WASHINGTON. THE WASHINGTON POST
Una investigación interna del Banco Riggs de Washington, a cargo de un pequeño equipo de agentes del servicio secreto contratados por el mismo banco, descubrió que los esfuerzos del ex dictador chileno Augusto Pinochet para ocultar millones de dólares en esa entidad financiera se remontan a 1985, es decir unos 10 años antes de lo que se pensaba.
La investigación además destaca que Pinochet y su familia tenían más cuentas de las ya descubiertas, incluidas unas diez en la sede del Riggs de Miami y varias otras abiertas por militares chilenos, descriptos por los ejecutivos del banco como «testaferros» del ex dictador.
Es cierto que ya es conocida la especial relación que el Riggs tenía con Pinochet y los supuestos intentos para ocultar sus activos de los fiscales. Pero ahora la investigación interna del banco, según fuentes cercanas a la pesquisa, arroja detallada información sobre hasta dónde llegó a ir el banco para ayudar al ex dictador, a quien los directivos del Riggs llamaban en código «Red Fox» (Zorro Rojo) y «APU».
A fines de los 90, Pinochet estaba bajo arresto domiciliario en Londres acusado de crímenes contra la humanidad. La misión de la Fuerza Aérea chilena en la capital británica se contactó con Robert Roan, al frente de las oficinas del Riggs en Londres, para preguntarle si el avión privado de la entidad financiera podía volar hasta Chile y si estaba disponible en caso de que Pinochet fuera liberado, de acuerdo a la investigación. El ex dictador nunca usó el jet corporativo.
Días atrás se supo que la fortuna oculta del ex dictador Augusto Pinochet, quien gobernó Chile entre 1973 y 1990, asciende a trece millones de dólares, bastante más de lo que se estimaba. Mantuvo el dinero en cuentas secretas del Banco Riggs de Washington y en otras entidades.
Si bien la investigación no brinda evidencias de que Joe L. Allbritton —el mayor accionista y jefe ejecutivo hasta 2001 del Riggs, y «el más grande admirador bancario» del ex dictador— haya participado en el caso de las cuentas de Pinochet, numerosos directivos del banco dijeron a los investigadores que ellos creían que el ex dictador era amigo y cliente favorecido de Allbritton.
De hecho, el albacea de Pinochet, Oscar Aitken, había dicho al diario El Mercurio en setiembre que «las cuentas se las manejaba personalmente Allbritton, el más grande admirador que Pinochet tuvo en el mundo bancario. Por lo tanto, le prometió, y le cumplió, rentabilidades que duplicaban su capital cada tres años. Las rentabilidades casi llegaban al 30 por ciento anual».
Sin embargo, según la nueva investigación del Riggs, la familia de Allbritton sostiene que el banquero se reunió con Pinochet sólo dos veces y que ambos no eran amigos.
Por ahora la investigación (que aún prosigue) se tradujo en el despido de al menos tres empleados del Riggs.