Policía brasileña arremete contra cambistas ilegales

MICHAEL ASTOR
Associated Press
RIO DE JANEIRO – Por años, muchos brasileños conseguían en el «dolero» una forma de sobrevivir a los períodos inflacionarios.
El dolero cambiaba moneda local, que se devaluaba rápidamente, por los mucho más seguros dólares. Era un banca personalizada e incluso, un amigo cercano.
Pero esta semana la policía comenzó a cazar a los doleros, y sus días podrían estar contados.
El martes, la Policía Federal lanzó una masiva operación para detener a esos cambistas ilegales, arrestando a más de 60 de ellos y anda en busca de muchos más en todo el país.
La mayor parte de los detenidos fue acusada de enviar dinero al exterior sin declararlo a las autoridades tributarias, como exige la ley.
«Los doleros operan en una forma irregular e ilegal», dijo a reporteros Wagner Castilho, vocero de la Policía Federal en Sao Paulo.
Los brasileños pueden cambiar reales por dólares, pero a la tasa oficial. Y como no pueden tener cuentas locales en dólares, se arriesgarían mucho si deciden dejar esas divisas en casa.
Los doleros ofrecen solución para ambos problemas.
Venden dólares a una tasa «paralela», que usualmente es mucho mejor que la que el gobierno ofrece. Y a la vez envían esos dólares a cuentas al exterior, hasta que el cliente desee utilizarlos.
«En los buenos tiempos, (los doleros) eran muy activos porque Brasil no tenía una tasa flotante de cambio y la tasa del mercado negro a veces era el doble de la oficial», explicó David Fleischer, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Brasilia.
«Ahora debido a que no hay mercado negro, han tenido que transformase en algo así como creativos lavadores de dinero», agregó.
La Policía Federal dijo que la mayor parte de los fondos que manejan los doleros es ilegal, resultado de corruptelas con fondos públicos, contrabando, fraude y también probablemente tráfico de drogas y de armas.
Pero muchos empresarios legales también echan mano de los doleros.
El presidente del Banco Central de Brasil, Henrique Meirelles, fue recientemente señalado por reportes periodísticos de remitir fondos desde Estados Unidos a Brasil a través de la cuenta perteneciente a un dolero.
Brasileños en el exterior y ejecutivos internacionales también dependen en ocasiones de los doleros. Muchos de ellos cambian cheques personales en dólares por reales. De vez en cuando, un dolero puede ser detenido en un aeropuerto al intentar salir del país con millones de dólares en cheques.
La operación del martes tuvo su origen en la debacle de los Servicios Corporativos «Beacon Hill», cuyas oficinas en Nueva York fueron allanadas por la oficina del fiscal del distrito de Manhattan el año pasado.
En febrero, la compañía fue sentenciada por operar ilegalmente como agencia de transferencia de fondos. La policía brasileña utilizó datos del caso para seguir el rastro de operadores que realizaban remesas ilegales de fondos desde Brasil.
En el año 2002, el gobierno también lanzó operaciones contra los doleros. Un reciente operativo cerró varias agencias de cambio vinculadas a doleros.
Pero la mayoría de ellos en realidad comenzó a desaparecer como resultado del plan económico de 1994, que puso fin a las muchas devaluaciones de la moneda y dio paso a una nueva etapa de relativa estabilidad.
En 1995, Casa Piano, una de las casas de cambio de doleros más famosa en Río de Janeiro, fue obligada a cerrar.
Una inflación más baja y la estabilidad del real han reducido el apetito por la divisa estadounidense, aunque la moneda brasileña valga ahora un tercio de lo era hace una década, en términos de dólar.
Otra reciente operación contra evasores fiscales colocó nuevamente a los doleros en la mira. Algunos brasileños los utilizan para «esconder» su dinero en cuentas en el exterior.
Pero los doleros aseguran que aún es muy temprano para anunciar su desaparición.
«Los doleros seguirán siendo parte del paisaje local mientras el gobierno siga cobrando altos impuestos y los bancos cobren exhorbitantes tasas por el envío de dinero al exterior», dijo un dolero quien declinó ser identificado.
«La acción de la policía sólo hará que los doleros se oculten, convirtiéndolos en una línea de trabajo para personas dispuestas a tomar mayores riegos», agregó.

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