¿Puede un género musical ser considerado tan peligroso para prohibir su difusión en radio?
Los Tigres del Norte son los mayores exponentes del narcocorrido.
«Sí», responderían las autoridades en algunas partes de México, que obligaron a estaciones de radio a tomar medidas para erradicar la cultura de los narcocorridos, a la que acusan de idealizar el tráfico de drogas y las pandillas.
Los corridos han formado parte de la tradición mexicana -sobre todo en el norte del país- por más de un siglo.
En las piezas, basadas en valses y polkas, el canto es acompañado por acordeones e instrumentos de viento.
La Revolución Mexicana, entre 1910 y 1917, prodigó cientos de corridos sobre figuras legendarias como Pancho Villa y Emiliano Zapata.
Pero en los últimos 30 años se han impuesto los narcocorridos basados en la vida real de traficantes de droga.
Los hermanos Arellano Félix, que dirigieron el cartel en la ciudad fronteriza de Tijuana, y su rival Armando Carrillo Fuentes, basado en otra ciudad limítrofe, Juárez, son quienes más dedicatorias han merecido.
A pedido
Elijah Wald, un ex guitarrista de blues que ha escrito un libro sobre el tema, explica a la BBC: «Lo primero que un narcotraficante suele hacer luego de una operación exitosa es contratar a alguien para que le escriba un corrido sobre su hazaña».
La imagen de Jessie Morales es popular entre los pandilleros en Los Ángeles.
Los intérpretes del género frecuentemente cobran miles de dólares, o decenas de miles de pesos, para componer y tocar una pieza.
También son populares los corridos sobre la inmigración como «Tres veces mojado», que incluso ha llegado al cine.
Wald afirma que la mayoría de los compositores e intérpretes niegan ponerse al servicio de narcotraficantes.
Uno de los más conocidos, Reynaldo Martínez, le dijo a la BBC que no suele escribir corridos a cambio de dinero «Pero puede ocurrir que a alguien le guste una canción y me obsequie un Land Rover»agregó.
«Los Tigres del Norte son los reyes de los reyes, y no me sorprendería que hayan aceptado dinero alguna vez», opina por su parte Elijah Wald.
Añade que los narcocorridos son actualmente muy populares en México e incluso han extendido su influencia a California, Texas, Florida y otros sitios de Estados Unidos con una gran población latina.
También se escuchan en Colombia y en países centroamericanos como El Salvador.
EE.UU.: mercado millonario
En Estados Unidos, el mercado de música popular mexicana -incluyendo el controvertido género- alcanza cifras anuales de US$300 millones, y la ciudad de Los Ángeles se ha convertido en el centro de la industria de los narcocorridos.
Las canciones del Grupo Exterminador tienden a parodiar el narcocorrido.
El último álbum de los Tigres del Norte vendió unas 500.000 copias solamente en ese país.
Dos de las nuevas estrellas del género, Lupillo Rivera y Jessie Morales, llevan la cabeza rapada y exhiben joyas que están de moda entre las pandillas en el este de Los Ángeles.
Mariluz González, portavoz de Fonovisa Records -que representa a Los Tigres y a otros exponentes del narcocorrido- niega que los artistas idealicen la vida de los traficantes de droga: «Simplemente cuentan una historia, no la promueven».
Pero a las autoridades mexicanas no les convence este argumento y han tratado de prohibir el género. Varios estados han negociado «prohibiciones voluntarias» con estaciones de radio.
Mientras tanto, en Estados Unidos la Comisión Federal de Comunicaciones ha tomado medidas contra numerosas emisoras hispanohablantes.
Pero González asegura que, a pesar de los esfuerzos por prohibir el narcocorrido a ambos lados de la frontera, el género sigue gozando de buena salud, ya que los artistas obtienen buenas ventas.