Visión integral de la seguridad

La sociedad venezolana está cambiando en todos los órdenes, sustituyendo la sociedad rentista y estatizada, por una economía abierta y de crecimiento hacia afuera, generando cambios culturales y nuevos patrones de conducta con mayor intervención del individuo en los asuntos que le atañen. En el plano jurídico, se propone la eliminación del sumario; fomentar leyes penales para la protección del ambiente, lo relativo a la propiedad intelectual, etcétera. En el plano comercial, la tendencia es hacia el intercambio abierto, sin trabas aduanales o fiscales.
Lo expuesto propicia un entorno general altamente complejo, ante los cambios sociales, económicos y políticos, en un ambiente empresarial incierto, con escasez de recursos y en un mercado competitivo.
Las tendencias futuras requieren de un equilibrio entre el balance de ganancias y pérdidas, enfatizadas estas últimas por hechos ocurridos con actos intencionales, afectando la producción diferida, los costos de reposición, las necesidades de almacenamiento de repuestos y la seguridad hacia los clientes.
A esta nueva realidad no es ajena la seguridad, tanto en el plano público como en el privado: agotado el modelo represivo, sin una política criminal, el sistema de justicia ha colapsado; en el sector privado, se ha hecho énfasis en los aspectos de control, sinónimo de represión, con un crecimiento desmesurado de la fuerza-hombre, con actuaciones fundamentales dirigidas a ejemplarizar con la sanción, bajo la premisa de intimidar a quienes piensen o intenten agredir al patrimonio corporativo o empresarial.
Este modelo represión-control, en la mayoría de los casos, actúa sobre los estratos bajos de estructura social corporativa, con poca posibilidad de que con este modelo se actúe sobre el delincuente de cuello blanco.
El modelo vigente, control-represión, orienta el esfuerzo gerencial y administrativo hacia una criminalidad en general poco productiva, pero sostenida, lo que ha llevado a las organizaciones de seguridad a una carrera tras el delito, o su sinónimo corporativo, las desviaciones con operativos generales que causan malestar en el colectivo, o con acciones investigativas particulares sobre grupos marginales identificados. Una vez pasado el efecto de acción, por lo general muy breve, el esfuerzo debe ser reiniciado. Este proceso de acción y reacción , progresivamente, va perdiendo eficiencia por desgaste, y lleva a percibir como inútiles e improductivas las actividades de seguridad.
La conservación directa a la represión-control ha sido el desbordamiento de la acción delictiva al no corregir el problema en su fondo, como por ejemplo. Una calle sucia, oscura y de casas desvencijadas, donde asaltan frecuentemente, la acción control-represión podrá detener a los asaltantes, pero otros aparecerán, ya que las condiciones para la comisión del delito siguen presentes, y por ende la acción será desbordada (este ejemplo oficial funciona igual en el sector privado).
El esfuerzo se orienta al “pobre diablo”, y despista el problema de fondo, que puede estar en la inescrupulosa relación contratante-contratista que no procede al saneamiento de la calle.
El resultado es la percepción de inseguridad, o ineficiencia, tanto por los altos costos investigativos u operativos, como por las técnicas y recursos humanos que maneja la represión-control, mantenimiento analistas, técnicos e investigadores en actividades que, por sus características, pueden ser manejadas con recursos menos onerosos, bajo la orientación de seguridad. En otras ocasiones, es suficiente reforzar la actividad de protección, involucrándola en procesos que hoy le están innecesariamente vetados; debe dirigirse el esfuerzo, más y mejor, calificado y profesional, hacia actividades destacadas de manejo estadístico e investigativo con inteligencia y análisis de los eventos, con efectos en la modernización y automatización de los procesos de seguridad, erradicando la idea de hombre y patrulla como única solución para cambiarlas por otras más creativas que no siempre son intrínsecas a la seguridad.
En conclusión, el esfuerzo se debe orientar hacia la profundización de acciones preventivas, con soluciones a los problemas de la seguridad, no siempre vinculadas a actuaciones represivas o de control, con efecto inmediato en los tamaños de las nóminas de personal de seguridad, pública o privada, y la mayor calificación del recursos humano, facilitando planteamiento globales frente al tradicional esquema investigativo policial de caso por caso.
(Publicado por primera vez en 1993).

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