JOAQUIM UTSET/El Nuevo Herald
BOSTON
La Convención Nacional Demócrata abre hoy sus puertas en Boston en medio de un dispositivo de seguridad sin precedentes que ha convertido en una verdadera fortaleza la histórica ciudad, a la que la fiesta le puede salir muy cara.
La advertencia del gobierno federal de que las convenciones políticas podían ser objetivo terrorista este verano obligó a desplegar a más de 3,000 efectivos que mantienen una vigilancia ininterrumpida por tierra, mar y aire.
Una barrera policial como la que cerró parte del downtown de Miami durante la cumbre del ALCA controla el paso a las inmediaciones del FleetCenter, el pabellón deportivo ubicado en la desembocadura del río Charles a la bahía de Boston que será el escenario de la convención.
El tránsito se interrumpirá en unas 40 millas de calles y carreteras, incluida la autopista I-93, que juega el papel equivalente a la I-95 en Miami, con lo que muchos conductores esperan cuatro días de caos circulatorio.
»Va a ser un desastre», opinó Harjit Singh, uno de los taxistas que espera lucrarse con la llegada de más de 35,000 visitantes durante los cuatro días de la convención.
»Hay mucha gente que vive o trabaja en el centro, que ha decidido tomar vacaciones y abandonar la ciudad esta semana», agregó, mientras una manifestación en contra del gobierno chino paralizaba las calles adyacentes a la céntrica Copley Place.
Al mismo tiempo, los paseos veraniegos por el Charles quedaron suspendidos por orden de la Guardia Costera, que ha impuesto un férreo bloqueo a la arteria fluvial y realiza inspecciones continuas por el extenso litoral de la capital de Massachusetts guardado con embarcaciones artilladas.
En el famoso tren subterráneo »T», los altavoces advierten a los pasajeros que en cualquier momento se puede efectuar inspecciones de bultos y carteras. Los buzones de correo y las papeleras han desaparecido de las calles cerca del FleetCenter, mientras que en cada uno de los grandes hoteles donde se hospedan las delegaciones estatales hay policías apostados.
»Nos hemos preparado para enfrentar cualquier escenario concebible basado en los hechos pasados y en los que hemos podido imaginar», dijo Edward Flynn, secretario de Seguridad Pública de Massachusetts.
»Tenemos un enfoque de mar, aire y tierra sin precedentes», agregó.
Pasear por el centro de Boston será estos días como participar en uno de los programas reality show de la televisión, en la que los participantes viven vidas transparentes.
En una medida que la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) calificó de orwelliana, unas 75 cámaras desplegadas por la ciudad grabarán 24 horas a los transeúntes.
Pero todas esas medidas pueden ser insuficientes si no hay una buena comunicación entre la larga lista de 40 agencias desplegadas sobre el terreno, algo que después del 9/11 se ha aprendido, explicó el jefe de la Policía de Miami, John Timoney.
»Estoy convencido de que estamos en mejor forma que antes del 9/11», dijo Timoney, quien estaba a cargo de las fuerza del orden de Filadelfia cuando organizó la convención republicana del 2000.
»Ahora se comparte más información (con los federales) que antes», agregó.
Esa información en Boston está centralizada en una sala de control instalada por el Servicio Secreto, cuya ubicación no se puede revelar, que los que la han visitado asemejan a las de lanzamiento de la NASA.
Esa sala se tendrá que encargar de los que Timoney definió como las tres preocupaciones de seguridad de un evento de esta magnitud: controlar el flujo de las muchedumbres, evitar los posibles actos de violencia que puedan causar manifestantes radicales y –sobretodo– evitar un atentado terrorista.
Aunque el potencial atentado es la fuente de mayores dolores de cabeza, las autoridades admiten que es el más improbable. Lo que esperan es algún tipo de manifestación violenta de los llamados grupos anarquistas que tratarán de burlar una zona de protestas cercada construida al cruzar de la calle.
El resultado es que el inmenso dispositivo se calcula que costará unos $50 millones, que serán compartidos por el gobierno federal, estatal y municipal.
Esta cifra, más el impacto que el temor al caos y a los atentados ha causado en los negocios del centro, ha puesto en duda que la convención sea un éxito económico para la administración del alcalde Thomas Menino.
Boston esperaba que el evento generara $154 millones para la economía local, pero el Instituto Beacon Hill de la Universidad de Suffolk aseguró que los costos de seguridad y el cierre de las calles traducirá el impacto económico en una pérdida de $8 millones.
Sólo el 11 por ciento de las 100 empresas entrevistadas por el Instituto ubicado en Boston esperaban un incremento de actividad.
Ese mismo estudio señalaba que la Convención Nacional Republicana sólo dejará de beneficio en Nueva York el mes que viene $160 millones en beneficios, $100 millones menos de lo que la administración había anunciado.
La preocupación causada por la aparatosa convención en la ciudad ha provocado rechazo entre algunos negocios cercanos al FleetCenter. En la fachada de la pizzería Halftime Pizza cuelga un cartel manda un mensaje al Comité Nacional Demócrata (DNC): «Gracias por nada DNC. Viva Bush»