. El sistema de seguridad del Sambil fue diseñado en forma paralela a la construcción de toda la estructura. Esto permitió abordar en la etapa incipiente todos los problemas relativos a la arquitectura del lugar.
El Sambil abre generalmente a las 10 am, y en los centros nocturnos puede haber actividades hasta las 3 am. En un día normal, pasan por el Sambil un promedio de 80 mil personas y mil vehículos. No obstante, en la época decembrina o en temporadas vacacionales este número puede ser el doble, lo que hace del centro comercial una “pequeña ciudad”.
La edificación solamente posee dos corredores de acceso o salida, que se constituyen en importantes puntos de vigilancia y control. En los espacios interiores del centro comercial, la seguridad es preservada por dos equipos, que operan en forma independiente pero intercomunicada: el más numeroso es llamado de “orden público”. Tiene 45 personas equipadas con radios pero desarmadas. Sus integrantes son fácilmente distinguibles entre la multitud pues visten con uniforme de camisa blanca y pantalón negro. Se encargan de abrir y cerrar las puertas del centro comercial, hacen guardias fijas y rondines por circuitos previamente establecidos en los 5 niveles de la estructura.
El otro equipo está encargado de la “reacción armada”. Lo conforman un máximo de 6 personas por turno. Son individuos que pertenecen a la empresa que diseñó todo el dispositivo de seguridad del centro comercial, DAT 2010. Se trata de ex policías o militares que han sido sometidos a rigurosos exámenes psicológicos y técnicos.
Estos equipos permanecen en los pasillos del centro comercial en parejas y actúan cuando se plantea un “evento” en cualquiera de las instalaciones. Un evento es cualquier hecho que se sale de la normalidad. Puede ser una emergencia médica, un hecho contra la moral y las buenas costumbres, un robo, un hurto o una riña. Durante una semana son atendidos en promedio 40 eventos. Algunos de ellos requieren del concurso de las autoridades públicas. Sobre el procedimiento para atender los eventos volveremos más adelante.
La actividad de los equipos de orden público y de reacción está coordinada por un centro de control que opera las 24 horas del día en las instalaciones de la propia edificación. Este centro de control es autónomo en su funcionamiento, aunque emite reportes de actividad en tiempo real a la central de DAT 2010 ubicada en la zona industrial de La Urbina, en el extremo este de Caracas, aproximadamente a 10 kilómetros del Sambil.
En el centro de control generalmente hay dos operadores por turno, aunque tiene capacidad para 6 operadores. Hay además un supervisor cuya función primordial es verificar el cumplimiento de los procedimientos por parte de los operadores.
Todos los espacios del Sambil tienen vigilancia por medio de video, excepto el interior de los baños, en los que hay un encargado de mantenimiento entrenado para detectar un notificar de inmediato cualquier actividad irregular o “evento”. Este es un punto importante, pues los baños son según las estadísticas internas los lugares donde más eventos ocurren (objetos perdidos, hurtos o actos contra la moral y las buenas costumbres). Por lo tanto, el empleado de mantenimiento tiene que estar allí permanentemente. La frecuencia del uso de los baños como escenario de actos sexuales obligó a modificar el diseño de las puertas de los urinarios, con la finalidad de facilitar la vigilancia externa.
En el resto de los espacios del centro comercial se produce una convergencia entre la vigilancia humana y la electrónica. Más de 100 cámaras tipo domo están distribuidas en los corredores del Sambil, e igualmente en los pasadizos externos donde se produce la carga y descarga de mercancías, así como también en los puntos de entrada o salida de personas.
En las horas de apertura, las cámaras se orientan hacia los locales donde se registra actividad humana. Las áreas donde existen cajeros electrónicos (ATM) tienen vigilancia permanente, lo que ha permitido detectar la comisión de fraudes in fraganti.
Las tomas efectuadas en las instalaciones del centro comercial llegan al centro de control y son colocadas 5 segundos en los monitores en pantalla dividida. Simultáneamente son almacenadas en una memoria digital durante meses. La información visual puede ser rescatada en cualquier momento, para propósitos de supervisión o incluso como herramienta de investigación en casos criminales. Las tomas efectuadas por cámaras de seguridad en el Sambil permitieron detectar el seguimiento al que era sometido el fiscal del Ministerio Público Danilo Anderson en los días previos a su asesinato con explosivos en noviembre de 2004.
Los eventos son reportados generalmente por la clientela del centro comercial o los dueños de establecimientos a los empleados de orden público. El reporte puede ser efectuado mediante radio o por una línea telefónica interna al centro de control. De inmediato las cámaras son orientadas hacia la “escena del evento” y se genera un registro visual especial que queda grabado.
La evaluación del evento queda bajo la responsabilidad del operador del centro de control. Es él quien va a determinar si es necesario el envío de los grupos de “reacción armada”, de un servicio médico privado o público o si se requiere del concurso de funcionarios policiales.
Al reportarse un evento, el operador tiene la obligación de llenar un reporte de actividad. A tal efecto DAT 2010 diseñó un programa denominado GALAXI, que registra en una secuencia todo lo que ocurre en el interior del centro comercial más grande de Caracas.
En el programa GALAXI, cuando el operador abre un espacio se genera automáticamente un registro de hora, fecha y código personal, de manera que el supervisor puede conocer días o años después quién atendió un evento específico. Una característica importante es que los registros no son modificables por el operador. Si se comete un error de tipeo o de valoración de un hecho específico, no hay posibilidad de volver atrás y enmendarlo. La idea es obligar al operador a ser lo más exacto posible, y prevenir el posible encubrimiento de actos de negligencia o complicidad delictiva.
Este programa funciona en un ambiente Windows, y según sus diseñadores el operador se puede familiarizar con su manejo durante un curso de apenas 3 semanas. No obstante, la capacitación para acceder a la nómina de la empresa requiere de 3 meses de entrenamiento en otras áreas. Este proceso confiere al operador la destreza necesaria para manejar en forma simultánea hasta 5 eventos.
Los monitores, teclados y terminales de los medios de comunicación en el centro de control están dispuestos en una cónsola tipo herradura. La oficina permanece cerrada todo el día, y a ella solamente puede acceder personal autorizado (clearance). No obstante, es posible percibir la actividad del centro de control a través de un cristal.
Detrás de la cónsola se encuentra el cableado dispuesto en rieles, así como el módulo de baterías auxiliares, que da autonomía de funcionamiento hasta por 8 horas continuas sin necesidad de recarga. Hasta ahora no ha sido necesario utilizar el módulo de baterías auxiliares más que unos pocos minutos. La transición de la electricidad corriente a la auxiliar no ha generado malfunciones en el centro de control.