Preocupa ola de secuestros en frontera México-EE.UU.

ALINE CORPUS y TIM GAYNOR / Reuters
TIJUANA/NUEVO LAREDO
Cristina Palacios se encontraba con su hijo Alejandro, de 35 años, en un automóvil en Tijuana, en la frontera norte de México, cuando tres hombres armados llegaron a secuestrarlo. Salieron de una camioneta estacionada detrás de ellos en una transitada calle del centro, se acercaron al auto y ordenaron a Alejandro, padre de dos niños, salir del vehículo.
»Me apuntaron en el estómago con una metralleta para que no me pudiera mover y vi cómo aventaban a mi hijo a la parte trasera de la camioneta. Fue entonces que empecé a gritar como loca que de qué se trataba, que qué querían», dijo ella al relatar los hechos. «Fue la última vez que vi a mi hijo».
El incidente es uno más del creciente número de secuestros en pueblos y ciudades a lo largo de la frontera de 3,200 kilómetros con Estados Unidos. Se han vuelto tan comunes que los residentes han acuñado un nombre para el fenómeno: el «levantón».
Analistas y grupos de derechos humanos dicen que la cifra de desapariciones orquestadas por los poderosos y bien armados carteles de la droga que operan en la zona fronteriza supera los 500 en los últimos 10 años y podría ser mucho mayor. »La cifra es muy imprecisa porque nadie ha llevado la cuenta, y la autoridad, cuando supone que se trata de personas relacionadas con el crimen organizado, no investiga», dijo Víctor Clark Alfaro, director general del Centro Binacional de Derechos Humanos, de Tijuana.
El mayor derramamiento de sangre es provocado por la luchas que libran las bandas de segundo nivel en su intento de controlar el mercado y el »levantón» se convierte en una de las formas más recientes de violencia.
La creciente lista de desapariciones incluye a policías, soldados, abogados, empleados de tiendas y hasta campesinos, además de personas vinculadas con grupos sospechosos de contrabandear cocaína, heroína, marihuana y anfetaminas al norte de la frontera estadounidense.
En el estado de Chihuahua, los grupos de derechos humanos han registrado 50 desapariciones entre enero y agosto.
»Cuando quieren quitar una persona de en medio, pero generar en un momento dado temor hacia otro grupo o personas en el entorno del ejecutado, optan por la modalidad de ejecutar», dijo José Luis Armendáriz, secretario técnico ejecutivo de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Chihuahua.
»El levantón y la desaparición es muy sutil porque tiene el mismo efecto, se quitan a alguien de en medio, pero no genera escándalo de la opinión pública», agregó.
Mientras las autoridades federales investigan muertes vinculadas con tiroteos y las autoridades estatales indagan asesinatos por apuñalamiento o golpes, Armendáriz dice que las víctimas de desapariciones forzadas caen en un limbo legal. «En la Procuraduría dicen: `Bueno, tenemos una lista de desaparecidos, pero ésta no forma parte de la lista de homicidios, porque no ha aparecido el cuerpo del delito».
Eso coloca a los familiares de la víctima en una posición difícil. Cristina Palacios, por ejemplo, dice que no puede aceptar que su hijo esté muerto hasta ver sus restos. Y por ello no se ha iniciado una investigación por homicidio.
En el violento estado de Tamaulipas, frente a Texas, hubo 36 desapariciones en los primeros ocho meses del 2004. La más reciente ocurrió cuando cinco hombres fueron secuestrados en Nuevo Laredo por hombres vestidos de negro.
Los grupos de derechos humanos y analistas dicen que la mayoría de las personas que desaparecen en la zona fronteriza lo hacen a manos de bandas criminales vinculadas con el multimillonario negocio del tráfico de drogas, pero muchos casos documentados muestran el involucramiento de autoridades mexicanas.

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