Las paradojas del ciberterrorismo

Muchos hablan de la amenaza pero, hasta la fecha, ningún ataque ciberterrorista ha sido registrado. Sin embargo, el peligro potencial es serio y debemos aprender a medirlo. Tales son las conclusiones del segundo informe sobre el uso de la internet por los terroristas publicado por el United States Institute of Peace.
San Francisco, California, 23.may.04
«Después del 11-9, los discursos sobre terrorismo y seguridad, promocionados por actores interesados de la política, los negocios y las agencias de seguridad, han destacado el ciberterrorismo,» afirma el informe del USIP, una institución federal no partidaria. En el año 2000, por ejemplo, el candidato George W. Bush alertó contra «la difusión de las armas de destrucción masiva, el auge del ciberterrorismo y la proliferación de la tecnología para misiles.»
Cuatro años más tardes «es importante recordar una estadística sencilla: hasta la fecha, no se ha registrado ningún caso de ataque ciberterrorista sobre las instalaciones públicas de EEUU, sus sistemas de transporte, centrales nucleares, redes de electricidad o componentes claves de la infraestructura nacional.»
Hay ataques diarios. Son llevados por individuos que el informe califica de «hackers». Hasta pueden tener cierta dimensión política cuando los realizan «hacktivistas», o hackers-activistas. Pero no se trata de ciberterrorismo, propiamente hablando.
Weimann se apega a la definición dada por la profesora de informática Dorothy Denning durante un testimonio frente a la Cámara de representantes. «El ciberterrorismo, declaró, es la convergencia del ciberespacio y el terrorismo. Se refiere a ataques ilegales y amenazas de ataques contra computadoras, redes y la información almacenada en ellas, cuando son llevados a cabo para intimidar o forzar un gobierno o su pueblo en la búsqueda de objetivos políticos o sociales.» Incluye ataques destructores y/o capaces de amedrentar. «Dependiendo de su impacto, ataques serios contra las infraestructuras estratégicas podrían constituir actos de ciberterrorismo. No sería el caso si apenas interrumpen servicios no esenciales o se traducen principalmente por un costoso fastidio.»
Barato y anónimo, el ciberterrorismo puede ser practicado a distancia contra un sinnúmero de objetivos y afectar una cantidad considerable de personas e instituciones. Cada día más dependiente de la informática, las infraestructuras de los países desarrollados (incluyendo las que dependen de empresas privadas, menos protegidas) ofrecen una larga lista de blancos.
¿Cómo explicar entonces que tales ataques no se hayan registrado todavía? El informe de Weimann da tres razones: las instalaciones nucleares y las comunicaciones estratégicas no son accesibles por la internet; a penas 1% de los hackers tienen los conocimientos necesarios para generar destrozos a gran escala; sería necesario contar con recursos considerables para crear un daño real: 200 millones de dólares y cinco años de preparación si hemos de creer las conclusiones de un experimento llevado a cabo en julio del 2002 por la marina de EEUU.
«La ciberguerra es muy sofisticada y los terroristas tienen impacto con simples explosivos, aviones desviados y bombas en trenes,» nos explicó Weimann por mail. «Hasta la fecha han utilizado la internet como canal de comunicación más que como arma.» Lo más probable es que cambien. ¿Cuándo? «No lo puedo predecir,» nos contestó Weimann, «pero estoy seguro que tarde o temprano tratarán de utilizar esta arma también.» Es asunto de generaciones.
Algunos, intencionalmente o no, pueden exagerar la amenaza, pero no se puede ignorar el peligro. Preservar la cordura resulta tanto más delicado e importante que las medidas de protección pueden atentar «a nuestra privacidad, libertad de expresión y derechos civiles,» nos recordó Weimann. «La ignorancia es un factor» y los responsables de hoy no están a salvo. Explica en su informe que «dos de los grandes miedos de los tiempos modernos se combinan en la palabra ‘ciberterrorismo’. El temor de las desgracias violentas y aleatorias se mezcla bien con la desconfianza y el miedo abierto a la informática.» Ayudar a entender mejor computadoras e internet, sus peligros y virtudes intricadas resulta más necesario que nunca.

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